Londres, 24 nov (EFE).- Los servicios de urgencias franceses se vieron obligados a hacer un «uso civil» de las técnicas de «medicina de guerra» para lidiar con los cientos de heridos que dejaron los atentados de París el pasado día 13, según relata hoy un grupo de médicos galos en la revista científica «The Lancet».
«El número de pacientes ingresados fue mucho más allá de los que habíamos imaginado que podríamos atender al mismo tiempo», señalan los médicos, miembros del organismo público que agrupa a los hospitales de París (APHP, en francés), que subrayan sin embargo que los ataques «no fueron una sorpresa» para el servicio de urgencias.
Una hora después de la primera explosión en el Estadio de Francia se activó un plan de crisis para coordinar a 40 hospitales de París que estaba delineado desde hacía dos décadas, pero que nunca se había puesto en práctica hasta ahora.
En los últimos meses, además, los hospitales de la capital gala habían trabajado con la unidad antiterrorista de la Policía para perfeccionar los protocolos de actuación en previsión de atentados.
En pocas horas, llegaron a centros de París 302 personas, de las cuales dos habían fallecido durante el traslado y 46 fueron capaces de acudir por su propio pie.
A mitad de la noche, 35 equipos quirúrgicos habían operado a los heridos más graves (76 en total), mientras que al resto de heridos, la mayoría de ellos con impactos de bala, se les aplicó medidas hemostáticas para «controlar los daños».
«Esta es la aplicación civil de la medicina de guerra», detallan los doctores en su artículo, en el que especifican cómo trataron de mantener la presión sanguínea de los heridos «al nivel más bajo posible manteniendo la consciencia» por medio de torniquetes, vasoconstrictores y antifibrinolíticos (medicamentos que disuelven los trombos sanguíneos).
«La demanda de torniquetes era tan alta que el personal de las unidades móviles regresaba sin sus cinturones», explican los médicos.
Los servicios de emergencias recibieron a las 20.30 GMT el aviso de explosiones en el Estadio de Francia, y durante los siguientes 20 minutos fueron advertidos de tiroteos en otros cinco puntos de la ciudad, incluida la sala de conciertos Batacalan, donde murieron 89 personas.
Los encargados de coordinar el dispositivo médico enviaron durante los primeros minutos a 45 equipos a las ubicaciones donde se habían producido ataques y reservaron otras 15 unidades.
«No sabíamos cuándo iba a terminar la pesadilla. Con esa estrategia logramos evitar que nuestros recursos quedaran saturados. A menudo, en situaciones de emergencia, todos los medios se envían al primer lugar donde estalla la crisis», señala el artículo en «The Lancet».
Además del operativo de emergencia previsto, una parte del personal médico de París se incorporó al servicio de forma espontánea.
«Cuando llegué al hospital de Lariboisière, dos horas después de que empezara todo, me sorprendió descubrir que al menos seis o siete de mis colegas de diversas especialidades ya estaban allí, además de los doctores que tenían turno esa noche», rememora un cirujano de trauma.
«También vinieron a ayudar enfermeras. Todo ese personal adicional nos permitió abrir dos quirófanos para cirugía ortopédica, uno para cirugía neurológica, otro para operaciones en oídos, nariz y garganta, y dos para cirugía abdominal», afirmó el especialista.