La feria de arte más importante de México llega a su edición 13, y con ella, las mismas dudas del público sobre si lo que se exhibe ahí es arte o no, ¿es contemporáneo, es moderno, es diseño?, ¿vale lo que cuesta?, El galerista y expositor Hilario Galguera da sus puntos de vista.
Ciudad de México, 4 de febrero (SinEmbargo).- ¿Un bar?, ¿una pasarela?, ¿el museo más caro de la Ciudad de México?, ¿qué es Zona Maco en su decimotercera edición? Según sus organizadores, es el evento que convierte la capital del país en “el mayor punto de reunión de los más importantes coleccionistas de arte contemporáneo, moderno y objetos de diseño, nacionales y extranjeros”. De acuerdo con algunos visitantes, es un espacio necesario para la escena cultural, para otros más, un sitio pretencioso y elitista.
Asentada ya como una de las ferias de arte contemporáneo más importantes de Latinoamérica, la ahora llamada ZsONA MACO, inició el día de ayer sus actividades que durarán hasta el próximo domingo 7 de abril. Su finalidad principal, como la de todo evento de este tipo, es atraer coleccionistas que adquieran alguna de las piezas de las más de 120 galerías y 27 estudio de todo el mundo. Pero también está abierta para el público que pueda y quiera pagar los 250 pesos de la entrada.
Así, nopales colgados, frases en luz neón, envases de refresco pintados de negro, espejos y otras superficies reflejantes (las favoritas para la selfie del recuerdo, casi tan concurridas como La Gioconda del Louvre), conviven en armonía con algunos Diego Rivera, Botero, Carrington, Haring, Tamayo, Indiana, Ernst, Hirst y Warhol.
Además de otros objetos de diseño, botellas de tequila, copas de champaña, helados, revistas, coleccionistas, niños y muchos lentes, barbas y leggins.
Y A TODO ESTO, ¿QUÉ ES EL ARTE CONTEMPORÁNEO?
Para Hilario Galguera, director de la galería del mismo nombre, es muy simple: “el arte que se hace hoy”. Lo complejo es definir y redefinir el arte en general, que es donde él piensa que recaen los huecos de apreciación y denominación de qué sí es y qué no.
“Es toda aquella expresión del espíritu humano que provoca o que produce la pasión por el conocimiento, no solamente la pasión sino que crea el conocimiento, es aquello que nos revela las cosas esenciales y revela lo nuevo”, dice en entrevista con SinEmbargo.
“La manera como se expresan las artes visuales y el arte contemporáneo ahora es de una riqueza extraordinaria, pero esa riqueza también nos equivoca la mayoría de la veces, porque se piensa que prácticamente cualquier ocurrencia simpática o cualquier propuesta un poco alejada de lo común es arte. Y no. El arte, insisto, tiene que provocar conocimiento, tiene que estar con bases conceptuales, filosóficas, muy sólidas, desde luego, estar muy conscientes de la historia”, continúa.
Fotos: Luis Barrón, SinEmbargo
Para el galerista, el problema de la falta de apreciación, y sobre todo de la creación de artistas que no lo son, es la ignorancia.
“Hay una una falta de educación, hay una enorme ignorancia, hay una falta de preparación que ha permitido que últimamente una serie de personajes que no tienen ninguna formación académica, que no tienen ningún estructura conceptual y que tiene ninguna base filosófica presenten cosas que después califican como arte”, dice.
Pero entonces, ¿en dónde queda la subjetividad del arte?
“Una cosa es la aproximación que uno tienen hacia el objeto y lo que puede provocarle, pero en este sentido es una operación que es al revés, porque a lo mejor resulta que este objeto solamente a este individuo le provoca eso. Pero cuando se habla de un conjunto que está esperando tener un conocimiento distinto es absolutamente diferente”.
Y ejemplifica: “Es como si compramos un libro y resulta que lo que dice ese libro son repeticiones de otros libros, entonces no es una aportación al arte, es simplemente una antología de otros textos. ¿Qué valor puede tener esa persona que está haciendo eso? Pues el valor de un antológolo, no de un artista. Pero precisamente para eso está la labor de los educadores, de los verdaderos galeristas, de los verdaderos artistas, de enseñar y de revelar lo nuevo”.
