La película estrenada en marzo en Netflix pone rostro humano a las víctimas del cruel atentado de París.
Ciudad de México, 23 de marzo (SinEmbargo).- La película de Cabu. Su amor por las canciones francesas. La seriedad de Charb, siempre en el borde de la provocación y el peligro, amenazado de muerte permanente, hasta que lo mataron en forma cobarde en la redacción de Charlie Hebdo.
La multitud en una plaza de París. Millones de personas al grito de “Je Suis Charlie”. Luego, la estigmatización por parte de varios medios occidentales: “Se lo buscaron”, “Se lo merecían”.
Desde el cruel atentado que en París dejó 12 muertes y reavivó el debate por la libertad de expresión y el fanatismo religioso, muchos olvidaron que quienes tuvieron la mala suerte de estar en aquella redacción el 7 de enero de 2015, eran personas comunes, seres humanos con sueños, problemas, amor por su trabajo.
La película Je Suis Charlie, estrenada a principios de marzo en Netflix, tiene esa virtud: acercarnos a esa gente que murió por haber hecho un dibujo y vuelve a poner las cosas en su lugar: en nombre de una ofensa moral no se puede quitar la vida a nadie.
Se trata de un documental conmovedor dirigido por el equipo de padre e hijo Daniel y Emmanuel Leconte. Se estrenó primero en el Festival de Toronto de septiembre del año pasado, con entrevistas de archivo con los dibujantes fallecidos como Cabu, que dibujó una edición de 2006 con el profeta Mahoma y Charb, el editor en jefe de la publicación, ambos asesinados en enero.
Los sobrevivientes dan su testimonio, mientras los directores siguen al equipo de la revista Charlie Hebdo en su preparación del número especial después del ataque, una tarea tan difícil como definitiva: tratar de ver el lado menos doloroso de la masacre y presentar retratos personales de los caricaturistas muertos.
UN CONCURSO LITERARIO
Para no olvidar lo inolvidable, también la revista francesa ha creado un premio literario para escolares y estudiantes con el que quiere distinguir textos sorprendentes, locos e irrespetuosos, anunciaron.
El galardón pretende además ser una alternativa a los premios literarios clásicos y "lóbregos”, para continuar el diálogo con las nuevas generaciones.
Tras el atentado terrorista del 7 de enero de 2015, muchos jóvenes enviaron espontáneamente dibujos a la redacción, contó el director y caricaturista Riss. Y ahora la revista quiere ayudarlos a liberarse de las convenciones.
El premio estará dirigido a jóvenes francófonos de entre 12 y 22 años independientemente de su país de origen.
