Poesía contra todo, a pesar de todo, también a favor de la palabra compartida y la reflexión a través de un lenguaje misterioso y profundo. Es lo que nos llena de alegría, mostrarles estos libros maravillosos
Ciudad de México, 29 de diciembre (SinEmbargo).- De todas las listas, de todos los balances, nada nos produce mayor alegría que elegir los 10 libros de poesía del año.
Se agolpan los libritos delgados, con portadas coloridas, entre el montón de libros señorones, con tapas esplendorosas y tonalidades brillantes.
Allí están los chiquitos, sin embargo, fieles a su propia identidad, a sabiendas de que lo que hay dentro es muy grande y muy transformador.
Aquí van nuestros libros favoritos por orden de emoción y admiración. Ojalá que en nombre de la Diosa Poesía, disfruten estos trabajos tanto como nosotros.
Jaws,
por Xitlalitl Rodríguez Mendoza (Mantis Editores)
Si tuviéramos que elegir un libro del año, uno para poner en la mochila cuando nos vamos de expedición al desierto, sería este. Nació de una confusión de la poeta jalisciense nacida en Guadalajara en 1982. Ella creía que “jaws” era una palabra que nombraba a los tiburones, cuando en realidad alude a las mandíbulas de dichos bichos marinos. Y ahí se lleva, entre la semántica inglesa y una voz poética extraordinaria.
Esto es agua / respira / abismo minúsculo dentro de otro / caes / dentro de ti caes / dentro caigo / todo en mí suspendido / hacia adentro / espasmos oscuros / asfixiarme es nacer / estoy naciendo / esto es agua.
Mapping,
por Óscar David López (Conaculta)
Dice que es escritor y transformista. Vive en Monterrey, aunque nació en la ciudad de México en 1982. Su nuevo libro –luego del abrumador Farmacotopía– es profundo y comprometido, sea lo que sea que eso signifique. Tenemos debilidad por Óscar David López, un poeta rotundo y constante. Al que nos gusta llamar regiomontano…y transformista.
proyectamos las imágenes del camino
sobre el camino:
un mapa de
flores azules y rojas
sobre cactus sin flores: ficus de luz verde sobre
mezquites secos
Teoría de las pérdidas,
por Jesús Ramón Ibarra (CFE)
Ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2015, el libro desmonta las trampas de la ausencia con versos en tiempo presente, con una convicción que socava la tristeza y la hace florecer.
Fue citado en las encuestas de libros del año como el preferido de varios escritores y se lo merece. Jesús Ramón Ibarra nació en Culiacán en 1965.
Asume el Dios henchido
Su posición de ángel armado hasta las alas.
Al centro del vértigo,
en la corona argenta de la fiebre.
Cabuyero práctico,
por Luis Bugarini (Mantarraya)
De la editorial de otro poeta, Antonio Calera-Grobet, llega este libro del también ensayista y narrador nacido en ciudad de México en 1978. Se trata de un poemario sin discurso lineal, con varios entramados entre versos construidos con pasión de orfebre y donde todo sentido deviene en sinsentidos potentes e inquietantes.
vocaliza el petirrojo
y se eleva en el horizonte
el tenedor y la cuchara
murmullo que anuncia
el bloqueo del sol
me estreso más de la cuenta
porque sólo es un trabajo
humor, tranquilidad y genio
para los adversarios
no todo se encuentra perdido
Mongolia,
por Feli Dávalos (Mantarraya/Bonobos)
Nació en ciudad de México en 1982 y Feli Dávalos es de usar muchos puntos en los poemas, con una vocación de rotundidad que desconcierta y atrapa. Como si golpeara con fuerza y su martillo justiciero una letra donde las palabras quisieran marcar récords de velocidad. Es pura alegría esto que a veces rima y a veces no.
Tu corazón bombea 343 litros de sangre
cada hora.
Es decir, más de 8,000 litros de sangre
al día.
Como 3 millones de litros de sangre
al año.
El equivalente a llenar de sangre
cuatro albercas olímpicas.
La vida es un sueño de ingeniería atómica.
Come frutas y verduras.
Rabia de vida,
por Julia Santibáñez E. (Resistencia)
En su primer poemario, la también periodista y editora descose y cose la noción del cuerpo con una sensualidad pasmosa. Son palabras como gotas de miel, hiel y rabia, donde como bien marca Mónica Lavín en el prólogo, el lector no sabe dónde acaba uno y comienza el otro ser, el otro cuerpo.
Salgo de mi guarida
Hambrienta
Lo percibo en el aire,
el manjar espera.
Húmeda
avanzo en pasto seco
Buscando
la fuente del aroma
En la oscuridad,
mi olfato despierto.
Los pájaros de la cervecería,
por Rafael Catana (Ediciones sin fin)
Lirismo contumaz a cargo del también cantautor rupestre, un bordador de palabras como gritos cerrados en la urbanidad del alma. “Formas jubilosas de la emancipación humana al deambular en compañía de seres esclarecidos”, dice Mario Raúl Guzmán.
Un desconocido silba en tu ventana
Mientras los perros ladran
Y hay cohetes de fiesta en tu pueblo
Nadie se da cuenta de que sólo soy un fantasma
Un reducto de alquitrán
Una lluvia de estrellas
La estatua del poeta en la plaza
Una línea de pájaros que se engancha en la luna
Hemos caminado siglos esta madrugada,
por Javier Medina Bernal
El poeta panameño, nacido en la capital de dicho país en 1978, habla de la vida, la lluvia y la muerte con una inocencia sentimental muy empática, apuntes de estado de ánimo donde el ser se confunde entre confesiones y nostalgias.
Todo se junta.
Todo.
O sea, las cosas se abalanzan desde frentes varios,
Traen estallidos y grito,
Bolsas llenas de hormigas.
Los últimos tres años,
por Jorge Fondebrider (Universidad del Claustro de Sor Juana)
Una rebelión contra la realidad que plantea la honda dificultad de la pérdida plantea versos pesimistas y amargos por parte de uno de los grandes poetas argentinos contemporáneos. “Una voz notable de la actual poesía latinoamericana”, escribió José María Espinasa.
Es un día claro, de cielo azul sin vértigo,
pero por un momento la nube mancha el verde,
opaca los cercos y senderos, los túmulos, la turba,
y el paisaje de Irlanda no es Irlanda, sino yo
poniéndole unos sueños a la tarde
tan vanos y aleatorios como siempre,
que al fin y al cabo no le corresponden.
El corazón de los otros,
por Paula Jiménez España (Tabaquería Libros)
La poeta argentina explora todas las preguntas para ofrecer respuestas que crean enigmas nuevos y secretos a voces que se esparcen por poemas cerrados y perfectos. Una voz singular por lo desnuda y frágil, verdadera.
Sobre la arena estábamos. Yo pregunté:
¿cómo deja de latir un corazón?
¿cómo es posible? El sonido del mar
convirtió en muecas
vacías mis palabras ¿Cómo es posible?,
repetí. No dijo nada.
No conocieron alimento, aire
las criaturas perfectas que nunca develó
delante de mí. En medio de la noche, silenciosa
las acopió su corazón secreto.
Yo vi al amor, dije después, se iba tapando
como la luna en noches nubladas por la lluvia.