Nativos de internet, cuasi dependientes de las redes sociales, retadores de la autoridad, interesados en los movimientos sociales y celosos de su tiempo, todo esto, desde la comodidad de la casa paterna. Son los millennials, la generación actual cuyo comportamiento impactará en la economía y modo de pensar de las futuras generaciones.
Ciudad de México, 21 de febrero (SinEmbargo).–Los millennials no tienen prisa: avanzan a su ritmo en cuanto a trabajo, estudios e independencia económica. A comparación de sus antecesores, sus aspiraciones no se centran en coches, casa, seguridad social, familia o en una máquina de escritorio; sino, por ejemplo, en gadgets móviles, en ropa, viajes o sucesos que puedan mostrarse en sus redes sociales.
Esta es la «Generación Peter Pan», es el país de «Nunca Jamás»; la única regla es que no hay reglas. Aquí hay libertad, hay Internet, hay todas las posibilidades que ofrece Google, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, Periscope… en tiempo real. Aquí predomina el yo, el momento, el ir contra la autoridad.
Para los expertos, esta generación, que es joven todavía, tiene mucho que aprender sobre responsabilidad, experiencia y el mundo fuera de Internet. Sin embargo, serán ellos quienes guiarán al mundo en unos años.
«Llámanos millennial. Llámanos Generación Y. Llámanos como quieras. Ven y ponle una puta etiqueta. Como has hecho con casi todo. Etiquétalo para que lo entiendas. Al final no somos más que la vieja mierda. Mismos miedos en nuevos formatos. Historias antiguas de anhelos y fracasos. El pánico a la nada. La soledad y la muerte. La rabia. El puño en la cara. El vacío. La caída frecuente. Constante. El absurdo que no para», dice un post del blog Letrasados Mentales.
***
D. tiene 21 años y apenas entró a una universidad a estudiar filosofía, a pesar que terminó la prepa mucho tiempo atrás. Vive con sus padres y nunca ha trabajado. Asegura que prefiere disfrutar el tiempo que su familia lo apoye. «No quiero probar la vida adulta; trabajar todos los días y sólo pensar en eso», dice el joven de peinado de copete y de expansiones en las orejas.
Tiene tatuajes y cada vez que se «raya» se toma una foto y la comparte en sus redes, donde tiene miles de contactos que nunca ha visto en su vida; muchos de ellos ni siquiera sabe si son personas.
Cuando escribe mensajes privados usa signos como: 77, XD, :3, ¬¬, CX, además de emoticones, GIFs, mensajes de voz, entre otros.
La mayor parte de su día se la pasa conectado por medio de su iPhone. Aunque cuando llega a su casa usa su iPad o su Xbox One, donde escucha música de YouTube.
Sobre el futuro no tiene claro cómo será; espera que su banda musical alcance la fama y todo los problemas que pueda haber se resuelvan con ello.
Desde hace dos meses cerró su cuenta de Facebook. Y platica cómo le ha dio:
–¿Por qué decidiste cancelar tu cuenta? –se le preguntó al joven.
–Estoy harto. Siempre es lo mismo. Me caga la gente que entra ahí. Además, me propuse conocer a más personas. Debo hablar con una persona desconocida todos los días. Es un reto interesante, porque me di cuenta que soy muy tímido.
–¿A quién has conocido así?
–A varias chicas, a un vendedor de coches que me ofreció facilidades para pagar el seguro, a veces hablo con señoras o ancianos.
–¿Consideras que esto, por decirlo, ha sido positivo?
–Sí. Mira, primero comienzas con gente que creas que es simpática y vas tomado confianza para después entablar una conversación con cualquier persona.
–¿Podrías poner un ejemplo?
–Con las chicas: primero les hablas a las menos atractivas y luego a las chidas, porque seamos sinceros: las guapas siempre son muy especiales.
D. sabe que es raro decir que no tiene cuenta de Facebook. Sobre todo porque la mayoría de su generación es nativa de redes como esa.
