Ciudad de México, 24 de septiembre (SinEmbargo).- El semanario británico The Economist publicó hoy en su edición impresa que en Latinoamérica existe una falta de crecimiento económico que hace detonar la desconfianza hacia los gobiernos por parte de sus ciudadanos y que además muestra los males endémicos de la región.
Latinoamérica, plantea el diario, es notoriamente cíclica y el debilitamiento de la economía hace que el descontento esté creciendo desde Tijuana hasta la Tierra del Fuego. El factor que detonó el malestar, indica, fue el fin del auge de los productos básicos, cada día más escasos y costosos.
«Aunque un debilitamiento de la economía no significa necesariamente que los funcionarios sean más corruptos o los criminales más violentos, esto no elimina la distracción de los problemas endémicos que el aumento de los niveles de vida proporciona», afirma el medio británico.
El semanario abunda en que los habitantes de la región están molestos por la baja en su calidad de vida, pero también por los factores sociales que han hecho surgir la protesta social a nivel continental.
«Los mexicanos están en pie de guerra por la desaparición y presunto asesinato de 43 estudiantes. Las calles venezolanas han estallado en protestas, en ocasiones violentas, contra el gobierno autoritario y económicamente incompetente de Nicolás Maduro; y los brasileños están pidiendo la destitución de su Presidente, Dilma Rousseff, como consecuencia de un escándalo de retroceso y una rebaja de calificación crediticia», señala la nota.
Los datos arrojados por el Latinobarómetro de este año (encuesta anual de opinión pública producida desde 1995 y publicada en exclusiva por The Economist), reflejan «un amplio estado de ánimo regional de acidificación».
De acuerdo con el semanario, los latinoamericanos están hartos de sus líderes. Y ejemplo de ello que los índices de aprobación de los gobiernos de 17 países, han caído del 60 por ciento en 2009 al 47 por ciento en la actualidad.
Los líderes latinoamericanos están pasando de ser moderados a practicar ideologías polarizadas. Por ello la proporción de encuestados que se hacen llamar de «centro» en lugar de «izquierda» o de «derecha» se ha reducido de 42 por ciento en 2008, al 33 por ciento de este 2015.
«Ellos están perdiendo la fe en las instituciones cívicas: el 34 por ciento de los ciudadanos dicen que confían en el estado, por debajo del 42 ciento que había 2013. Lo más preocupante, se deriva de otro dato. Un 16 por ciento de los encuestados coinciden en que ‘Se puede confiar en la mayoría de la gente’, la tasa más baja que el Latinobarómetro haya registrado en su historia», indica The Economist.
El semanario dice que la preocupación más común en la región es el crimen, citado en 12 de los 17 países. En general, los latinoamericanos dicen que están más preocupados por el «crimen» y por las «bandas criminales», ya que por «la economía», el «desempleo» y la «pobreza» en su conjunto.
«En muchos casos, los ciudadanos tienen una buena razón para tener miedo: la violencia de las pandillas ha hecho que gran parte de Centroamérica sea la región más mortífera del mundo, y la desaparición de una tregua auspiciada por el gobierno entre las multitudes de El Salvador, ha desatado un brote de balaceras. Pero incluso en países seguros como Chile, cuya tasa de homicidios es menor que la de los Estados Unidos, el crimen ahora se ubica como la principal preocupación», indica el medio británico.
En casos específicos como Brasil, la corrupción es vista como el mayor problema, tras la revelación de que Petrobras, la empresa petrolera nacional, la cual pagó en exceso a subcontratistas en un esquema de manipulación de licitaciones y sobornos por valor de unos 3 mil millones, «un escándalo enorme incluso para los estándares locales».
Pero México no aparece en este rubro, a pesar de que hace un año se dio a conocer el reportaje sobre la casa blanca, un inmueble que la esposa del Presidente de México, Angélica Rivera Hurtado, tiene en Lomas de Chapultepec, con valor cercano a los siete millones de dólares, y que fue construido por Higa, una empresa contratista de su gobierno en el Estado de México, y que participaba en el consorcio que ganó la licitación del tren México-Querétaro, que después fue revocada.
Para concluir, el semanario británico The Economist afirma que en las fluctuaciones cíclicas latinoamericanas se encuentra una constante debilidad a largo plazo.
«Es probable que la fe inconstante de los latinoamericanos hacia la democracia es ante todo un síntoma de la falta más profunda de confianza [hacia sus gobiernos y líderes nacionales]».