La industria de cosas tiernas se ha vuelto cada vez más lucrativa. Disney, Pixar e Illumination Entertainment son particularmente buenos para atraer a las familias para que vean sus películas y compren la mercancía de sus personajes tiernos.
Ciudad de México, 9 de febrero (SinEmbargo/ Vice Media).– Hay una palabra en alemán para describir este fenómeno. El biólogo y etólogo austriaco Konrad Lorenz se tomó un descanso del Nacional Socialismo alrededor de 1940 para desarrollar la fórmula de la ternura. Kinderschema («esquema de bebé») es el conjunto de rasgos físicos que nos provocan decir «Awwww». Según Lorenz (quien ganó un premio Nobel por su trabajo sobre zoología y supuestamente se desdijo del nazismo), vemos ternura extrema en cabezas grandes, rostros redondos, frentes grandes, mejillas gorditas, bocas regordetas, narices pequeñas y ojos enormes.
Como acordaron los científicos desde entonces, la dulzura de los rostros de bebés «motiva conductas de cuidado en otras personas, con la función evolutiva de mejorar la supervivencia de la descendencia». En 1979, 1981, 1994, 2002 y 2012, varios científicos realizaron pruebas para medir la «percepción de la ternura» en humanos adultos que consistían en mostrar imágenes de rostros infantiles y medir las reacciones.
El consenso es que hemos evolucionado —en especial las mujeres adultas— para que los bebés nos provoquen ternura y cuidemos de ellos.
¿Y qué hay de los conejitos, los gatitos y los perritos?
Pasa algo similar. Queremos abrazarlos, alimentarlos y compartir videos en YouTube de bebés de otras especies porque nos hacen sentir la misma empatía exagerada que nos generan los bebés humanos. Mientras más humanos parezcan, más tiernos los vemos.
Si pones atención a qué tipo de videos nos dan ternura, verás que los animales que se comportan como bebés o niños son los más populares. Como estos pandas jugando en un caballo mecedor, por ejemplo, o este perezoso bostezando. O este monito que se acaba de despertar después de una siesta (duele, ya lo sé, a mí también. Se llama evolución).
El neurocientífico Edgar Coons dijo para el New York Times que ver este tipo de videos detona una «combinación sublime de ‘mecanismos de placer’ en nuestro cerebro. «Existe evidencia considerable de que estas cosas son lo que se conoce como liberadores innatos de nuestros instintos de crianza», dijo.
Estos instintos despiertan desde que somos muy jóvenes. Un estudio realizado en 2014 que fue publicado en la revista médica Frontiers in Psychology reveló que los niños de tres años empiezan a mostrar preferencia por seres vivos más pequeños y tiernos que ellos.
Todo es adorable. Pero hay algo más que podemos aprender del kinderschema: si quieres que todos compren un producto, desde hombres y mujeres adultos hasta niños, entonces haz que sea tierno.
DE LAS MUÑECAS KEWPIE A LOS MINIONS
Los muñecas Kewpie son uno de los productos más antiguos diseñados para matarnos de ternura. La ilustradora Rosie O’Neill dibujó la muñeca Kewpie original, con sus ojos enormes y suplicantes y mejillas rosadas, para el número navideño de 1909 de la revista Ladies Home Journal y fue tan popular que para 1912 ya había versiones de papel y para 1913 una fábrica alemana se dedicaba a producir muñecas Kewpie en masa. La profesora Miriam Formanek-Brunell llamó a esto «la comercialización de la niñez».
La muñeca Kewpie se volvió la mascota del movimiento de las Suffragettes. Se suponía que era para enfatizar que estaban luchando por los derechos de sus hijas. De hecho, las sufragettes apodaron a Kewpie como «la primera Suffragette».
Desde entonces, la industria de cosas tiernas se ha vuelto cada vez más lucrativa. Disney, Pixar e Illumination Entertainment son particularmente buenos para atraer a las familias para que vean sus películas y compren la mercancía de sus personajes tiernos.
Con las dimensiones correctas, cualquier personaje, criatura u objeto puede ser adorable: Bambi y Thumper, la famosa pareja de roedores Mickey y Minnie Mouse, Cencienta y sus amigos ratones, el gigantón peludo y el ojo andante de Monsters Inc, el robot decrépito llamado Wall-E, Woody y los héroes de Toy Story, los 101 dálmatas, el tesoro nacional británico Winnie the Pooh, el muñeco de nieve Olaf y el robot inflable y esponjoso de Grandes Héroes. Todos son productos de la revelación kiderschema de Lorenz.
En Pixar desarrollaron una formula matemática para la ternura. Como explicó el investigador residente Tony DeRose en este video, utilizan modelado geométrico para que sus personajes sean lo más delicados, redondos y suaves posibles.
El ejemplo más raro, delicado y redondo de este diseño de ternura es el minion. Hasta donde sé, los minions son Tic Tacs amarillas con rasgos humanos pero su comportamiento, su tamaño, su forma y su vulnerabilidad simulan algo infantil y por eso son «tiernos». ¿Por qué otra razón tendrían su propia película? ¿Por qué otra razón Universal Pictures gastaría 593 millones de dólares en publicidad que incluía ropa, accesorios, vehículos, juguetes, blancos y equipaje? ¿De qué otra forma podría sacar 1.1 mil millones de dólares y convertirla en la undécima película más taquillera de todos los tiempos?
Los minios son lo que la escritora y teórica política Hanna Arendt llama «la erotización de la impotencia, que consiste en provocar ternura por ‘cosas pequeñas’ pero también un deseo de denigrarlas y minimizarlas». A juzgar por las ganancias de la película —y el número de veces que damos clic en videos de leones marinos bebés en restaurantes—, parece que estamos dispuestos a pagar mucho dinero para sentirnos así.