«Esto es lo más parecido a morirte y llegar al cielo. Esto es como ser dios e inventar un mundo bello. Esto es Facebook y aquí nadie tiene menos de cien amigos. Pero de algún modo todos estamos solos. Imagínate un desierto. Imagínate un mar sucio con demasiados peces muertos», dice un post del blog Yo no debería escribir.
***
Miguel Jarquín, experto en social media, marketing digital y profesor en Universidad La Salle, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Taller Arteluz, explicó que esta generación tiene su origen a principios de los años noventa –aunque algunos investigadores lo colocan a los finales de los ochenta–, cuya característica es la conexión Web como una forma de vida.
«Los millennials viven en un mundo donde pueden estar tranquilos, porque tienen una estabilidad que les regala una generación anterior. Al final, la independencia que ellos ganan es ideal, en la Web. Y esa independencia la han intentado trasladar a su día a día. Entonces no buscan independencia –financiera-, aunque sí buscan negocios propios, buscan tener autosustentabilidad através del desarrollo que tienen en sus habilidades de la Red, pero nada especializado. Lo que hacen los millennials es: lo que les gusta como pasatiempo, pueden obtener un beneficio», comentó el profesor.
El investigador además detalló que existen factores que no siempre cobran importancia para esta generación, como es la experiencia, pues «se sienten cómodos en su ambiente virtual», con ello no es importante tener un encuentro cara a cara o quedarse todo el día en casa.
Para Jarquín, esta nueva generación ha intentado romper todos los esquemas de la Generación X –caracterizada, por ejemplo, con la independencia financiera– y en algunos casos, ha retomado algunas posturas y las ha aplicado tecnológicamente, como es el caso de los indignados u otros movimientos sociales que surgen desde la Red.
«Los millennials no siguen reglas, retan a la autoridad –aunque viven con sus padres–. Tienen, aunque suene contradictorio, una independencia superficial, artificial, virtual, pero desde la comodidad de su casa. No buscan ir más allá», agregó el Miguel Jarquín.
El profesor también detalló que un joven sin Internet no podría ser un millennial, porque justo la Red es lo que les da identidad. En el caso de México, donde el 55 por ciento de la población no tiene acceso a la Web, existen personas que si bien nacieron junto con los millennials, tienen aspiraciones distintas, formas de vida diferentes.
«En lugares donde no hay acceso a la Web, se conoce este lenguaje digital por medio de los medios tradicionales, y a pesar que los jóvenes no lo viven, se mimetiza. Su generación los llama. Pero finalmente, las limitaciones, los dejan fuera de la vida online, de la etiqueta millennial», refirió.
***
Para Rubén Dario Vázquez, profesor en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM y académico de la Universidad Iberoamericana (UIA), refirió que la generación millennial nace con muchas oportunidades de empleo; no obstante, «es muy difícil trabajar con ellos», porque son celosos de su tiempo.
«Las condiciones laborales cambiaron. La forma como yo inicié a trabajar no tiene nada que ver con lo de ahora, sobre todo por las cuestiones digitales, en especial en el área donde yo estoy –marketing digital y social media–. Los millennials trabajan por objetivos en lugar que por horas. Se les asignan una serie de labores a los chavos que tiene que hacer. Pero es complicado porque requieren una mayor responsabilidad para el trabajo, pero los muchachos son muy libres, y entregan más resultados», informó.
Sin embargo, el profesor explicó que laborar con un millennial no es fácil, pues: les cuesta trabajar en equipo, son celosos con su tiempo (porque tienen otras actividades y las anteponen), son muy exigentes, creen mucho en su trabajo (y lo consideran muy interesante, aunque en muchos casos sí hay calidad), les gusta tener el control de lo que hacen.
«Cuando sales de la universidad y vives con tus papás, te puedes dar esos lujos –esas actitudes–. Ellos están muy cómodos con sus padres. Lo quieren todo, lo quieren rápido, son muy demandantes. Y no les gusta depender de nadie en cuanto a sus horarios, pero sí dependen de sus padres», aseveró el experto en Internet.
Finalmente, explicó que en unos años esta generación será la cual guíe al mundo, por ello opinó que los millennials deberían entender mejor el concepto de responsabilidad y de compromiso.