El autor de Ni vivos ni muertos habla sobre el testimonio de Omar García, sobreviviente de Ayotzinapa y de la presunta participación del ejército en la desaparición de los estudiantes
Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- El periodista italiano Federico Mastrogiovanni, autor del libro y documental (este en colaboración con Luis Ramírez) Ni vivos ni muertos, merecedor entre otros reconocimientos del premio Pen Club Internacional, advierte sobre la posibilidad de que el tema de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa se convierta en un show para muchos periodistas mexicanos.
El poner el acento solo sobre el caso de los normalistas de Iguala, sólo porque todavía es tema de horrorosa espectacularidad, puede también quitarnos esa mirada amplia para observar y entender que las violaciones a los derechos humanos en México es desafortunadamente un espejo en el que deben mirarse todos sus habitantes.
Luego de la publicación de Ni vivos ni muertos y de la salida del documental, la editorial Penguin House Mondadori le pidió a Mastrogiovanni que incluyera un capítulo dedicado a los 43.
Dudó precisamente porque los libros y las películas (entre ellas la propia versión oficial en un “documental” cuanto menos olvidable) sobre el tema se multiplicaban sin cesar, en una especie de show en donde lo importante parecía ser el emisor de la noticia o los informes más que la noticia o los informes en sí.
Para construir ese capítulo que faltaba en su impresionante trabajo sobre las desapariciones forzadas en México, Federico acudió al testimonio de Omar García, estudiante de la Normal de Ayotzinapa, sobreviviente de la noche del 26 de septiembre.
“En los últimos meses de 2014, Ayotzinapa dejó de ser un lugar para convertirse más bien en una idea, un símbolo. El 26 de septiembre es una de esas fechas cuyo año no necesita ser especificado. Como el 2 de octubre, que es sinónimo de represión. O como el 1 de mayo, que quiere decir justicia social”, afirma el profesional.
Ese testimonio de Omar García, además de incorporarse a las reediciones de Ni vivos ni muertos, se publicó para distribución gratuita en un pequeño libro a cargo de la Brigada para leer en Libertad (puede descargarlo en esta liga y que además del testimonio del sobreviviente, transcribe la entrevista al general brigadier José Francisco Gallardo, el primero en involucrar al ejército en la agresión a los estudiantes.
De ese y otros temas conversamos con Federico Mastrogiovanni.
–El testimonio del sobreviviente Omar García, leído así, en forma independiente del libro sobre los desaparecidos, tiene mucha fuerza…
–Bueno, en realidad fue idea de Paco Ignacio Taibo II y de la Brigada para Leer en Libertad publicarlo aparte, como libro en sí. Creo que funciona por sí solo porque en realidad es un trabajo muy distinto al que hice para Ni vivos ni muertos. Yo ya había publicado el libro, presentado el documental, cuando me pidieron el capítulo nuevo. Era un esfuerzo grande que no quería hacer. Había terminado muy angustiado y además todo el mundo se estaba ocupando del tema en ese momento, lo que no dejaba de darme un poco de rabia. Lo conversé con Luis Ramírez, con quien hice el documental y él me decía: ¿Cómo puede ser que en todos estos años de trabajo, los colegas que trabajaban sobre el tema de desaparecidos eran tan pocos y con un perfil tan bajo como el nuestro? Ahora son muchos y sólo se ocupan de Ayotzinapa, porque eso da más espectacularidad…
–Está naciendo un espíritu crítico entre los colegas a propósito de ese show al que te refieres…
–Es que si bien es importante que se siga hablando de Ayotzinapa, claro que de una forma correcta, porque se puede convertir en una especie de símbolo para resolver muchos otros casos de violaciones a los derechos humanos, hay que cuidarse del show de los 43. La crítica hacia el show de Ayotzinapa era una cosa que estaba presente cuando me dispuse a hacer ese capítulo que me pidió la editorial. Así que fui a buscar a Omar, a quien ya conocía y con el que había entablado una buena relación y tenía además la entrevista al general Gallardo, que funcionó como una primicia, porque fue el primero que apuntó al ejército en el caso de los 43. Él me dijo eso en octubre, a un mes de las desapariciones y publicamos la entrevista en noviembre, en la revista Variopinto. Era también buscar la forma de decir algo más de lo que se estaba diciendo. Resultó que Gallardo tenía razón…
–Bueno, no se ha comprobado la participación del ejército en las desapariciones…El ejército por otra parte no quiere hablar…
–Es verdad, todavía no se ha demostrado, pero lo que sí se puede decir –según los investigadores independientes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos- es que sí el ejército tuvo una participación. Es lo opuesto a lo que sostienen la Procuraduría General de la República y el Gobierno Federal y el propio ejército. Por lo menos ahora hay una institución importante como la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que sostiene que el ejército y la policía participaron, lo cual está en línea con el testimonio de Gallardo y luego con lo que sugirió Anabel Hernández en un reportaje posterior. Otra cosa que está en línea con esto es la entrevista al profesor Jorge Montemayor Andrete, investigador del Instituto de Física de la UNAM desde hace más de 40 años, quien ha recibido amenazas de muerte por divulgar los resultados de su investigación que echan por tierra la tesis de Murillo Karam. Todo eso nos permite afirmar que al menos no pasó lo que nos contaron de forma oficial. Y si no pasó lo que nos contaron de forma oficial, ¿qué pasó realmente? ¿Por qué nos mienten? Y si nos mienten, ¿qué hay que cubrir como para tener que inventar una versión que ya se demostró que es imposible e irreal?
–Bueno, creo que las primeras versiones oficiales obedecen a algo incluso más sencillo, creo que no sentían que debían dar explicaciones, que el nivel de impunidad de este país no exige tener versiones preparadas…
–Totalmente de acuerdo. Pienso lo mismo. Ni siquiera pensaron que debían dar una explicación. Creo que los sorprendió mucho tener que hacerlo. Antes de los 43 de Ayotzinapa, hubo desapariciones de grandes grupos y no habían suscitado ninguna reacción popular ni mediática.
–Pero también los jóvenes fueron sorprendidos, ¿cómo no pudieron prever el ataque luego de tantos años de lucha, de experiencia en la protesta?
–Lo que creo al respecto es que están en un nivel de desesperación muy fuerte que los hace sentir como que no tienen nada ya que perder. Grandes sectores del pueblo mexicano están tan desesperados que ya no le temen a nada. Ya no tienen nada que perder. Su lucha es tan radical porque están en ese límite…
–Ojalá las luchas justas fueran más empáticas con la sociedad
–Ahí, antes de generar simpatía, el tema era sobrevivir. Ahora que el mundo ha volteado a verlos, pueden llegar a pensar en cosas cómo luchar sin que la gente se asuste.
–Entre ellos que no tienen nada que perder y el Estado que los aniquila, ¿qué reflexión haces alrededor de la muerte en estas fechas?
–En la lucha, el sentido de la muerte es distinto y lo expresa el propio sobreviviente Omar García, al decir que si lo matan vendrás otros cientos como él a seguir. Es un sentido comunitario de la muerte que he encontrado no sólo en este país, sino también en el resto del continente. Duplica el valor de la muerte dentro de la vida. El individualismo capitalista y el hedonismo trágico en boga no lo ven así, claro. Ven la muerte como algo que no forma parte de la vida. Sentirte tan parte de una comunidad hace que tu muerte sea importante, pero sabes que va más allá de tu individualidad. Recuperar este sentido los hace más fuertes, sin duda.