En su estudio publicado este lunes la OCDE expuso que el principal riesgo que pesa sobre México es la posible alza de tasas de Estados Unidos y la situación de algunos países emergentes clave que podrían generar una salida de capitales del país. La corrupción, dijo, es dañina y frena la inversión y los negocios.
Ciudad de México/París, 9 nov (SinEmbargo/EFE).- La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ajustó a la baja el crecimiento de México para este año de un 2.9 por ciento (calculado en mayo) a un 2.3 por ciento principalmente por la incertidumbre ante el alza de tasas de interés en Estados Unidos y la ralentización de economías como las de Brasil y China, por lo que recomendó no enfocarse solo en las materias primas e impulsar la manufactura local.
La economía mexicana, que ha sufrido repetidos retrasos en su recuperación en los últimos años, debería tener un crecimiento limitado al 2.3 por ciento este año, determinó la OCDE, que anticipa una aceleración hasta el 3.1 por ciento en 2016 (hace seis meses estimaba un 3.5 por ciento) y al 3.3 por ciento en 2017, detalló en su informe semestral de Perspectivas publicado hoy.
Durante la conferencia de prensa, la organización afirmó que reformas como la energética traerán un fuerte impacto y más inversión a México, pese a la caída de precios del petróleo. Sin embargo, reconoció, «para mejorar el clima de negocios y la inversión, tiene que haber un combate muy grande a la corrupción. Tolerancia cero».
De acuerdo con este nuevo escenario, pese a que las condiciones financieras globales siguen siendo delicadas, la recuperación en México se va a sustentar en la fuerte demanda procedente de Estados Unidos y la depreciación del peso, que favorecen a los sectores exportadores, dijo.
El principal riesgo que pesa sobre ese escenario es la volatilidad asociada al esperado giro de la política monetaria de Estados Unidos (el comienzo de la subida de tasas), pero también las incertidumbres sobre la situación de algunos países emergentes clave (en particular Brasil y China) que podrían generar una salida de capitales de México.
Un riesgo que los autores del estudio estiman que hay que relativizar teniendo en cuenta el gran volumen de reservas de divisas que ha acumulado.
La OCDE insistió en apoyar la implementación de las reformas estructurales que ha puesto en marcha el gobierno para obtener suficientes incrementos en la inversión y en la mejora de la productividad.
A ese respecto, hizo notar que reforzar el sistema legal es uno de los principales retos, y aludió a la reforma que se espera en 2016.
El conocido como el «Club de los países desarrollados» constató que la inflación está a unos niveles históricamente bajos, y eso pese al efecto de la depreciación del peso: este año se situará en el 4.9 por ciento de media, antes de descender al 3.3 por ciento en 2016 y al 2.8 por ciento en 2017.
RALENTIZACIÓN EN LA ECONOMÍA GLOBAL
La OCDE considera que la economía global está viviendo una ralentización este año, que dejará su crecimiento en el 2.9 por ciento, a causa esencialmente de China, que es el principal factor del estancamiento de los intercambios comerciales, con repercusiones sobre todo para los países emergentes.
Sin embargo, en su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) incrementó sus estimaciones de 2015 para algunos de sus países miembros respecto a las anunciadas en mayo, en particular Estados Unidos, que debería progresar un 2.4 por ciento, cuatro décimas más.
Estados Unidos incrementará incluso su ritmo de ascenso al 2.5 por ciento en 2016 (tres décimas menos de lo aventurado hace seis meses) y se quedará en un 2.4 por ciento en 2017.
Las principales recomendaciones para que la primera economía mundial pueda mantener de forma sostenible esa evolución positiva pasan por un aumento de salarios y reformas fiscales y en el sistema de transferencias para conseguir una distribución mas equitativa de los ingresos.
Para la zona euro, la corrección al alza este año es casi inapreciable, de una décima al 1.5 por ciento, y reposa en buena medida en el comportamiento de la economía española, que debería registrar un ascenso del 3.2 por ciento (tres décimas más de lo que se había anticipado en mayo).
De acuerdo con la OCDE, como Estados Unidos la zona euro debería crecer un poco más el próximo ejercicio, pero a un nivel modesto del 1.8 por ciento que es tres décimas menos de lo calculado en mayo. En 2017 pasará al 1.9 por ciento.
Una vez más, la fragmentación del sistema financiero entre los países de la moneda única europea, así como las incertidumbres sobre los créditos no recuperables aparecen como algunos de los principales problemas para una verdadera recuperación en el Viejo Continente.
Además, la organización considera que una mayor apuesta por las inversiones públicas organizadas de forma colectiva -en clara alusión al conocido como el plan Juncker- permitiría acelerar el crecimiento, siempre a condición de que se haga en proyectos «de alta calidad», y todo eso respaldado por «buenas políticas estructurales».
Japón -con una economía más expuesta a lo que ocurre en China- es la otra cara de la moneda de los miembros de la OCDE, ya que la revisión a la baja en una décima dejará el incremento de su producto interior bruto (PIB) en el 0.6 por ciento este ejercicio para ir al 1 por ciento en 2016 y al 0.5 por ciento en 2017.
Los autores del estudio hicieron notar que la transición de China de un modelo basado en las inversiones en infraestructura y en la manufactura a otro más asentado en el consumo y los servicios es, en gran medida, lo que está detrás del estancamiento e incluso declive del comercio mundial desde finales de 2014.
La subida del PIB chino será este ejercicio por primera vez desde comienzos de siglo inferior al 7 por ciento (en concreto del 6.8 por ciento) y esa ralentización debería acrecentarse en los dos ejercicios siguientes: 6.5 por ciento en 2016 y 6.2 por ciento en 2017.
El conocido como el «club de los países desarrollados» estimó que las medidas de estímulo anunciadas por las autoridades chinas deberían contribuir a fijar un suelo en el bajón del precio de las materias primas, pero también que una estrategia fiscal en favor de la protección social e inversiones medioambientales contribuirían al reequilibrio de la economía del gigante asiático.
Sobre todo porque muchos otros emergentes están sufriendo por el cambio de pauta en el comercio mundial, y muy particularmente los exportadores de materias primas.
Un caso paradigmático es el de Brasil, que está sumido en una severa recesión, con un descenso de su PIB que según la OCDE será en 2015 del 3.1 por ciento (en mayo había anticipado un retroceso del 0.8 por ciento) y continuará en 2016 con una nueva caída del 1,2 % (en lugar del incremento del 1,1 % previsto en su precedente informe). Para la recuperación en Brasil habrá que esperar al año siguiente (1.8 por ciento).EFE