Las ovaciones de pie al autor de Noticias del Imperio, flamante ganador del Premio Cervantes y un discurso tan abrumador como lúcido, donde el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, Enrique Vila-Matas, anunció el fin de la literatura, dieron color y forma a la ceremonia inaugural del encuentro librero más importante del continente
Guadalajara, Jalisco, 28 de noviembre (SinEmbargo).- Curioso. Irreverente. El fantástico. Todavía a sus 80 no sabe si es pintor o escritor, aunque sus obras literarias magistrales Palinuro de México, José Trigo y Noticias del Imperio han alcanzado para que el proverbial Fernando del Paso ganara el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras en español.
Está en su tierra y es recibido con una ovación de pie. La ceremonia transcurre con el tedio propio de los discursos de los funcionarios –aquellos farragosos conjuntos de palabras donde no vuela un pájaro ni un gusano se vuelve mariposa- y cuando, otra vez, alguien vuelve a decir su nombre: otra ovación, otros gritos apasionados de admiración genuina.
Es lo que no se puede medir ni controlar: la pasión popular.
Encabezada por Raúl Padilla López y Marisol Schutz, presidente y directora, respectivamente, la Feria Internacional del Libro en Guadalajara abrió hoy su edición 29 rendida a los pies de Fernando del Paso y, más tenue aunque con igual fervor sincero, a las palabras del catalán Enrique Vila-Matas, flamante Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2015.
Entre el amor por Fernando del Paso y los atentados de París (la situación mundial de extrema violencia, la tragedia de los inmigrantes, mencionados con valentía por el autor catalán), la ceremonia de apertura de la FIL dejó un sabor agridulce entre los presentes.
Así las cosas, Rafael Tovar y de Teresa –en representación del Presidente Enrique Peña Nieto-, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera y funcionarios locales fueron testigos privilegiados en la ceremonia inaugural de la FIL Guadalajara 2015, que tiene este año a Reino Unido como invitado de honor, del discurso devastador y apocalíptico del escritor catalán Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948).
UN ESCRITOR PROFETIZADO POR ROBERT WALSER
Antes de las palabras abrumadoras y pesimistas, plenas de lucidez, del autor de Bartleby y El mal de Montano, entre otros, el crítico mexicano Christopher Domínguez-Michael realizó una semblanza donde destacó su “lejana apuesta entusiasta por un escritor de la otra orilla, que cuando publicó Historia abreviada de la literatura portátil, tenía 37 años y yo apenas 23”.
“No podría ser mi padre, él, el recalcitrante hijo sin hijos, que llama a sus novelas mis hijas”, dijo al referirse al autor reconocido por un jurado compuesto por Patricia Martínez García, Pierre Assouline, Joaquín Garrigós, Alberto Manguel, João Cezar de Castro Rocha y Ottmar Ette, que valoró sobre todo la contribución que el autor de Doctor Pasavento hizo a la renovación literaria tanto en América como en Europa.
El Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (que lleva en secreto el nombre Juan Rulfo), “tampoco podría ser un hermano mío por una falta de familiaridad compartida, que en su caso es una familiaridad rancia y sepia como la Barcelona de los ’50 bajo el dominio del Generalísimo”, afirmó Domínguez-Michael.
“Para muchos leer a Vila Matas es confirmar una filiación que si hoy es canónica no lo era del todo antes de él. Un escritor profetizado por Robert Walser que estudia todas las posibilidades narrativas del escritor moderno como personaje. Melancólico sin ser pesimista, con poca solemnidad para ser considerado un romántico”
“Lo suyo son los aeropuertos, las maletas olvidadas, las estaciones de trenes, los dobles y los espías, las habitaciones de hotel y es el prosista más creativo, lúdico y veloz que ha tenido la lengua española desde Ramón Gómez de la Serna.
Todo lo que toca Vila-Matas se vuelve literatura y su soberanía (en las letras) es libre y trascendente”, aseguró el reconocido crítico literario.
EL FUTURO SEGÚN ENRIQUE VILA-MATAS
A su tiempo, con saco azul, camisa celeste y sin corbata, con su acostumbrado gesto adusto, su poca disposición a la sonrisa y aun así cultor de un humor desopilante, unos tenis morados, el “barcelonés” –como quiso ser llamado en un momento donde el debate por la independencia recorre de una punta a otra el territorio catalán- agradeció el galardón y comenzó a leer su discurso.
“He venido a hablarles del futuro. Supongo que del futuro de la novela, aunque quizás sólo del futuro de este discurso”, dijo Enrique Vila-Matas con su voz grave y susurrante.
“Sitúense en 1948, el año en que nací, en la tarde de agosto en que un disco extraño y casi silencioso comenzó a sonar en las emisoras de música de Maryland y pronto se fue extendiendo por la Costa Este, dejando una estela de perplejidad en sus casuales oyentes”, contó el escritor.
