Ciudad de México, 27 de agosto (SinEmbargo).- Se trata de un argumento bastante explorado en el cine y las series de ciencia ficción: una colonia o ciudad en Marte crece a tal grado que sus habitantes comienzan a sentir la necesidad de rendirle cuentas a los gobiernos de la Tierra. Como es de esperarse, esta postura independentista es sólo el comienzo de un conflicto que mantendrá el interés de los espectadores por los próximos 90 minutos o, bien, durante temporadas. Los ejemplos son variados: Total Recall, in Babylon 5 y Red Mars, por mencionar a algunos. Sin embargo, más allá de la televisión y la pantalla grande, ¿qué ocurriría si en realidad una situación como ésta llegara a presentarse?
Esta es la pregunta que se hace Jacob Haqq-Misra, astrobiólogo e investigador del Instituto de Ciencia Blue Marble Space, quien piensa que deberíamos dejar que los colonos marcianos desarrollen sus propios valores, gobiernos y tecnologías, con una mínima interferencia de la Tierra.
La estrategia del investigador no sólo sería una manera para evitar posibles guerras por la independencia de Marte, sino que la independencia cultural que propone podría ayudar a que los humanos marcianos puedan pensar lo suficientemente diferente a los de la Tierra para resolver asuntos con los que se sigue luchando en nuestro planeta, como el trabajo en conjunto para acabar con problemas ambientales globales, por ejemplo, o hacer planes a largo plazo para el futuro de la humanidad, publicó la revista Popular Science.
El Instituto de Ciencia Blue Marble Space se trata de una organización sin fines de lucro que promueve la unidad internacional en el espacio, así que la propuesta del astrobiólogo no es para nada incoherente. No obstante, considerando la cantidad de intereses políticos que estarían en juego en el Planeta Rojo, las sugerencias podrían no ser suficientes.
Por tal motivo y como una alternativa a un obvio desenlace en el que Marte será dividido por naciones o saqueado por la industria, Haqq-Misra promueve cambiar los patrones que apuntan hacia este panorama y propone pensar en el planeta como un lugar «valioso para tratar de sembrar en él la segunda extensión de la civilización».
Por tal motivo el investigador propone un plan que estableció en un ensayo publicado en New Space, de donde se desprenden cinco disposiciones principales:
- Los seres humanos que abandonen la Tierra para establecerse permanentemente en Marte renuncian a su ciudadanía planetaria como terrícolas y reclaman una ciudadanía planetaria como marcianos.
- Los gobiernos, empresas e individuos de la Tierra no pueden ejercer el comercio con Marte y no pueden interferir en el desarrollo político, cultural, económico o social de la civilización marciana.
- La exploración científica puede continuar siempre y cuando no interfiera con el desarrollo de la civilización en Marte. El intercambio de investigación e información entre Marte y la Tierra sólo se permitirá para perseguir objetivos científicos o educativos mutuos.
- El uso del suelo en Marte será determinado exclusivamente por los ciudadanos de Marte. Los terrícolas no pueden poseer o reclamar tierra en Marte.
- Cualquier tecnología, recursos u otros objetos llevados de la Tierra a Marte se convertirán en elementos permanentes de la civilización marciana. Los terrícolas no pueden hacer ninguna demanda sobre los recursos en Marte.
Sin embargo, este tipo de consideraciones no son para nada nuevas. De hecho, ya existe un precedente legal: el Tratado del Espacio Exterior de 1967, del que 103 países (incluidos los Estados Unidos y Rusia) son parte, y prohíbe a cualquier nación reclamar territorio en el espacio.
El tratado, por su parte, «deja muy claro que una colonia en Marte nunca podría convertirse en una colonia en el sentido jurídico clásico de la palabra, al menos no de la manera en la que los países de América lo fueron alguna vez de las naciones Europeas, dice Frans von der Dunk, profesor de derecho espacial en la Universidad de Nebraska.
No obstante, este tipo de disposiciones también dependen de los ordenamientos jurídico vigentes en cada nación de la Tierra, el cual podría ser ajustado convenientemente. En este caso, von der Dunk dice los colonos estadounidenses en Marte seguirían estando bajo la jurisdicción de EU.