Greenpeace y decenas de organizaciones en todo el mundo señalan que la FAO actúa como un «promotor» del sector privado, y diseñó un simposio para resaltar los «beneficios» de los organismos genéticamente modificados.
Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).- Más de un centenar de asociaciones civiles y movimientos sociales denunciaron el intento de la agroindustria por reenfocar las políticas y recursos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) hacia el apoyo a cultivos y animales genéticamente modificados, informó la organización internacional Greenpeace.
Los inconformes expresaron su preocupación sobre el Simposio Internacional «El papel de las biotecnologías agrícolas en los sistemas alimentarios sostenibles y la nutrición», que la FAO celebra en su sede en Roma, del 15 al 17 de febrero de este año. Además de Greenpece México, otras ONGs del país, como el Centro de Derechos Humanos «Fray Francisco de Vitoria OP», A.C., Semillas de Vida, Vía Orgánica, en otras, piden que la FAO deje de apoyar los planes de la biotecnología corporativa y fomente «con más fuerza la agroecología y la soberanía alimentaria como el camino para alimentar al mundo y enfriar el planeta».
«Nos preocupan la razón y el momento elegido por la FAO para realizar este simposio. Todavía recordamos el último intento desastroso de la FAO de actuar como agente encubierto para las empresas de biotecnología, mediante la organización de la Conferencia Técnica Internacional sobre Biotecnologías Agrícolas en los Países en Desarrollo, en Guadalajara (México) en 2010», señalaron en la misiva las organizaciones de América, Europa, Asia y África.
Asimismo, manifestaron su inquietud porque «la FAO esté nuevamente sirviendo a las mismas compañías, justo cuando estas debaten sobre nuevas fusiones entre ellas, lo que concentrará todavía más el sector de las semillas comerciales en cada vez menos manos». Y agregaron:
«La FAO debería actuar como un centro de conocimiento y no como promotor del abordaje ideológico del sector privado. Lamentablemente, el programa para este simposio está diseñado para resaltar los ‘beneficios’ de los organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, de las construcciones genéticas creadas con tecnologías incluso más peligrosas y de otras biotecnologías en manos de un puñado de compañías internacionales».
En el mismo sentido, Sandra Laso, campañista de Comida Sana, Tierra Sana en Greenpeace dijo a SinEmbargo que «la FAO se está viendo influenciada por la presión de la agroindustria para su agenda y lo vemos claramente con el programa que ellos publicaron para este simposio y con el tipo de invitados que han tenido, finalmente representan más a la agroindustria que hacia una diversificación de visiones sobre cómo mejorar la producción de alimentos para satisfacer las necesidades de la gente».
En el programa del evento figuran dos de los ponentes magistrales de la FAO, quienes son conocidos defensores de los transgénicos, y en el caso de los eventos paralelos de los tres días se incluyen portavoces de la Biotechnology Industry Organization (un grupo comercial biotecnológico de Estados Unidos), Crop Life Internacional (la asociación comercial mundial agroquímica), DuPont (una de las mayores compañías mundiales biotecnológicas de semillas ) y CEVA (una gran corporación médico-veterinaria), entre otros.
Por si fuera poco, uno de los dos ponentes en la sesión de apertura es un ex-subdirector general de la FAO, que ha presionado a favor de las Terminator, semillas transgénicas programadas para morir en el momento de su cosecha, con ello obligan a los agricultores a comprar nuevas semillas cada temporada.
La campañista comentó que la organización «está en contra del uso de transgénicos por los riesgos que implica sobre todo en el tema de medio ambiente», esto pesar de los mitos con los que se ha vendido, por ejemplo, que genera un mayor rendimiento en la producción de alimentos y que podría satisfacer el hambre en el mundo.
«Hemos podido comprobar a lo largo de los últimos 20 años, desde que se liberaron, que más allá de conseguir cumplir con estos mitos, lo que ha significado ha sido un mayor uso de agrotóxicos que son altamente contaminantes para el medio ambiente, que afectan los ecosistemas y recursos naturales como el agua, de los cuales dependemos para seguir viviendo», puntualizó la activista.
En un informe publicado en diciembre pasado, Greenpeace acusó que a dos décadas de que se pusiera en marcha la siembra de organismos genéticamente modificados (OGM), estos «no han logrado combatir el hambre, ni incrementado las ganancias para los agricultores y no existe evidencia científica concluyente que asegure que son inocuos para el ser humano. Al contrario, han demostrado ser grandes amenazas para la biodiversidad y la salud de las personas por el uso desmedido de agrotóxicos que requieren».
El rechazo hacia el cultivo de transgénicos, aseguró, ha cobrado fuerza y en nuestro país no es la excepción: «hasta ahora las siembras de soya y maíz transgénico se encuentran suspendidas gracias a la batalla legal que han dado campesinos, comunidades indígenas y organizaciones de todo el país para evitar los riesgos que suponen estas plantaciones y exigir comida sana”.
Por ello, Laso pidió que sean escuchadas las voces con la experiencia y la evidencia sobre alternativas sostenibles para que no se busque el beneficio de unos cuantos y se protejan la soberanía alimentaria, así como «los intereses y el bienestar de las personas y no los intereses de las corporaciones que anteponen un lucro y el poder corporativo».
Además, señaló que existen otros riesgos importantes, como ejemplo mencionó que con el uso de semillas transgénicas se pueden llegar a contaminar las semillas nativas.
EXISTE UNA SOLUCIÓN
«La solución está en las políticas, los transgénicos al contrario, implican un acaparamiento por parte de las mismas multinacionales, de las patentes, de las semillas, de los insumos que se necesitan para producir y de los cuales sólo se genera una dependencia económica y alimentaria», dijo la experta.
Por esa razón, Greenpeace hace un llamado a las autoridades mexicanas a que hagan un plan de reducción de uso de plaguicidas y fertilizantes y que a la par desarrollen un proyecto de transición hacia la agricultura ecológica a través de políticas públicas que incentiven, a través de apoyos, a la producción agroecológica y no así al paquete tecnológico que promueven a través de sus programas para el campo, que incluye el uso de este tipo de sustancias.
Es alarmante que una agencia como la FAO actúe junto con la agroindustria y no así a lado de más asociaciones de campesinas y campesinos, especialistas críticos de los organismos genéticamente modificados y con las organizaciones de la sociedad civil quienes afirman que la única alternativa para enfrentar las fallas de este modelo alimentario basado en la agroindustria, es la agroecología que garantiza una producción sana y sostenible en beneficio de las personas, productores y no de un puñado de empresas, señaló la asociación internacional.