Casos de violaciones, abuso y acoso sexual en lugares públicos y privados constan en 32 mil 976 expedientes levantados entre el 1 de enero de 2006 y el 31 de enero de 2016 que se abrieron en los ministerios públicos de la capital mexicana, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Por Oscar Balderas
Ciudad de México, 26 de marzo (SinEmbargo/VICE Media).– Desde hace una década, las oficinas de procuración de justicia de la Ciudad de México mantienen un ritmo de trabajo que pone al descubierto un problema de violencia de género: en promedio, reciben nueve denuncias diarias por delitos sexuales, principalmente contra mujeres.
Casos de violaciones, abuso y acoso sexual en lugares públicos y privados constan en 32 mil 976 expedientes que entre el 1 de enero de 2006 y el 31 de enero de 2016 se abrieron en los ministerios públicos de la capital mexicana, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El último de estos delitos que alcanzó notoriedad fue captado por una cámara de seguridad privada: el 8 de marzo pasado — en plena conmemoración del Día Internacional de la Mujer — Andrea Noel, colaboradora de VICE, fue agredida sexualmente por un desconocido en la colonia Hipódromo Condesa, uno de los barrios más populares y frecuentados por la gente joven de clase media para divertirse.
El ataque a plena luz del día desató un debate sobre la manera en que las autoridades tratan a las víctimas de estos delitos, cómo se persigue a los victimarios y por qué estos ataques suceden con frecuencia en un urbe con cerca de 90 mil policías locales y más de 8 mil cámaras gubernamentales de videovigilancia, según cifras de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México.
Luz Estrada, coordinadora del área de Violencia de Género de la ONG Católicas por el Derecho a Decidir, apunta a una explicación: la impunidad. Según sus investigaciones, sólo el 10 por ciento de los delitos sexuales a nivel nacional son denunciados; el resto, 90 por ciento, no llegan a los escritorios de los ministerios públicos.
«En este tipo de delitos, la evidencia del crimen es el cuerpo de la mujer. Y eso hace que las autoridades busquen en la conducta de la víctima las razones de la agresión», dijo a VICE. «Es muy común que las primeras preguntas en la investigación sean ¿cómo iba vestida la víctima? ¿se le insinuó la víctima al agresor?».
Ese porcentaje de delitos no denunciados acarrea otro problema: de acuerdo con Luz Estrada, sólo el 2 por ciento de los expedientes abiertos por delitos sexuales termina en la consignación del presunto responsable.
«Esto manda un terrible mensaje a la sociedad: tú puedes cometer este delito y lo más seguro es que nada te va a pasar. Si las autoridades no dan garantías para frenar los delitos sexuales, el paso siguiente es un feminicidio».
Anayeli Pérez, asesora jurídica del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, lamentó que aún sea común que las autoridades hagan que las víctimas sean quienes prueben que el acercamiento sexual fue sin su consentimiento.
La periodista Andrea Noel, estadounidense de nacimiento, vivió esos obstáculos en primera persona: denunció la agresión ante las autoridades y aquello sólo empeoró su día, pues fue interrogada durante cinco horas para que se pudiera iniciar una investigación contra su victimario.
«Hubo preguntas que no supe contestar como ‘¿cómo defines la sexualidad?’. O ‘¿cómo es tu vida sexual ahora?’, ‘¿cómo es la relación con tu papá?’, detalles sobre mi familia. Por el tipo de preguntas [que hacen las autoridades], todo es muy emocional. Yo estuve cinco horas llorando, temblando, porque se meten en todo», dijo a VICE. «Entiendo por qué lo hacen, pero yo no se para qué, pues en caso de que detengan a un sospechoso, él tendrá acceso a mi historial psicológico y él podría usarlo para desacreditarme», (debido a que la defensa del presunto responsable podría solicitar una copia del expediente completo).
«Ahora, la Fiscalía de Delitos Sexuales está atendiendo el caso y estoy colaborando con ellos. No imaginaba lo largo que sería el proceso de denunciar en México. No he terminado las primera parte de iniciar la investigación», expresó.
Además de toparse con la lenta burocracia del sistema judicial de la Ciudad de México, Noel aseguró que ha enfrentado otros dos problemas: uno anónimo, en redes sociales, donde fue amenazada hasta de muerte por hacer pública su denuncia y otro mediático, en portales de noticias, donde se han cuestionado sus acusaciones.
«Esto ha hecho público un problema cultural muy grave», indicó. «No son individuos (aislados) los que mantienen esta mentalidad, más bien es una fracción muy grande de la sociedad mexicana. Hay una guerra mediática que demuestra que esto es sistémico y cultural».
Pese a ello, Noel dijo que los comentarios positivos que ha recibido y su determinación de seguir adelante con la denuncia la han hecho sentir empoderada.
«Hoy, por ejemplo, hace mucho calor en la ciudad y yo no pienso cambiar mi forma de vida. Saldré a la calle con ropa ligera y eso no da derecho a nadie de juzgarme ni agredirme».