Exportaciones Mortales, del cineasta alemán Daniel Harrich, muestra, con base en una profunda investigación, que balas de fusiles de asalto G36 fueron disparadas en los ataques a normalistas en 2012 y 2014 incluido el asesinato del joven que fue desollado, Julio César Mondragón Fontes. Pese a existir una prohibición por violaciones a derechos humanos, de 2006 a 2009 fueron introducidos a Guerrero mil 924 fusiles comprados por el gobierno de Zeferino Torreblanca.
PRIMERA PARTE
Por Rosalba Ramírez García
Ciudad de México, 24 de febrero (SinEmbargo/El Sur).– La corrupción de los gobiernos de Alemania y México permitió la entrada al país de 9 mil 652 fusiles de asalto G36, que fueron entregados a policías.
Mil 924 de estas armas fueron destinadas a policías de Guerrero durante 2006 y 2009 a pesar de que estaban prohibidas debido a las constantes violaciones a los derechos humanos en esa entidad.
Finalmente en Guerrero, decenas de los fusiles de asalto G36 de la empresa alemana Heckler & Koch fueron utilizados para lo que se temía: asesinar estudiantes, reprimir movilizaciones sociales, y ahora también forman parte del arsenal de grupos criminales que amedrentan a pueblos enteros, trafican drogas, asesinan, secuestran y extorsionan.
Esta información se desprende del documental Exportaciones Mortales, del cineasta alemán Daniel Harrich; es resultado de una profunda investigación de los distintos casos ocurridos en México.
Los fusiles de asalto G36 que llegaron a Guerrero fueron solicitados y comprados a la compañía alemana en el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo por medio de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena).
Las armas fueron suministradas a pesar de que el gobierno de Alemania ya consideraba a Guerrero como “un estado en situación crítica” ante las violaciones a los derechos humanos cometidos por policías.
El documental muestra cómo a pesar de las prohibiciones en las leyes alemanas, la empresa bajo el amparo de los ministerios de Economía y Defensa exportó armas prohibidas a estados en conflicto como Guerrero.
En noviembre del año pasado, la Fiscalía de Stuttgart, Alemania, presentó cargos contra seis empleados de la empresa armamentística Heckler & Koch, cuyas armas fueron utilizadas en los ataques a los normalistas de Ayotzinapa ocurridos el 26 y 27 de septiembre del 2014.
Se les acusa de permitir de manera consciente, que armas y sus accesorios, cuya venta autorizó el gobierno alemán para ciertos estados mexicanos, acabaran en otros lugares con problemas de violencia, como Guerrero.
EL DOCUMENTAL
El documental, de 58 minutos, ha sido exhibido a partir de septiembre de 2015 en la televisora alemana ARD, con excepcional resonancia en el público.
Demuestra los permisos que el Gobierno alemán dio a la empresa de armas para exportar el fusil G36 a México. Los ministerios de Economía, Defensa y Federal fueron responsables de su llegada al país, por omisión de la realidad de México y de la crisis de derechos humanos que existe, y que fue advertida por Relaciones Exteriores.
En Exportaciones Mortales se hace un recuento de los hechos violentos que sacudieron al estado de Guerrero y que fueron conocidos y repudiados en otros países del mundo contra los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa «Raúl Isidro Burgos».
El inicio del documental son las imágenes grabadas durante el desalojo violento el 12 de diciembre de 2012 en la Autopista de El Sol, al sur de la ciudad de Chilpancingo, donde los estudiantes realizaban un bloqueo para exigir audiencia con el Gobernador, en ese entonces Ángel Aguirre Rivero.
En la imagen cientos de jóvenes (algunos con los rostros cubiertos como acostumbran hacerlo por temor a represalias), gritaban y corrían de un lugar a otro buscando piedras para tratar de defenderse de los policías ministeriales y federales quienes accionaron sus armas, varias de ellas eran las alemanas G36 de Heckler & Koch.
Después, la imagen de las víctimas, los cuerpos de Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús, tirados en el asfalto de la autopista.
Los casquillos percutidos ese día pertenecían a las armas alemanas que llegaron a México y a Guerrero de manera irregular.
