La corrupción es uno de los grandes problemas del país, pero los mexicanos no se consideran a sí mismos como corruptos, además de que la gran mayoría cree que este fenómeno se da en gran parte en el sector público o en la política y que la misma no tiene solución visible o de corto plazo.
Ciudad de México, 16 de noviembre (SinEmbargo).- Los mexicanos rechazan y condenan la corrupción, además piensan que es algo que «atañe a otros», que se conjuga en tercera persona, que los corruptos son otros y que es un fenómeno externo en el que no participan, a menos que «no se tenga salida» para ello, reveló el estudio «La corrupción en México: percepción, prácticas y sentido ético».
El estudio cuyos autores son María Marván Laborde, Fabiola Navarro Luna y Hugo Alejandro Concha Cantú, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, así como Eduardo Bohórquez López, de Transparencia Mexicana, forma parte de 25 libros de la colección «Los mexicanos vistos por sí mismos. Los grandes temas nacionales», realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con datos de encuestas aplicadas a mil 200 mexicanos mayores de 15 años durante noviembre de 2014.
La colección de 25 tomos aborda también otras temáticas como Cultura, Derechos Humanos, Salud, Pobreza, Vivienda, Movilidad, Ciencia, Educación, Medio Ambiente, entre otros, y pueden ser consultados en el sitio web www.losmexicanos.unam.mx.
El 92 por ciento de los encuestados afirma que en México hay corrupción, pero no se la adjudican, y la consideran el segundo problema más importante después de la inseguridad y antes que el narcotráfico. Sólo el 5.8 por ciento dice que no hay corrupción.
A la pregunta «¿qué tan honesto se considera usted mismo en escala del 0 al 10?», un mayoritario 34 por ciento se puso 8 como calificación, seguido de 7, 9 y 10. Además que 7 de cada 10 mexicanos consideran que en el sector público hay más corrupción que en el privado o social.
El estudio también hace conclusión sobre la poca disposición del actual gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto para combatir la corrupción. También afirma que en base a los datos obtenidos, los mexicanos estamos convencidos de que vivimos en una sociedad permisiva, en la que la corrupción no es sólo uno de los principales problemas del país, sino que además «queda impune desde la escuela hasta cualquier otro ámbito de la vida comunitaria en el que presente, incluyendo al gobierno y la política».
«[…] si bien los corruptos son los otros, lo cierto es que nuestros estándares éticos se han relajado a partir del ambiente permisivo en el que nos desenvolvemos», se puede leer en el texto.
«Encontramos que los mexicanos, no obstante que reconocemos que la corrupción es un problema mayúsculo, cuando hablamos de nosotros mismos no nos consideramos como parte del grupo de corruptos, deshonestos o tramposos», interpretaron los investigadores universitarios.
El texto dice que el poder Ejecutivo federal perdió centralidad -tanto institucional como simbólicamente- que rigió durante décadas las relaciones de autoridad y obediencia, de poder y negociación, de estabilidad y legitimidad, frente a las coaliciones gobernantes y también frente a la población de la sociedad mexicana.
«El exceso de violencia en la represión condensó el problema inseguridad al que ha llegado la sociedad nacional y la inexistencia de límites que demarcan las conductas individuales de los funcionarios y de los grupos sociales», todo por «el estado poroso de las instituciones públicas en una sociedad que carece de un orden social estable».
Esto generó una «situación anómica» de la vida social, que removió la «certeza en el presente» que trajo la «violencia productora de incertidumbre e inseguridad vivida durante los 12 años de los gobiernos panistas (2000 al 2012).
Faltó además, asegura el texto, una consolidación de la transición, así como la construcción de una cultura institucional democrática «necesaria para un cambio que debía estar sustentado en principios y normas que regularan las práctias políticas de representación».
Ni el clientelismo, ni una nueva cultura política que se basara en el respeto de la legalidad democrática fue instaurada por los dos gobiernos panistas. «La desconfianza, como la condición de lo creíble, desdibuja la integridad de las instituciones, de las personas y de la autoridad pública que se funda en la solidez moral».
¿CÓMO PERCIBEN LOS MEXICANOS LA CORRUPCIÓN?
Los mexicanos tienen una aspiración colectiva a vivir en un «Estado de derecho», pero poco interés y conocimiento sobre las leyes, además de mucha tolerancia a la falta de cumplimiento de las mismas. En síntesis, en México se percibe que la corrupción es un fenómeno en aumento: «hay más que antes y será mayor en el futuro», se concluye.
Un dato interesante es que quienes respondieron mayoritariamente que la corrupción es el principal problema del país, tienen mayor escolaridad, es decir, universidad o posgrado (73.6 por ciento), y quienes lo hicieron en menor medida, no tienen ningún nivel de escolaridad (62.9) por ciento. Por ello, los investigadores concluyen que a mayor escolaridad aumenta la creencia de que la corrupción es el principal problema en el país.
Otro dato interesante es que a pesar de que consideran que la corrupción es un gran problema nacional, únicamente un tercio de los encuestados respondió que fue afectado por un acto de corrupción durante el último año (el 71 por ciento respondió que no y un 26.8 por ciento que sí).
Además, el mexicano está poco informado de la corrupción o no la recuerda. El 63.2 por ciento respondió que no recordaba un suceso o noticia sobre corrupción, y sólo tres de cada 10 (33.1 por ciento) respondió que sí. 1.7 por ciento dijo que no sabía y 2 por ciento no contestó.
Así, la conclusión más grave de la encuesta es que la corrupción y su inevitabilidad parecen unidas e inseparables, que va en aumento y que no tiene solución. El pesimismo es generalizado, sobre que la corrupción no tiene contención ni posibilidad de ser erradicada, aunado a que no se advierten los esfuerzos encaminados a su disminución.
Siete de cada 10 encuestados consideran que el sector público es el que más afectado se ve con la percepción de que hay mayor corrupción, con hasta 80.9 por ciento.