¿Qué hay dentro de la cabeza del editor Julio Villanueva Chang?

23/01/2016 - 12:00 am
Creo Que Revistas Como Etiqueta Negra Sobrevivirán Porque Nunca Fueron Un Negocio Siempre Fueron Un Trabajo De Amor Propio Foto Efe
Creo Que Revistas Como Etiqueta Negra Sobrevivirán Porque Nunca Fueron Un Negocio Siempre Fueron Un Trabajo De Amor Propio Foto Efe

El director de la prestigiosa revista literaria peruana Etiqueta Negra habla de la supervivencia de los medios alternativos, de la influencia de las redes sociales, del papel del editor en tiempos informáticos y del lector “distraído” al que va dedicado cada número de su publicación

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Ciudad de México, 23 de enero (SinEmbargo).- Cuando Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel, Julio Villanueva Chang (Lima, 1967) sabía que todo el mundo publicaría homenajes o diatribas contra su compatriota, por lo que prefirió “improvisar sobre la fatalidad de ganar un Premio Nobel”, inspirado en esos momentos en que a Vargas Llosa le toman una foto, le piden que suba una silla, se cae y la pasa muy mal. El autor de La ciudad y los perros dio entonces una docena de entrevistas y también pierde la voz.

En la portada de la prestigiosa revista literaria Etiqueta Negra, el título fue el siguiente: “Mario Vargas Llosa gana el Nobel, pierde la voz y se cae de su silla [historia de una gran alegría]”.

El eslogan de Etiqueta Negra (fundada en 2002) es, por cierto, “Una revista para distraídos”, entendiendo la distracción como en algún momento la definió Octavio Paz: “Distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo”.

¿Qué tiene en la cabeza un editor, en este caso el simpático y célebre limeño? De una entrevista a fondo con Julio Villanueva Chang, extractamos 10 pensamientos sustanciales para compartirlos con los lectores de Puntos y Comas. Aquí van

Una Revista Para Distraídos Foto Especial
Una Revista Para Distraídos Foto Especial

1.¿Sobrevivirán las revistas?

Creo que revistas como Etiqueta Negra sobrevivirán, porque nunca fueron un negocio, siempre fueron un trabajo de amor propio, de convicción por el género de la crónica, el del perfil o el ensayo, que son géneros personales donde la figura del autor, en tanto una voz, un criterio de autoridad, son esenciales y vitales y producen entusiasmo, respeto y sobre todo conocimiento, cometido de una revista como la que dirijo. Hay un lío que trae dolor de cabeza a los gerentes de la industria y que tiene que ver con el papel como materia prima, pero que al mismo tiempo hace que proyectos independientes que nacen en revistas, fanzines o editoriales de garaje sean florecientes respecto de los criterios industriales. Por un lado, es cierto que el negocio editorial está en decadencia, pero por otro lado también hay más oportunidades de buscar una singularidad en proyectos independientes.

2.¿Por qué no estás  en Twitter?

Creo que responde a un estado de ánimo en esta etapa de mi vida, a la decisión de no dejar de leer, no disminuir mi búsqueda de estar solo que es leer y escribir. Que es una manera de estar solo, en otras palabras, aprender a estar solo. Respeto sobre todo Twitter como una sala de urgencias, es decir, que es tremendamente beneficioso cuando se trata de anunciar una urgencia, un desastre, una tragedia, es una forma de ayudar a alguien y al mismo tiempo para hacer reclamos. Veo siempre con asombro cómo por Twitter te quejas de un mal servicio o de una línea aérea. La línea aérea, cuando es por Twitter, te responde, pero si llamas por teléfono no, pues tienes todos esos vericuetos y esa burocracia de las máquinas que te contestan y que jamás te resuelven el problema. Creo que si me metiera al Twitter probablemente me gustaría demasiado y ya tendría una excusa para no leer ni escribir y para estar lamentándome de que no he leído a tal autor. Ya no se trata ni siquiera de información, sino de placer.

Creo que el Twitter es más demandante que el Facebook. De Facebook, yo fui parte de la resistencia y lo tengo del 10 de enero de 2010, a las diez de la mañana. Elegí esas coincidencias por maniático y lo elegí porque viajaba y al viajar anunciaba mis viajes y eso me permitía conocer a gente que me importaba. Por ejemplo, ahora hemos iniciado una especie de citas a ciegas en determinadas ciudades adonde voy. En un momento en el Facebook de la revista se anuncia que voy a estar en un sitio dos horas más tarde. Lo hicimos en Bogotá, en una cita a ciegas y fueron dos personas, un italiano y una colombiana y pude hablar un par de horas con ellos y preguntarles cómo conocieron la revista, qué recuerdan de ella y explicarles lo que es invisible, el trabajo artesanal de leer y escribir, de pensar y seleccionar una idea, de convertir el dato en conocimiento y en tratar de publicar una revista que sea una alternativa a lo que sueles encontrar escribiendo cinco palabritas en el Google. Para mí lo importante es, en colaboración con todos los cómplices de la revista, poder producir historias de las que la gente se pueda acordar y los desengañe, a partir de prejuicios o ignorancias que tenían hasta ese momento, antes de leer el texto. Esa es mi ilusión y es propio de un iluso.

