En Puebla, empleados de proveedoras son los más preocupados por la situación de Volkswagen. También muestran inquietud empresarios de otros sectores. Los trabajadores de la mayor planta que esa armadora tiene en el país, en tanto, viven con incertidumbre pues, a cuentagotas, VW va revelándoles cuáles serán las repercusiones del escándalo en sus bolsillos
Puebla de Zaragoza, Puebla, 7 de octubre (SinEmbargo).– Como aún falta una hora para iniciar la jornada, David se sienta a fumar un cigarrillo en una banca de las que están afuera del Oxxo Parque Finsa, lugar donde más jóvenes esperan, mandan mensajes de voz a sus seres queridos, leen las noticias del periódico local o peinan sus cabellos azabaches hasta quedar impecables.
David, ingeniero veracruzano de 25 años, se mudó a Puebla hace dos años con la esperanza de conseguir un gran puesto en la industria automotriz de la entidad; cosa que no ha sido fácil. Por ahora trabaja en una empresa de monitoreo de calidad, cuyo principal cliente es Volkswagen (VW).
Llegar a Volkswagen es una meta que ha perseguido David desde hace años, pero justo ahora, cuando la firma atraviesa problemas por haber modificado motores de vehículos diésel y las acciones y reputación van en picada, piensa que debe tener un plan b.
No lo sabe de cierto, pero David conoce que el pasado 21 de septiembre las acciones de VW se hundieron 18.60 por ciento en la bolsa de Frankfurt, pérdida que representó más de 15 mil millones de dólares en su valor de mercado.
Como casi todos los trabajadores de la empresa y de las proveedoras, les llegó un memorándum con la información, y donde se detallaba que Volkswagen fue descubierta por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y la Junta de Recursos del Aire de California (EPA y CARB) por manipular vehículos diésel que violan normas ambientales estadounidenses sobre emisión de contaminantes.
Todos los empleados, directos o indirectos, saben que el monstruo alemán podría ser multado hasta por 18 mil millones de dólares, más lo que se vaya acumulando, lo cual podría representar una ola de despidos y una ruptura a la fuente de sus ingresos.
A diferencia de los trabajadores de la empresa de origen alemán, David no cuenta con seguro de gastos médicos mayores, tampoco con el respaldo de un sindicato, ni con mayores prestaciones que las de un seguro social, aguinaldo y otras «migajas del pastel», situación que pudo constatar este medio al entrevistar a más empleados indirectos de Volskwagen.
Al escuchar la pregunta si la situación de Volkswagen le afecta, David fuma hondo y confiesa sentirse preocupado porque escuchó a sus jefes decir que tendrán vacaciones de tres semanas sin goce de sueldo porque bajará la producción. Lo peor, dice, es que después de dos años pensó que comenzaría a ver la luz de su carrera, sin embargo lo que gobierna su mundo laboral es una espesa oscuridad llena de preguntas sin respuestas que lo envuelven sin paralizarlo del todo.
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Van a dar las ocho de la mañana. Los rayos del Sol disipan la niebla de la autopista México-Puebla y dañan la vista de quienes la recorren. Frente a la planta Volkswagen una hilera de autos –la mayoría de esa marca– provoca que la marcha sea lenta para todos los conductores. Decenas, quizá cientos, de coches están a punto de ser estacionados y de ellos descenderán los trabajadores del turno de las 8:00 a las 16:00 horas.
La planta trabaja las 24 horas de lunes a viernes. Antes había producción los sábados y hasta hace dos años cualquier empleado podía hacer overtime. La armadora, ubicada en Cuautlancingo, Puebla, actualmente genera 78 mil empleos directos e indirectos en la entidad.
Aquellos hombres y mujeres que sueldan, cortan, monitorean, ensamblan, pegan, limpian, cocinan, vigilan y que son el músculo, mente y corazón de esta empresa generan 18 por ciento del Producto Interno Bruto poblano.
A la par, hay otro grupo de trabajadores que son contratados por las 150 proveedoras, independientes o integrantes de Finsa. Pero casi nadie habla de ellos, a pesar que son quienes arropan al sector automotor y por su naturaleza empresarial son los primeros que pagan los platos rotos.
