Gran parte de los ingresos tributarios que México y América Latina podrían recibir se mantienen en el extranjero en paraísos fiscales, lo que significa que una porción muy significativa de los beneficios del crecimiento de la región está siendo acaparada por un pequeño número de personas muy ricas, a costa de los pobres y de la clase media, asegura el informe «Tributación para un crecimiento inclusivo» presentado por la Cepal y Oxfam.
Ciudad de México, 16 de marzo (SinEmbargo).– Sistemas tributarios inadecuados, así como la evasión de impuestos, cuestan a América Latina miles de millones de dólares en ingresos perdidos, cantidades que podrían y deberían invertirse en luchar contra la pobreza y la desigualdad, determinaron la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Oxfam Internacional.
Además, los paraísos fiscales y los abusos en relación con los impuestos corporativos están destruyendo el contrato social entre el gobierno y el ciudadano, al permitir que los que podrían aportar más a la sociedad no paguen los impuestos que les corresponden en justicia.
De acuerdo con el informe «Tributación para un crecimiento inclusivo» presentado hoy, México pierde un 38 por ciento de sus ingresos por impuestos sobre la renta de las personas físicas ante el elevado nivel de informalidad y un alto nivel de desconfianza en las instituciones gubernamentales.
Al cierre de 2015, todas las modalidades de empleo informal en el país representó 58.2 por ciento de la población ocupada al sumar 30 millones de personas, la cifra más elevada en al menos una década y equivalente a la población de cinco países juntos: Paraguay, El Salvador, Dinamarca, Finlandia y Noruega.
En enero, los ingresos tributarios no petroleros en México ascendieron a 244.9 mil millones de pesos, una disminución de 1.1 por ciento respecto a 2015.
A nivel regional, la CEPAL estima que la evasión y la elusión de los impuestos sobre la renta –tanto personal como de las empresas– costaron a América Latina más de 190 mil millones de dólares en 2014, es decir, un 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) regional.
Según algunos cálculos, expone el documento, en los países en desarrollo la carga impositiva para las empresas multinacionales es la mitad de la que soportan las empresas nacionales, debido a los incentivos tributarios y otras concesiones «generosas».
Eso provoca que «los sistemas tributarios de América Latina son seis veces menos efectivos que los europeos en lo referente a la redistribución de la riqueza y la reducción de la desigualdad».
En la región, el impuesto sobre la renta de las personas físicas logra en promedio una reducción de la desigualdad de un 2.1 por ciento, cálculo medido por el coeficiente de Gini, mientras que en 27 países de la Unión Europea la reducción es del 11.6 por ciento.
Este resultado se debe principalmente al bajo nivel de tasas impositivas efectivas en América Latina, sin embargo, en el caso de México la tasa de 3.9 por ciento supera el 2.3 por ciento promedio de la región.
«El incremento de los ingresos tributarios es clave para la inversión pública en la reducción de algunas de las brechas históricas de la región, como el acceso marcadamente segregado a bienes públicos de calidad en el ámbito de la educación, la salud, el transporte y la infraestructura», agrega el estudio.
FAVORES A MULTINACIONALES Y PARAÍSOS FISCALES
Los gobiernos en América Latina otorgan un trato de favor a las compañías multinacionales en materia de impuestos, por medio de reducciones «excesivamente generosas» de las tasas de los impuestos de sociedades en muchos países de la región.
Sin embargo, es absolutamente esencial que todos paguen los impuestos que les corresponden según sus medios económicos, «de modo que se pueda financiar un crecimiento sostenible e inclusivo», afirma el reporte presentado en Chile.
«No se puede lograr la justicia social sin la justicia tributaria», sentencia el documento que analiza el «impacto destructivo de la extrema desigualdad sobre el crecimiento sostenible y la cohesión social en Latinoamérica».
Según el texto, en 2014 el 10 por ciento más rico de la población de América Latina había amasado el 71 por ciento de la riqueza de la región y, de seguir así, en seis años más según cálculos de Oxfam, «el 1 por ciento más rico de la región tendrían más riqueza que el 99 por ciento restante».
Entre 2002 y 2015, las fortunas de los multimillonarios de América Latina crecieron en promedio un 21 por ciento anual, es decir, un aumento seis veces superior al del PIB de la región según las estimaciones de Oxfam.
Gran parte de esta riqueza se mantiene en el extranjero, en paraísos fiscales, lo que significa que una porción muy significativa de los beneficios del crecimiento de América Latina está siendo acaparada por un pequeño número de personas muy ricas, a costa de los pobres y de la clase media, apunta el documento.
América Latina, a pesar de la riqueza de sus recursos y su posición entre los principales productores del mundo, no está conservando todos los beneficios de su comercio de productos básicos, porque los productos se trasladan artificialmente a países intermedios con bajos niveles de impuestos, explica.
Ambas organizaciones urgen a los gobiernos de la región a «implementar sistemas tributarios más progresistas en sus respectivos territorios» y «fortalecer la cooperación mundial y regional para evitar una competencia perversa entre naciones en el ámbito tributario».