La noche del 26 del septiembre de 2014, el mismo tipo de armas fueron accionadas nuevamente contra los estudiantes de Ayotzinapa y personas que transitaban por el periférico en Iguala, en esa ocasión fueron policías municipales junto con integrantes de un grupo criminal, los que portaban los fusiles de asalto.
En esa noche fueron asesinadas seis personas en la vialidad a la orilla de la ciudad, entre ellos tres estudiantes de Ayotzinapa, y 43 más fueron detenidos y desaparecidos por policías municipales que operaron esa noche junto con el grupo de la delincuencia organizada vinculada al narcotráfico Guerreros Unidos.
El documental revela que fueron hallados en el lugar del ataque más de 300 casquillos percutidos, munición OTAN calibre 50:56 y también hubo munición del fusil de asalto G36.
El cineasta alemán, en sus investigaciones para el documental, confirmó a partir de la información del expediente del caso, que el estudiante Julio César Mondragón Fontes, de 18 años, que fue hallado la mañana del 27 de septiembre muerto y con el rostro desollado fue asesinado con un arma G36.
En el documental aparece que en el expediente del caso Ayotzinapa, que los periodistas que hicieron la investigación consultaron en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, en la Ciudad de México, consta que uno de los policías detenidos y que esa noche estaba en activo confesó que mató al estudiante, y “las actas de investigación prueban que el policía usó un fusil G36 Heckler & Koch”.
El periodista alemán Wolf Dieter Vogel, se reunió con el sobreviviente del ataque de la noche del 26 de septiembre, Ernesto Guerrero Cano de 19 años. Ambos regresaron al lugar de la masacre donde la acción policiaca dejó muertes y desapariciones.
Ernesto estaba con 50 de sus compañeros en el autobús del cual la policía detuvo y desapareció a 43. Él fue uno de los pocos que logró escapar.
“Claro que tengo miedo pero no voy a dejar que me destroce, hay que tener valentía. No es la ausencia del miedo, si no el triunfo sobre él”, dijo Guerrero Cano ante la cámara.
“Ahora que estoy aquí la memoria vuelve, cómo empezaron los disparos. Se siente raro estar aquí de regreso. Es difícil para mí contestar esas preguntas (sobre los detalles que pide el periodista), no pensé que fuera a ser complicado”.
–¿Qué es exactamente lo que sucedió aquí esa noche?
–Más adelante del tercer autobús nos bajamos 5 o 6 compañeros, aventamos piedras y botellas para defendernos, los demás se quedaron en el tercer autobús, quizás porque pensaron que ahí estarían más seguros.
Lo estudiantes del tercer autobús fueron privados de su libertad por la policía y a casi un año y cinco meses siguen desaparecidos. La versión de la Procuraduría General de la República (PGR) dice que fueron entregados a un grupo criminal, para posteriormente ser asesinados, quemados en el basurero de Cocula y sus restos arrojados al río San Juan.
Pero esa versión fue desmentida primero por un peritaje presentado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que investiga el caso a petición de los padres de los normalistas desaparecidos, creado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ((CIDH), y después por un segundo peritaje elaborado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que realiza la investigación científica alterna a la oficial.
En el documental se define a México como un “enorme país que está desde hace años dominado por la droga, la violencia, la corrupción y casos de violaciones a los derechos humanos. También autoridades de seguridad estatales, policía y militares están implicados”.
Se dice que Guerrero es un estado controlado por cárteles de la droga, donde “nadie confía en la policía” y donde “los secuestros por parte de la policía no son raros”.
Cuatro meses después de la masacre del 26 de septiembre, Christoph Stresse delegado de Derechos Humanos de Alemania visitó la Normal Rural de Ayotzinapa.
Algunos padres responsabilizan también a Alemania por los envíos de armas de Heckler & Koch.
En esa ocasión Christoph Stresse dijo a los padres, que no han parado un instante de buscar a sus hijos desaparecidos:
“Sólo podemos decir que si con armas alemanas se comenten crímenes, el gobierno alemán debe disculparse aunque para las víctimas no sea suficiente. Pero yo debo pasar esta demanda”.