El Papa Francisco citó, entre las actuales situaciones de emergencia migratoria, la de «la frontera entre México y los Estados Unidos de América» al recordar que el próximo mes visitará Ciudad Juárez, Chihuahua.
Ciudad de México/ Vaticano, 11 de enero (SinEmbargo/EFE).- El Papa Francisco adelantó hoy en el Vaticano parte del mensaje que llevará a México en febrero próximo, el cual está dedicado a favor de los migrantes.
El líder católico pidió a los embajadores no olvidar las “situaciones dramáticas” que se viven en la frontera con los Estados Unidos y evocó su próxima visita a la norteña localidad mexicana de Ciudad Juárez, Chihuahua.
El Pontífice recordó que el fenómeno de la inmigración «a lo largo del año 2015 ha afectado principalmente a Europa, pero también a diversas regiones de Asia, así como del norte y el centro de América».
«Quisiera detenerme a reflexionar con ustedes sobre la grave emergencia migratoria que estamos afrontando, para discernir sus causas, plantear soluciones, y vencer el miedo inevitable que acompaña un fenómeno tan consistente e imponente», dijo.
Describió cómo la actual situación migratoria se debe a que «miles de personas huyen de guerras espantosas, de persecuciones y de violaciones de los derechos humanos, o de la inestabilidad política o social, que hace imposible la vida en la propia patria».
Citó a aquellos que «escapan de la miseria extrema, al no poder alimentar a sus familias ni tener acceso a la atención médica y a la educación, de la degradación, porque no tienen ninguna perspectiva de progreso, o de los cambios climáticos y las condiciones climáticas extremas». Y agregó que «duele constatar» que, «sin embargo, a menudo estos emigrantes no entran en los sistemas internacionales de protección en virtud de los acuerdos internacionales».
Durante su largo discurso, Francisco llamó a detener el flagelo del tráfico de personas que convierte a los seres humanos en mercancía, “especialmente a los más débiles e indefensos” y evocó las “indelebles imágenes” de los niños ahogados en el Mar Mediterráneo, víctimas de la falta de escrúpulos de los hombres.
El Pontífice argentino dijo que «gran parte de las causas que provocan la emigración se podían haber ya afrontado desde hace tiempo» para evitar así «sus consecuencias más crueles», por lo que instó a la «urgente» realización de «planes a medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia».
La magnitud de la llegada de inmigrantes, explicó el Papa, ha hecho surgir «numerosos interrogantes acerca de las posibilidades reales de acogida y adaptación de las personas».
El Sumo Pontífice hizo referencia a los «temores sobre la seguridad, exasperados sobremanera por la amenaza desbordante del terrorismo internacional», por lo que pidió que «no se pierdan los valores y los principios de humanidad, de respeto por la dignidad de toda persona, de subsidiariedad y solidaridad recíproca, a pesar de que puedan ser, en ciertos momentos de la historia, una carga difícil de soportar».
También expresó su gratitud por todas las iniciativas que se han adoptado para facilitar una acogida digna de las personas y entre estas citó los países cercanos a Siria, especialmente el Líbano y Jordania.
«Es importante que no se deje solas a las naciones que se encuentran en primera línea haciendo frente a la emergencia actual [como Italia, según el Papa], y es igualmente indispensable que se inicie un diálogo franco y respetuoso entre todos los países implicados en el problema», instó.
Francisco refirió que en la actualidad un extendido “espíritu individualista” genera la indiferencia hacia los demás y lleva al hombre a tratar a su semejante como “puro objeto de compraventa”, convirtiendo a las personas en sean pusilánimes y cínicas.
“¿Acaso no son estas las actitudes que frecuentemente asumimos frente a los pobres, los marginados o los últimos de la sociedad? ¡Y cuántos últimos hay en nuestras sociedades!”, añadió.
Advirtió que los estados no pueden pretender buscar por su cuenta dichas soluciones, ya que las consecuencias de las opciones de cada uno repercuten inevitablemente sobre toda la comunidad internacional.
El Papa denunció la “arrogancia de los poderosos” que, “con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos”, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objeto.
Dijo que el fenómeno migratorio plantea un “importante desafío cultural” y por eso pidió que la acogida sea una oportunidad para “una nueva comprensión y apertura de mente”.
También expuso las obligaciones de los migrantes, quienes tienen el deber de respetar los valores, las tradiciones y las leyes de la comunidad que lo acoge.