3.¿Qué es realmente lo importante en tu labor como editor: la trayectoria o la novedad de un autor?

Va en ambos criterios, ambas ilusiones. Creo que todo el mundo quisiera publicar a autores que busca desesperadamente leer y Martín Caparrós es uno de ellos y Héctor Abad es otro de ellos, Jon Lee Anderson es otro de ellos y lo fue Monsiváis, quien publicó en la revista desde el número uno hasta sus números de algunos años anteriores; también, por otro lado, Dave Eggers, que también ha escrito cosas para la revista; JonLee Anderson ha publicado cosas escritas especialmente para la revista, no solamente traducidas, que hay una cuota de traducción que sí cumplimos con la revista, sino también tener el placer, la fortuna de intuir que alguien que no es muy conocido debería ser conocido y convertirte en un promotor de esa posibilidad de ser conocido, de ser memorable, de ser buscado, de ser útil. No hay nada más extraordinario para un editor que haber tenido la fortuna de ayudar a conocer a un autor y, por supuesto, que haya ese mutuo agradecimiento por ese intercambio y esa fortuna de estar juntos, de haber sido parte de una historia de la revista y una historia personal. Creo que las dos cosas valen.

No Hay Nada Más Extraordinario Para Un Editor Que Haber Tenido La Fortuna De Ayudar a Conocer a Un Autor Foto Especial
No Hay Nada Más Extraordinario Para Un Editor Que Haber Tenido La Fortuna De Ayudar a Conocer a Un Autor Foto Especial

4.¿Cómo trabajas?

Etiqueta Negra es una revista internacional hecha en el Perú y, a pesar de que comercialmente no vive de suscriptores ni de exportaciones, ni de que esté presente en librerías o se pueda enviar el ejemplar impreso a la puerta de tu casa, la mayoría de sus autores son extranjeros y la mayoría de sus lectores son extranjeros, junto a los lectores nacionales. Por ejemplo, edito bastante usando el chat, usando el Skype y son experiencias de intercambio sobre una idea, sobre la escritura, sobre el trabajo de campo, sobre los detalles, a través del paso del tiempo; a veces se resuelven textos en dos semanas, a veces se resuelven en un año y medio como el perfil de Leonardo Faccio sobre Lionel Messi, que se convirtió en un libro. A veces hay un tiempo intermedio, como algo más de mes y medio o dos meses, como con Alberto Fuguet y la historia de su tío que luego se convirtió en un libro, que se llama Missing. La historia de la revista ha sido una historia internacionalista, una historia que a pesar de haber sido parida en Perú siempre ha tenido esa idea de complicidad sin fronteras.

Siempre ha tenido esa idea de poder hacer visible lo que no nos importa en otras partes. Por qué habría que tener una historia que ocurre en Butango, por qué nos importaría un historia sobre piratería en Togo, por qué quedaríamos pensativos con una historia sobre la noche en Laponia, que publicamos en el número dos, cómo ese ser habitante de un lugar donde hay épocas en que todo el tiempo es noche produce una personalidad que ignoramos y que nosotros tal vez nunca aceptaríamos, nunca soportaríamos, nunca toleraríamos. Un credo en la revista es intentar entender lo ignorado, lo que nos provoca prejuicios y convertir ese dato en conocimiento, pero al mismo tiempo en lo posible, emocionar no sólo en lo intelectual, no sólo una pasión intelectual, también recordar que las historias se tratan de gente. Por eso es que nos gusta tanto publicar el género de perfil, son retratos sobre personas que intentan entender a esa persona, uno de ellos, de los más exitosos de los últimos meses, es el perfil de Carlos Slim, que se titula “Carlos Slim, un mecenas que usa calculadora. ¿Puede el hombre más rico del mundo ser una buena persona?” En cualquier historia intentamos que el género de la crónica, del testimonio o del ensayo, produzca un debate, que leerlo sea entrar a discutir ideas, ignorancias, prejuicios, costumbres y que haya una actitud crítica… y eso nos produce un placer, nos produce unas ganas de seguir haciendo eso.

5.¿La revista es irreverente?