Ante la pregunta de si todo en Zona Maco es arte, Galguera responde con cierta esperanza y resignación: “No, ojalá. Estaríamos verdaderamente ante una sucursal del paraíso. Sería como entrar a la nave principal del museo D’orsay, para que el Museo D’orsay tuviera eso pasaron muchísimos años o es como entrar a la sala de la colección permanente del Georges Pompidou, sería una maravilla”.
“Si todas estas fueran obras de artes sería el paraíso terrenal”, menciona.
Sin embargo, no niega que la feria es un gran esfuerzo. “Tampoco quiero quitar legitimidad a esfuerzos que pueden ser interesantes, agradables, si alguien hace una pintura que le gusta a otra persona y esa persona está dispuesta a hacer una transacción financiera para llevársela a su casa, pues qué bueno, es absolutamente legítimo. El pintor o el fotógrafo van a estar felices y van a poder pagar la colegiatura, y el señor que lo compró va estar muy contento porque lo va a poner en la cocina de su casa y todos los días va a ser feliz”, dice en entrevista.
EL ARTE ELITISTA
El arte tiene dos lados, por una parte -que es la que reúne a miles de personas en el Centro Banamex cada año- tiene que ver con los precios, no sólo de la entrada sino de las obras a vender, que lo alcanzan debido a su sistema de distribución, de acuerdo con Galguera.
“Si es por el valor o el precio que llega a tener el arte sí, definitivamente es elitista y así lo ha sido desde que se pintaron los Bisontes de Altamira, estoy seguro que no toda la comunidad tenía acceso a esa cueva”, ejemplifica.
“Pero eso es por el sistema de distribución que tienen las artes visuales – continúa- y eso es lo que no se ha entendido, entonces se piensa que es algo que está nada más destinado para los ricos, pero no, en eso yo estoy absolutamente en contra.
Para mí el arte en cualquiera de sus manifestaciones debe ser lo más democrático posible, debe estar al acceso de absolutamente cualquiera que pueda disfrutarlo, que pueda entenderlo, que pueda verlo, que pueda gozarlo”.
Para explicar mejor este tema, compara el “sistema de distribución” de la literatura, cuyas obras maestras pueden conseguirse con 200 pesos o menos, “porque su sistema de distribución se ramificó de la manera que se tiene que hacer, repitiendo copias, etc, ¿qué sucede con una pintura? Que nada más hay una. Y en este sistema que vivimos en el mundo, regido por este capitalismo brutal, pues desgraciadamente esa pieza se somete a estas leyes de la oferta y la demanda. Entonces si nada más hay una pieza y cada vez la quieren más personas, entonces esa pieza adquiere precios sobrecogedores”.
Pero ahí, con esos miles de pesos o de dólares que se pagan, un coleccionista adquiere también la responsabilidad social de distribuirla y darla a conocer al mayor número de personas posibles, “tantas como las que han leído El Quijote, o que han leído a Shakespeare, entonces, en el momento en que el coleccionista la guarda para sí mismo me parece que realmente no está cumpliendo con uno de los objetivos fundamentales que es la promoción del conocimiento, porque el arte transforma las vidas”, menciona el también arquitecto.
“En ese sentido el arte no es elitista. Que aquí en Zona Maco, en este día, se vea y se acuse de que es la élite la que esta reunida aquí, pues es porque se tienen que cumplir precisamente con esa función de mercado, porque resulta que los artistas son como tú y como yo, también comen, también pagan la renta, también pagan colegiaturas, es una actividad como cualquier otra».
Entonces, ¿el arte es elitista? “No. ¿Por qué va a ser elitista? […] Hoy cualquier persona puede entrar al Museo Jumex, hay que pagar una cantidad, pero estoy seguro que algún día la entrada es libre o si es estudiante no paga, pero estoy seguro que el boleto para entrar a ver la colección Jumex cuesta menos que el Cinepolis VIP”, finaliza.