Hoy en día es muy difícil ser una figura religiosa en una región donde los cárteles poseen tanto poder e influencia. México reemplazó a Colombia como el país más peligroso para ser un sacerdote, según el Centro Católico Multimedial. Desde la muerte del Cardenal Juan Jesús Posadas, sobre todo durante la última década, la iglesia ha ejercido relaciones jerárquicas con los cárteles al condenarlos en público y coludirse con ellos en privado.
Por Brien McManus
Ciudad de México, 24 de febrero (SinEmbargo/VICE Media).– En mayo de 1993, a las afueras del aeropuerto de Guadalajara, el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo estaba sentado en su Mercury Grand Marquis blanco estacionado, cuando tres vehículos con hombres armados se detuvieron a su lado y dispararon. El coche del cardenal recibió 26 impactos de bala y, al parecer, un vehículo cercano recibió otros 20 impactos más.
El Cardenal Posadas, su chofer, y otros cinco fueron encontrados sin vida.
El asesinato de alto perfil de uno de los dos cardenales católicos mexicanos ofrece una mirada a la compleja relación entre el Vaticano y los cárteles mexicanos. El Cardenal Posadas siempre criticó de forma abierta a los grupos y a la violencia que utilizan para controlar la economía del narco en México. Aunque el gobierno dictaminó que su muerte fue un caso de identidad equivocada, muchos siguen creyendo que el asesinato fue deliberado, un intento exitoso para callarlo.
Después de todo, el hombre traía puesta su sotana eclesiástica.
Desde la muerte de Posadas, sobre todo durante la última década, la Iglesia ha ejercido relaciones jerárquicas con los carteles al condenarlos en público y coludirse con ellos en privado. El Papa Francisco habló de esa dinámica tensa durante su visita a México la semana pasada. En el sermón que dio en Morelia, una ciudad azotada por la violencia de los cárteles, alentó a los obispos, los sacerdotes, las monjas y los seminaristas a que no se rindieran ante la amenaza de los cárteles en la zona.
«¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad?», preguntó antes de responder él mismo. «¿La resignación? La resignación nos paraliza, nos atemoriza y nos atrinchera en nuestras sacristías».
Esa supuesta resignación ha plagado la Iglesia católica en México por mucho tiempo y aunque el Papa Francisco no los nombró directamente, ningún debate sobre la relación entre el narco y la iglesia estaría completo sin mencionar el dinero que ofrecen los cárteles para financiar obras públicas y otras actividades eclesiásticas. La influencia de los cárteles en la iglesia fue condenada por el Papa Benedicto XVI en 2005 poco después de empezar su papado pero desde entonces parece que se desvaneció el énfasis del Vaticano en ese problema. En 2010 hubo un pequeño escándalo cuando se reveló que una iglesia con una cruz de metal de casi 20 metros en un barrio de la ciudad de Pachuca tenía una placa en agradecimiento a Heriberto Lazcano, el presunto líder del cártel de los Zetas, por su construcción.
Como resultado, la iglesia empezó a ser más cuidadosa con los narco aportes, según un informe que publicó el New York Times en 2011.
Puede ser difícil resistirse al dinero y la ayuda de los cárteles, en especial cuando hay secuestradores y asesinos involucrados. Tomemos por ejemplo el caso, también con el cártel de los Zetas, del sacerdote estadounidense Robert Coogan, quien dirigía una capillita en una cárcel en México. Según un artículo de The Guardian en 2012, cuando los prisioneros Zetas ofrecieron su ayuda para pintar su modesta capilla, Coogan les dijo que no porque las goteras iban a arruinar la pintura. Los prisioneros no sólo pintaron la capilla sino que también impermeabilizaron el edificio. «Hacer un alboroto podría haber generado represalias en contra de otros prisioneros».
Hoy en día es muy difícil ser una figura religiosa en una región donde los cárteles poseen tanto poder e influencia. México reemplazó a Colombia como el país más peligroso para ser un sacerdote, según el Centro Católico Multimedial. Después de pronunciarse en contra de los cárteles, un sacerdote llamado Gregorio López recibió tantas amenazas de muerte que empezó a usar una sotana antibalas durante las misas.
El Papa Francisco también se dirigió a los mexicanos durante su viaje y les advirtió lo siguiente: «No permitáis que os corrompa el materialismo más banal ni os dejéis llevar por la seductora ilusión de cerrar tratos por debajo de la mesa». Instó a los mexicanos a que no caigan presa de la trampa de buscar dinero, fama y poder. «Son tentaciones que sólo conseguirán mancillarles y destruirles».
El Papa reconoce claramente que los oprimidos son particularmente vulnerables a la tentación de cometer un crimen violento con la esperanza de mejorar sus propias vidas.
«En toda Latinoamérica y el Caribe hay una gran división entre los pobres y los ricos», dijo Henry Louis Taylor Jr., director del Centro de Estudios Urbanos en la Universidad de Buffalo, en una entrevista para
. «En México y otros lugares, la economía no produce suficientes trabajos para que la gente sobreviva. La mayoría se ven forzados a trabajar en la economía informal o clandestina. En esos países, la corrupción y los sobornos son parte de la cultura y de la vida diaria».
Taylor Jr. cree que es imposible frenar la violencia en lugares como Michoacán sin cambiar radicalmente la economía y ofrecer alternativas. «No creo que las autoridades estén dispuestas a hacer esto en lugares donde los cárteles están tan arraigados».
Hace un par de años surgieron grupos de autodefensa que parecían competir con los cárteles antes de que empezaran a llegar infiltrados, como se puede ver en Cartel Land, un documental nominado a un Óscar que ayudó a distribuir.
«El Papa expresó la opinión de muchos mexicanos», dijo Matthew Heineman, el director de Cartel Land, en una entrevista para VICE. «Pero la tragedia es que sus opiniones y esperanzas de orden y seguridad por el mismo gobierno que ha permitido que los cárteles operen con impunidad desde hace mucho, lo cual resulta en un círculo vicioso que afecta a mucha gente».
Algunos creen que la Iglesia católica necesita hacer más, como excomulgar a los que se asocian con los miembros de los cárteles. Después de todo, el Papa Francisco viajó al sur de Italia para excomulgar a los miembros de la mafia en 2014. «La jerarquía de la iglesia en México ha sido tímida en lo que respecta a los narcotraficantes pero eso podría cambiar», dijo el investigador religioso Elio Masferrer a la revista Time a principios de mes. «La excomulgación podría tener un impacto significativo».
Se podría decir que los cárteles mexicanos son mucho más poderosos —o mínimo más descarados— que la mafia italiana en 2016. Pero no es insignificante que la figura superior de la iglesia, un hombre que inspira respeto en las ciudades plagadas por la violencia del narcotráfico, hable clara y contundentemente sobre los cárteles. Hubo un punto donde el Papa Francisco llamó a los narcos «traficantes de muerte». Todavía falta ver si el nuevo Papa y un gobierno que logró recapturar al Chapo, el líder del cártel de Sinaloa, tras su escape de un penal el año pasado pueden establecer una distancia real entre las cuestiones espirituales y el dinero del narco que está dañando a toda Latinoamérica.