Águilas y Cementeros tienen un encuentro temprano en el Clausura 2016. Esto no le resta emoción al Clásico que muchos se esfuerzan por menospreciar pero que sigue más fuerte que nunca.
Ciudad de México, 20 de febrero (SinEmbargo).— Un Clásico es el escenario perfecto para hacer todo tipo de declaraciones. Palabras que generalmente se convierten en provocaciones, pero que sin excepción sirven para medir la temperatura del encuentro. El América-Cruz Azul no está exento de este ambiente previo. No obstante, también un juego de esta naturaleza da pie para replantear una de las rivalidades más emblemáticas del futbol mexicano.
«Nosotros tenemos un mucho mejor equipo y jugamos mejor que ellos. Al América no le veo nada de especial”, dijo el delantero español de la “Máquina” Víctor Vázquez, en una de tantas declaraciones que los jugadores del América y Cruz Azul han hecho esta semana.
Este sábado se cumple una edición más del llamado “Clásico Joven”. Un partido cuyo detrimento (de acuerdo con los aficionados al balompié nacional) sólo se salva por la decadencia en la que se ha estancado el Clásico nacional, América-Chivas.
Y puede que el público tenga un poco de razón. Sin embargo, para los futbolistas y las directivas de ambos clubes –además del obvio interés de puntos que representa cada encuentro– también es una cuestión de superioridad entre instituciones.
“El Cruz Azul es un equipo que históricamente fue fundado por trabajadores de la cooperativa entonces, al menos en origen, representaba a esa clase. Así que mi abuelo –cuya familia llegó a trabajar en ella– nos transmitió la afición por el equipo”, dice Ivan De Jesús, aficionado al club celeste básicamente desde la cuna. Para él, al igual que muchos otros, seguir a “La Máquina” representa “un legado que se ha convertido en algo digno de seguirse cada fin de semana y que en tiempos recientes ya es casi una montaña rusa de emociones con los altibajos que representa.”
Y es que si algo caracteriza al Cruz Azul de los últimos años es cierto halo trágico que suele aparecer sobre el equipo en los momentos menos oportunos. Concretamente en las finales.
Para nadie, ni siquiera para los no entendidos en materia de futbol, es desconocido que los “Cementeros” se caracterizan por perder campeonatos. No por nada ostentan el récord en el balompié nacional con 10 subcampeonatos de Liga, de los cuales cinco han ocurrido después de su última final, ganada el 7 de diciembre de 1997.
Si bien, cada vez es menos común encontrar en las calles de la flamante CDMX a peatones con la camiseta celeste, los aficionados cruzazulinos mantienen una fidelidad a prueba de todo, con todo y que la capital del país parece avasallada por la dualidad Águilas-Pumas; amos y señores de los títulos que han caído en suelo chilango en lo que va del nuevo siglo.
“A pesar de ser el ‘subcampeonísimo’ es mas fácil que me cambié el nombre, es más hasta de novio pero jamás de equipo”, dice Katia Andrés. “Irle a un equipo como el Cruz Azul implica disfrutar toda la temporada y llorar en la final: el máximo esplendor de lealtad”, agrega la joven que fue por primera vez a ver a su equipo a los tres años de edad y lleva 23 apoyándolo.
Los esfuerzos constantes que los directivos mexicanos han hecho para descentralizar el balompié han llevado el juego a rincones de la República que antes eran impensables. No obstante, la afición de provincia e incluso muchos extranjeros se identifican más con los “Cementeros” que con otros de los llamados equipos “grandes” de la Liga al momento de elegir un club para toda la vida.
Para la escritora y periodista Mónica Maristain irle al Cruz Azul se trató de un “amor a primera vista”; una afición que nació a raíz de una entrevista al futbolista argentino Diego Latorre en 1999, luego de que este firmara contrato con «La Máquina». “Poco a poco descubrí que entre la corrección política que detesto de los Pumas de la UNAM y el militar del lado de los malos de los americanistas, había elegido bien”, recuerda.
Para ella el ambiente no violento del “Clásico Joven”, entre otras cosas, la llevaron a elegir el bando de los celestes; quienes son, desde su punto de vista, como el equipo de sus amores: River Plate.
“Soy de River. Gallina fanática. Y River es el equipo que mejor juega al futbol en mi país de origen”, dice. “Como el Cruz Azul, esa dama díscola y caprichosa que puede perder con el club del barrio y ganarle en una final al mejor del mundo. Así es River. Cada vez que las gallinas y los cementeros se plantan en una cancha hay una promesa de genialidad futbolística que me hace sentir orgullo y bienestar. No siempre damos lo mejor en la cancha, pero cuando damos lo mejor, no hay mejor. Somos nosotros lo mejor. Y eso es mucho para mí. Eso es todo.”
OTRA VEZ FRENTE A FRENTE
Para esta ocasión, Águilas y Cementeros llegan con buen ritmo de cara al Clásico Joven, lo que le agrega mayor interés al partido que desde ahora pinta como el más atractivo de la séptima jornada.
Para los jugadores del América este juego es la oportunidad para legitimarse, mientras que en Cruz Azul sostienen que enfrentar a los de Coapa no tiene «nada de especial». Se pueden considerar ambas posturas una cuestión de enfoques encontrados o simplemente una manera de disminuir la presión previa, pero lo que es cierto es que el juego del sábado será todo menos tranquilo.
«Venimos bien, pero este partido es una buena oportunidad para dar un golpe de autoridad sacando un buen resultado ante un equipo que viene jugando en buena forma», dijo el defensa americanista Paul Aguilar.
Las Águilas, que serán locales, se encuentran en cuarto lugar de la clasificación con 11 puntos y tres victorias en sus últimos cinco partidos, mientras que la «Máquina» se encuentra dos escalones más abajo, con dos triunfos en sus tres últimos compromisos y nueve puntos totales. En teoría ambos marchan parejos. No obstante, América llega al partido con una racha de dos triunfos sobre Cruz Azul.
La afición celeste, por su parte, sabe la importancia de vencer a los de Coapa. Esto, en momentos de sequía como la que “La Máquina” vive desde el torneo de Invierno 1997, es algo que ayuda a sobrellevar la adversidad.
“Alguna vez me dijeron que puedes cambiar de novia, pero no de equipo y he permanecido fiel a un equipo que logró muchos títulos en muy poco tiempo, un equipo que muchos expertos dicen ‘nació grande’. La vida es de ciclos y ya vendrán tiempos mejores”, dice Gerson Obrajero, aficionado al Cruz Azul desde hace 27 años.
De momento eso basta para muchos cruzazulinos, la promesa de que los tiempos idos volverán para revalidar todas las glorias pasadas y que los rivales se empeñan en menospreciar. En este caso, un triunfo sobre el más odiado de ellos mantendría encendida la flama para llegar de nuevo, ¿por qué no?, a la final.