El desarrollo o parque industrial Finsa lo integra un grupo de compañías que surten principalmente a Volkswagen. Es una pequeña ciudad de empresas del ramo y que relaciona a otras, como de alimentos, tiendas, idiomas, bancaria y muchas más.
A este pueblo industrial, que está a un lado de la planta de Volkswagen, a diario llegan decenas de hombres y mujeres en busca de empleo, pues decenas de empresas colocan anuncios de vacantes disponibles en las rejas del conglomerado.
Cerca del mediodía una cuadrilla de muchachos, algunos de ellos de Chiapas y Nuevo León, llegan a ver si hay «chamba» temporal, pues desean tener dinero suficiente para irse al norte (a Texas) donde los esperan sus amigos.
Las personas que laboran en Finsa o muchas de ellas, tampoco cuentan con grandes prestaciones, ni con un sindicato, asegura Sergio Curro y Martínez, presidente del Consejo de Organismos Empresariales (COE).
Curro detalla que existe una preocupación por parte de la Iniciativa Privada (IP), principalmente aquellas firmas fuera del sector, pues hay incertidumbre porque Volksvagen no les ha informado la situación.
El empresario y consultor poblano explica que entre las armadoras ya hay pláticas, pero fuera de esas empresas sólo existen rumores, que finalmente afectan la imagen y la inversión.
El presidente del COE dice que ante cualquier escenario muchos empresarios ya están armando iniciativas, como el lanzamiento de tarjetas con beneficios en diversos establecimientos con el fin de apoyar la economía poblana.
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El sector registró en septiembre un decremento de 1.7 por ciento en las exportaciones, sin embargo, en los datos acumulados de 2015, en producción, exportación y ventanal público se volvieron a registrar cifras históricas.
Tanto los representantes de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) como la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) descartaron que el tema de Volkswagen tenga fuertes consecuencias en las cifras récord en lo que va del año.
A pesar de ello Sergio Curro y Martínez, presidente del Consejo de Organismos Empresariales, está convencido que los estragos del escándalo de Volkswagen podrán visualizarse hasta enero o febrero del otro año.
En tanto, los trabajadores contratados por la alemana se sienten confiados. De hecho no les preocupa el tema de las multas ni los masivos recortes anunciados por el presidente ejecutivo de Volkswagen, Matthias Müller.
«Necesitamos hacer masivos recortes a fin de manejar las consecuencias de la crisis», dijo Müller en una misiva.
Don Jorge [el nombre fue cambiado a petición de la fuente] tiene 65 años y no se siente preocupado por la situación de su empresa porque dice que en una semana se jubila.
Durante casi toda su vida ha trabajado para Volkswagen. A pesar que no terminó la primaria, la empresa le brindó una carrera y lo capacitó para ser uno de los soldadores más doctos del país, así lo describe porque si bien no acudió a una escuela con sistema escolarizado, tuvo la mejor preparación que le dio su empleador.
Don Jorge cuenta que gracias a Volkswagen y a su sindicato logró darle estudio universitario a tres de sus cinco hijos, y servicio médico de calidad a una hija enferma. Además, la empresa le dio los ingresos suficientes para ser emprendedor y tener un taller mecánico, el cual conserva desde hace tres años y al cual le dedica las «horas extras» que ya no puede hacer en la planta.
«La verdad el ambiente es muy bueno. Las prestaciones y el sueldo no son malas, aunque el sindicato puede hacer más, pero quienes están al frente no lo hacen. De hecho nadie los quiere. Ellos ocuparon la dirección a oscuras, por la noche», recrimina don Jorge a unos pasos de las oficinas del Sindicato Independiente de Trabajadores Volkswagen de México.
En las oficinas, algunos de los trabajadores piden a sus compañeros no dar entrevistas a SinEmbargo. «Nadie hable», se escucha la orden.
Don Jorge explica que los compañeros tienen desconfianza, sobre todo porque ahora mismo lo que les importa es resolver el conflicto sindical que atraviesan, más que la gran estafa ambiental que generó su empresa.
«Nosotros sabemos todo lo de Volkswagen. Todos los días nos llega la información. Pero estamos tranquilos, no es la primera vez que pasa algo similar. Vamos a estar bien», expresa el soldador de 65 años, quien reitera que su gran preocupación es sacar a sus líderes sindicales.