Era el rocanrol que nacía al compás de la canción “Demasiado pronto para saberlo”, ejecutada por cinco músicos de Baltimore. Algo cambiaba aquella mañana de agosto de 1948. Empezaba el futuro, una nueva era.
“He venido a hablarles del futuro. Busco con ello complicarme la vida”, como siempre se la ha complicado en la literatura, “trabajando en libros difíciles a los que he llevado al límite, mientras se convertían en callejones sin salida. Cada libro me llevaba a dejar de escribir. Me costaba salir del callejón, pero siempre hay un pequeño hueco por donde escapar. Los callejones sin salida han sido lo central de mi obra”, afirmó.
“Estoy acostumbrado a relacionarme con el futuro. Me adelanto a lo que pueda pasar y cuento mis viajes antes de hacerlo en formas de crónicas que se publican en el periódico donde trabajo y cuando llego al lugar trato de vivir lo que escribí.
Ahora, frente a ustedes, vivo lo escrito. El futuro a veces no es tan indescifrable, como lo demuestra este discurso que escribí antes”, precisó con su humor característico.
Habló de Robert Walser, “mi Sandokán moral”. Habló de cómo Nietzsche hacía de la vida literatura y habló de sus propósitos y sus sueños del futuro: una prosa a cuerpo descubierto, la prosa del nuevo siglo.
“Creía que el futuro sería un tipo de novela instalada en la frontera, donde se mezclaría lo autobiográfico con el ensayo, literatura mixta donde los límites se confundirían y la realidad bailaría en la frontera con la ficción y el ritmo del baile borraría la frontera”, contó al destacar el arte de Marcel Duchamp, de Roberto Bolaño, “ese que obliga a un escritor a convertirse en artista y poeta”.
Habló del sueño de la novela del futuro, donde “la forma fuera el contenido y el contenido fuera la forma”.
LAS COSAS SE TORCIERON
“Creía que todos devendríamos artistas y poetas, pero luego las cosas se torcieron y entre sombras de Grey, ahora triunfa la corriente de aire, siempre tan limitada, de los novelistas con tendencia obtusa al desfile cinematográfico de las cosas, por no hablar de la corriente de los libros que nos jactamos groseramente de haber leído de un tirón”, dijo Vila-Matas.
“A la caída de la capacidad de atención ha contribuido una industria editorial que está erradicando de la literatura todo aquello que nos quiere hacer creer que es demasiado pesado, o que va demasiado cargado de sentido, o que puede parecer intelectual. Y el panorama, desde el punto de vista literario –si es que ese punto de vista aún existe- es desolador”, agregó.
Mi biografía va del nacimiento del rocanrol a los atentados en París, dijo Enrique, para citar también a un personaje de un relato de Mario Levrero que explicaba por qué los escritores se deprimían con tanta facilidad.
“Se deprimen porque no pueden tolerar la idea de tener que vivir en un mundo estropeado por los imbéciles”, decía el personaje del genial escritor uruguayo del que ha echado mano Vila-Matas, un valiente con todas las letras, para construir la épica hablada que narra tal vez el fin de la literatura o cómo, después de todo, quiso alguna vez la literatura llegar al futuro, pero no lo consiguió.
“He pensado en los emigrantes de la guerra de Siria que, después de haber arriesgado la vida, ponen pie en tierra en una isla del Mediterráneo y luego lentamente se van alzando, se van elevando, también para sentir que vuelven a ser.
Y al pensar en ellos he oído el eco de las voces de los supervivientes que nos hablan en el documento de Svetlana Alexeievitch sobre Chernóbil. El libro no trata tanto de la catástrofe general como del mundo después de esa catástrofe. El libro habla de cómo la gente se adapta a la nueva realidad. Esa realidad que ya ha sucedido, pero aún no se percibe del todo, pero está aquí ya, entre todos nosotros, susurra el coro trágico. Ustedes me van a perdonar, pero lo que dicen las voces de Chernóbil, el gran coro, es el futuro”, concluyó.
“Soy todo yo, muestro el hombre político que menos se conoce y también existe, es lo que quería decir en referencia a la matanza de Charlie Hebdo y el discurso (titulado “Futuro”) fue escrito antes de los atentados de París”, explicó Vila Matas a SinEmbargo, luego de la ceremonia inaugural.
Su discurso, aunque pesimista, hizo hincapié en un mundo que no se define por los buenos libros ni los grandes artistas, los elementos que dan de todos modos sustancia al sueño de la Feria Internacional del Libro que dio hoy su inicio, con homenajes programados a Elena Poniatowska, Fernando del Paso y evocaciones de Julio Scherer, Hugo Gutiérrez Vega y Carmen Balcells, entre otros.
Serán 9 días donde una programación variada y con vocación universal, con programas especiales para los más jóvenes y los niños, dará cabida a escritores destacados como el británico Salman Rushdie (abre mañana al mediodía el Salón Literario), el reciente Premio Princesa Asturias de las Letras, el cubano Leonardo Padura y el estadounidense Jonathan Franzen, entre muchos más.