Sí hay un sentido del humor que no es buscado, sino que es parte de nosotros. Si no fuera parte de nosotros nos saldría muy mal. Supongo que no siempre nos puede salir muy bien, pero sí es un estado de ánimo que es la contraparte a lo que yo te dije: “Mi estado de ánimo no me permite tener un Twitter en esta época de mi vida”. Tal vez más adelante. Uno elige cosas por razones arbitrarias, muy personales, por ejemplo, yo quiero conocer Asunción, Paraguay y me dieron la oportunidad de escoger una historia entre Haití, Brasil, Paraguay, Uruguay… Paraguay es un país que me intriga; la historia ocurría en un río, con un tronco gigantesco en una canoa y me di cuenta de que mi estado de ánimo ahora y mi impulso de energía no me permitía eso. Yo quería una situación más urbana y elegí Montevideo, porque también quería conocerlo.

En otra situación, alguien te podría decir por qué escogiste Montevideo, por qué irte a una terminal de bus a hacer una historia sobre una terminal de bus, por qué un centro comercial, en lugar de la aventura de viajar con un tronco de un lugar a otro o de un río, pues obviamente hay respuestas personales para eso que tiene que ver con el estado de ánimo, en un momento como éste, y en ese sentido quienes hacemos la revista y quienes escriben en la revista muestran esos estados de ánimo y uno sabe cuándo elegir a un autor para hacer una historia en lugar de otro y en esa cualidad de elegir puede ser una virtud o un defecto. El instinto ayuda justamente a crear en la revista un traje de obrero elegante, pero al mismo tiempo saber hacer un traje a medida del autor y tratar de persuadirlo para que salga un poco de su traje de siempre y al mismo tiempo ellos persuadirnos de nosotros entrar en el traje que ellos usan y que no hemos usado antes.

En Cualquier Historia Intentamos Que El Género De La Crónica Del Testimonio O Del Ensayo Produzca Un Debate Foto Especial
En Cualquier Historia Intentamos Que El Género De La Crónica Del Testimonio O Del Ensayo Produzca Un Debate Foto Especial

6.¿Una revista como Etiqueta Negra requiere estar en esa crisis constante para seguir burlándose de la realidad?

El acta de nacimiento de la revista está en una carta en el número cero que escribí. Yo decía que nosotros seguiríamos tocando nuestra música como la orquesta del Titanic, aunque el barco se estuviera hundiendo y, mira, es eso. Nosotros seguimos tocando nuestra música aunque el barco se hunda. A mí siempre me gustó esa dignidad de la orquesta que podía ser un acto de irresponsabilidad con sus familias de los músicos, no lo sé, cualquiera podría tener sus interpretaciones, pero creo que si hay algo que recuerdo de Titanic es eso, pero esa conciencia de nuestra fragilidad, de nuestra precariedad y de la revista como un acto colectivo de amor propio, de perseverancia, de exigencia crónica, de ilusión, de hacer esto como un acto de cariño y de respeto por el oficio, de ser afortunados a pesar de todo, creo que es más sincero que ponerse a lloriquear, quejarse, dar lecciones de moral, ir dando consejos. A mí, cuando alguien me pide consejos, evito darlos. Lo que sí puedo hacer es mostrar el trabajo de las personas que trabajan con nosotros, el nuestro y mío propio. Eso es de lo que hablo.

7.La mayor ironía sería que si se cayera la industria editorial en medio de una presentación sobre el libro electrónico…

Es una cuestión del mundo de los negocios, que no podemos evitar que tiemble el piso en el que estamos parados nosotros, pero pues en Lima siempre ha habido temblores y terremotos y siempre hemos tenido ese cielo panza de burro, albino, apagado, que dura varios meses del año y que Herman Melville comparó con el color blanco de una ballena. Cita un párrafo donde dice que “Lima es una de las ciudades más tristes del mundo, la sin lágrimas”. Alguna vez Martín Caparrós hizo un comentario sobre el comentario de un lector desde Canadá al que le sorprendía mucho que Etiqueta Negra fuera hecha en el Perú y no en México o en Buenos Aires.

Caparrós dijo: “De México y Buenos Aires lo pueden esperar sentado”; en ese momento Caparrós dijo que Etiqueta Negra era la mejor revista de crónica del continente. No sé si lo seguirá siendo, pero es un asunto secundario. Nosotros no escribimos ni para Google ni para ganar premios, es un asunto vital, es un asunto de placer, de amor propio, de entusiasmo. A mí me produce retortijones de emoción que publiquemos de vez en cuando un texto memorable y que el autor empiece a ser buscado a partir de ese texto publicado en la revista y que sea un texto producto de las conversaciones, de las oposiciones. Enriquecido por ambas experiencias; eso es un placer impagable y también es una historia secreta. Es difícil contar esas historias. Es parte del código de un editor.

Etiqueta Negra Es Una Revista Internacional Hecha En El Perú La Mayoría De Sus Autores Son Extranjeros Y La Mayoría De Sus Lectores Son Extranjeros Junto a Los Lectores Nacionales Foto Especial

8.¿Cuál es el papel del editor en un momento en el que cada vez más personas se editan a sí mismas?

