Ciudad de México, 5 de septiembre (SinEmbargo).– Era un enorme mastín napolitano. Uno de esos perros que llegan a medir 75 cm de altura y pesar hasta 70 kilos. Luis Pérez Gay «Wuicho», lo llamó «Sócrates», y lo llevaba de paseo aquella mañana. «Por ahí había un mercadito –recuerda Wuicho– y estaba repleto; así que decidí caminar por un espacio libre para que un perro de semejantes dimensiones no estorbara. Pero de repente: ¡de un arbolito se asomó un poodle! Sócrates lo vio y dijo: ‘¡Vámonoos!’ ¡Y salió corriendo!».
Y ahora Sócrates paseaba a Wuicho, arrastrándolo por el suelo porque era imposible soltar la correa después de haberle dado mil vueltas en la muñeca. «¡Me arrastró por todo el camino! La tierra y el pasto rozaban en mi cara [o tal vez la cara de Wuicho era la que rozaba la tierra y el pasto]. Y ahí me tienes: tragando polvo… A mí se me hace que todos dejaron de hacer sus cosas para ver lo que pasaba… Fue todo un espectáculo», recuerda entre risas.
Desde entonces, Luis Pérez Gay «Wuicho», un apasionado del dibujo y monero de profesión, se decidió por plasmar las vivencias con su perro: «Es que con un perro de esas dimensiones te pasa de todo», asegura. «Hace ya cuatro años empecé a dibujarnos a Sócrates y a mí. Hoy sigo dibujándolo, aunque él ya sea un ángel. Bueno… ¡un angelote!», corrige.
Sócrates fue el primer personaje de la serie de las «Canicaturas», un proyecto gestado en 2012 mediante el que Wuicho busca concientizar a las personas sobre la importancia de la adopción, la esterilización, lo valioso y divertido que puede resultar convivir día a día con los animales de compañía y, en general, de la importancia de tenencia responsable de las mascotas. Esa es la forma en que busca contribuir, de un modo sencillo y divertido, a la disminución del maltrato animal.
Ahora, los perros “Cuco”, “Tori”, “Kenzo” y el gato “Paquito”, se han sumado a la lista de personajes mediante los que el caricaturista busca contar historias que motiven a la gente a esforzarse por el cuidado de sus mascotas. «Todos son animalitos que mi esposa y yo rescatamos –comenta, orgulloso– Y eso es lo bonito de las canicaturas: que todos los personajes que dibujo existen. Ninguno es inventado. Y además, me he basado en nuestras vivencias”.
Para Pérez Gay, haber rescatado a sus mascotas no sólo es una experiencia grata, sino inigualable. Él asegura que a través de sus animales ha aprendido muchas cosas y que, después de todo, haberlos incluido a su vida es simplemente un gran gusto: «Mi esposa y yo nos dimos ese gusto. Y una vez que lo experimenté quise planteárselo a las personas: ¡que se den el gusto!, porque después de ayudar a un animalito no se van a arrepentir».
A través de sus canicaturas, Wuicho se unió, tal vez involuntariamente, a la causa animalista. Buscar concientizar a las personas sobre el rescate y tenencia responsable de mascotas le permitió comenzar a trabajar en conjunto con algunas organizaciones dedicadas al rescate, rehabilitación y adopción de animales; y ahora, además de aportar su granito de arena con sus viñetas, busca la forma de apoyar a pequeños grupos rescatistas.
«Actualmente, el equipo de Canicaturas está trabajando en el ‘Canitur’ [un proyecto con el que buscan llevar las caricaturas de Wuicho a diversas partes del país]. Para este proyecto participamos con la Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales (Amedea), OceaniCan y Miau & Guau, y estamos buscando a otras organizaciones que quieran unirse –platica–. Además, también estamos tratando de abrir la posibilidad de ayudar a rescatistas y voluntarios independientes. Esos que ‘se rifan’ día a día rescatando animales, pero que a veces no tienen ni para un saco de croquetas. La idea es trabajar juntos para poder ayudarles a realizar su trabajo”.
«Por otro lado –continúa– también me interesa mucho la educación, porque yo he notado que a través del dibujo la información llega a gran número de personas. Así que estoy dispuesto a que mis viñetas se utilicen en campañas de concientización y que mi trabajo se use, por ejemplo, para educar a los niños sobre la cuestión. Ya varios maestros me lo han pedido, y yo estoy encantado. Si otras asociaciones quisieran difundir mi trabajo con ese fin, estaría encantado también», señala.
Luis Pérez Gay se muestra entusiasta. La sonrisa jamás le desapareció durante la entrevista. Una pequeña libreta de dibujo, una pluma y un café eran sus acompañantes.
«Yo tenía diez años cuando mi abuelo me regaló un libro del monero Quino. Era mi favorito –platica–. Desde entonces me ha gustado dibujar, y he dibujado desde caricatura política hasta deportiva. Y aunque admiro y respeto el trabajo de los que se dedican a eso, con el paso del tiempo me di cuenta de que hacer cartón político o de deportes no cambiaba mucho las cosas en la realidad, por lo que no le encontraba un fin a mi trabajo. Pero ahora [con las canicaturas] he visto cómo se puede cambiar el modo de pensar de las personas. Entonces me digo ‘¡Esto se está logrando!’.
«Cuando un día alguien de dice ‘yo no sabía qué era la adopción pero gracias a ti he adoptado’ dices: ‘¡Aquí sí está funcionando!’… A mí me gusta que lo que hago guste a la gente. Y me gusta, aún más, saber que estoy generando un cambio», concluye.