Emocionado pero sobre todo agradecido con el público mexicano que desde hace más de cinco décadas le entrega su cariño, el tenor Plácido Domingo celebró anoche en medio de música de mariachi, un coro monumental y una lluvia de miles de papeles tricolor, las más de cinco décadas de su debut en este país.
Fue un concierto emotivo, que desde el inicio le arrebató una que otra lágrima ante las muestras de cariño de la concurrencia; también fue una noche de recuerdos, de mirar atrás y pasar la estafeta a su hijo Plácido Domingo Jr., quien tímidamente subió al escenario tratando en vano de llenarlo.
Una noche de amor recíproco entre el tenor y un país que lo ha hecho suyo; una fiesta acompañada por la música de mariachi, las notas del “Son de la negra”, “El cascabel”, “Paloma querida”, “El rey”, “Ella” y el “Cielito lindo”, a coro con cerca de 10 mil personas.
Un recital que quedará en la memoria del cantante y director de orquesta de origen español, pero tan mexicano como el que traje de charro que lució al final del recital.