Hay un editor cuya identidad pública es la de un administrador, alguien con quien tú conversas y pactan una fecha de entrega, una cantidad de palabras, la presencia de un fotógrafo o de tus fotos y que es un trabajo simultáneo con varios autores; ese editor pasa su tiempo resolviendo problemas administrativos, respondiendo mails, reuniéndose cinco veces al día. Ese es el editor tradicional de las corporaciones. Hay otro editor que es un editor minoritario, escaso, que es una persona cuyo oficio es la curiosidad y que parte de su rutina es trazar o construir un puente en el que la curiosidad se encuentre con la inteligencia y además ocuparse de resolver el problema de cómo narrar esa inteligencia, ese placer por descubrir y eso que yo llamo desengañar. Si nos referimos al segundo, ese editor pues casi nunca ha existido ni está en la mente de la mayoría de escritores o periodistas independientes, casi nadie ha sido editado.

Hay una escasez de editores, ahora se discute esta disolución del editor en el sentido de que ya no hay una persona que está vigilando los criterios editoriales en la red, porque en la red, salvo que tengas filtros que en algunos casos se usan solamente para evitar mensajes groseros, pero todo lo demás, incluyendo una gran cantidad de tonterías, dependiendo de las culturas, porque si tú ves, por ejemplo, la página de comentarios del New York Times y la comparas con la de El País vas a ver una diferencia cultural que no sé si se deba a la educación, al tipo de lectores, a un editor o a una normalidad en opinar y tener otro tipo de argumentación, o si tiene que ver con una cultura protestante versus una cultura católica. Todo puede ser decisivo y también puede ser caprichoso, pero si se habla de esa disolución del editor y de textos colectivos, en el que justamente los comentarios de los lectores ocasionales forman parte ya del texto producido por un autor, que empieza a corregirlo a partir de gente que sabe cosas que él no sabe o que corriges cosas cuando has incurrido en un error, pues es cierto que ese tipo de editor tradicional, el administrador más que el lector exigente, es cierto que ese editor-administrador va a ser menos editor y va a ser más administrador, aunque nominalmente lo seguimos nombrando editor. Esta parte es un poco confusa, hay que tener cuidado.

9.¿Cuál es el valor de la ironía en Etiqueta Negra?

La ironía  es una forma más potente de decir lo que quieres decir, no es una forma de ocultarse; es una forma que a veces es más elegante, a veces es más ingeniosa, a veces es más delicada, pero de ninguna manera una forma de barnizar lo que quieres decir, en el sentido de poner una lámina de opacidad. Elegir la ironía en lugar del sarcasmo, por ejemplo. Yo por lo menos lo entiendo como una forma, como decía Gay Talese, “de decir la verdad sin ofender”. En algunas ocasiones puede provocar disgusto, en algunas ocasiones puede ser celebrada. En esencia, la ironía no es una forma literaria, es una visión del mundo. Ser irónico es una forma de mirar el mundo y de aprender a convivir con él. En su forma más elemental de una ironía es afirmar algo cuando en realidad quieres decir lo contrario, pero tienes que crear un guiño público, suficientemente claro para que no sea un malentendido. Es una forma de mirar el mundo, es una forma menos lineal, más lateral de asomarse a mirar lo que sucede, lo que no sucede.

10.¿Quién es ese lector distraído, en el que piensa Etiqueta Negra?

Distraído, en el sentido que dice Octavio Paz: “Distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo”. Ese lector distraído por supuesto soy yo. Gran parte del placer de hacer una revista es la posibilidad de intuir qué cosa es lo que creemos que algunas personas quisieran leer sin saberlo. Hay un momento de egoísmo en el editor. Hay un momento en que tienes que ir en contra del propio público y defender tus convicciones, tus intuiciones. Un editor decente no es el que complace a sus lectores, lo que tú haces es intentar desengañarlos, pero es un intercambio. Ellos también te están desengañando a ti. Si no yo no estaría aquí.Hay gente que nace con el don, no en el sentido esotérico, de leer la mente de una determinada comunidad de lectores, de cómplices y es muy difícil transmitirles eso en una clase, en una entrevista. La única forma en que he encontrado para transmitirlo es citar una serie de ejemplos infinitos hasta cansarlos. Al mismo tiempo me escucho a mí mismo y leo, eso es escuchar a muchísima gente, no sólo a los autores sino todas esas influencias y deudas que tienen los autores de esos ensayos, de esas novelas, de esos artículos periodísticos, de esas películas, de esas canciones, de estas orquestas. Todo sirve. Todo entra en ese archivo privado íntimo que tú siempre estás escuchando simultáneamente y estás eligiendo un detalle que revele una verdad mayor y eso es lo que me pasa.

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