Ciudad de México a 12 de agosto (SinEmbargo).– Quienes están cerca de Carlos Navarrete Ruiz, presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo definen actualmente como “fastidiado”, luego de 10 meses de que fue electo dirigente a principios de octubre de 2014. Navarrete se va en septiembre, sin cumplir ni un año de gestión, tras enfrentar el escándalo de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero y un proceso electoral en donde el partido de Andrés Manuel López Obrador, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) le arrebató a los perredistas su poderío en el Distrito Federal.
De acuerdo con los expertos y al propio dirigente, el caso Iguala cimbró a la fuerza política y la obligó a buscar una salida para renovarse. También jugó un papel importante la fractura interna que se dio durante los últimos meses, la salida de líderes y Morena.
Sin embargo, hasta enero de este año, Navarrete Ruiz aseguraba en las conferencias de prensa que estaba animado: sus encuestas internas les decían que llevaban las de ganar en Guerrero, a pesar de Iguala y el ex Alcalde perredista José Luis Abarca Velázquez. En el Distrito Federal, declaró en abril, ya se vería “quién es el hermano mayor” después de las elecciones del 7 de junio.
Pero el 7 de junio perdieron Guerrero y el Sol Azteca quedó relegado al segundo lugar en la Ciudad de México, su principal bastión. El “hermano mayor” en el DF tiene ahora otro nombre: Morena.
Aunque Navarrete declaró días después de los comicios a SinEmbargo que estaba satisfecho, dentro de lo que cabía, de los resultados electorales, el miércoles pasado decidió dejar la dirigencia. Una decisión a solas, sin consultárselo a nadie, dijo.
“El miércoles decidí hacer el anuncio sin consultar a ningún dirigente interno del PRD. Mi decisión no fue consultada con nadie, ni con un equipo político”, indicó Navarrete el domingo, luego de que el Consejo Nacional aceptara la renuncia de todo el Comité Ejecutivo Nacional y se anunciara que durante la tercer semana de septiembre, se renovarán los cargos.
Carlos Navarrete agregó que su renuncia obedece a su “sensibilidad”. Así, sin más.
“Esa es mi sensibilidad. Estamos en el momento propicio para hacerlo. No al terminar el año, no en 2016, este es el momento”. “Se trata de ayudar al partido a su renovación, relanzamiento, a entrar a la siguiente etapa. A mí me tocó enfrentar la crisis más difícil de su historia y el partido salió adelante. Aquí está, es la tercera fuerza nacional. Tenemos al PRD de pie, pero tiene que entrar a la siguiente etapa. Aquí está mi cargo”, dijo.
El dirigente se definió como un presidente nacional exitoso. Su mayor triunfo, aseguró, fue lograr salir adelante, con un partido envuelto en la peor crisis: la salida de más de 30 líderes, incluidos Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el Senador Alejandro Encinas, el ex Jefe de Gobierno del DF Marcelo Ebrard Casaubón y muchos otros.
Navarrete se refirió en su discurso de apertura del Consejo Nacional a la fractura de la izquierda: la culpable de que PRD quedara en tercer lugar nacional y Morena en el cuarto.
Además indicó que las relaciones políticas entre el PRD, Morena y Movimiento Ciudadano (MC) se deterioraron y que “da la impresión de que el objetivo principal de estos dos partidos, es el exterminio del PRD, pues no sólo han cerrado hasta ahora cualquier posibilidad de alianza electoral, sino que escalan las diferencias y la confrontación hasta niveles que alcanzan la descalificación política”.
Carlos Navarrete aseguró el domingo que el PRD ya no está fracturado: “eso pasó en los últimos tres años y meses”. Hoy, dijo, está unido. Durante su dirigencia además de sobrellevar la crisis, también se concretó la hegemonía de Nueva Izquierda o “Los Chuchos” y sus aliados. Durante su gestión quedaron relegadas y desaparecidas, las corrientes internas críticas y opositoras a la dirigencia actual, como Izquierda Democrática Nacional (IDN) de René Bejarano Martínez y Movimiento Progresista de Marcelo Ebrard.
EL CASO IGUALA, GUERRERO Y NAVARRETE
El día que Navarrete tomó protesta como nuevo presidente estaba radiante y celebró con Mariachis en el hotel Sheraton María Isabel de Avenida de la Reforma su triunfo. Era en la madrugada cuando los trabajos del Consejo Nacional que lo eligió concluyeron y apenas dio algunas declaraciones sobre Iguala.
Los normalistas estaban desparecidos y el escándalo era inminente. José Luis Abarca Velázquez, el ex alcalde perredista de Iguala estaba prófugo.
Dos días después y con la crisis encima, Navarrete viajó con todos los miembros del nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) a Iguala y pidió perdón por los actos de Abarca.
El rostro radiante de la víspera de su elección que celebró con mariachis, cambió y declaró a la prensa que no había recibido un nombramiento, sino “nos entregaron un cartucho de dinamita en las manos.
René Bejarano Martínez aseguró que “Los Chuchos” no podían decirse desconocedores de las actividades de Abarca, pues él lo denunció en 2013 por la muerte de varios perredistas opositores.
Nueva Izquierda sabía quién era Abarca, pero no hizo nada, dijo Bejarano el día que tomó protesta como nuevo presidente nacional Carlos Navarrete.
Después, gracias a una investigación interna del PRD, se conoció que fue Jesús Zambrano Grijalva, ex presidente del partido, quien tuvo conocimiento e incluso preguntó a la Secretaría de Gobernación (Segob), si Abarca tenía nexos con el narcotráfico.
El Senador Alejandro Encinas, indicó que uno de los mayores errores del partido, fue que no se investigaron los nexos de la esposa de Abarca con el crimen organizado, antes de elegirlo candidato.
“Había denuncias expresas de Abarca donde se le vinculaba al homicidio de militantes perredistas, el de Arturo Hernández Cardona y otros dos compañeros, y ni la autoridad federal ni local ni la dirección del partido tomó cartas en el asunto. Nueva Izquierda debe afrontar la responsabilidad y ayudar a esclarecer la situación e identificar el nivel de penetración que tuvo este grupo criminal en las filas del partido en Guerrero y que la autoridad deslinde responsabilidades”, dijo Encinas.
A pesar del escándalo Navarrete y el Consejo Nacional, constituido en un 70 por ciento por consejeros de la corriente Nueva Izquierda (NI), Alternativa Democrática Nacional (ADN) y aliados, decidieron respaldar al ex Gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero.
El 18 de octubre, dos semanas después de que Navarrete fue electo presidente nacional, se reunió el Consejo Nacional de nuevo para tratar el caso Iguala.
La reunión se dio en total hermetismo, sin presencia de los medios de comunicación. Ahí se decidió no exigirle la renuncia ni licencia al entonces Gobernador de Guerrero, aún cuando en las calles de Chilpancingo y del Distrito Federal, la población protagonizaba marchas multitudinarias solicitando juicio político para el mandatario.
Pablo Gómez Álvarez dijo ese día que el Consejo Nacional se había equivocado al no admitir la propuesta de la corriente Patria Digna de solicitarle a Ángel Aguirre su renuncia y además, reconocer su responsabilidad política en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Cuando el Consejo concluyó, Navarrete declaró a los medios que de los 291 consejeros nacionales que asistieron a la plenaria, 272 votaron a favor de su resolutivo, que no incluía la necesidad de pedir licencia inmediata al Gobernador de Guerrero y tampoco el reconocimiento de su culpabilidad política.
Gómez Álvarez advirtió que la posición de la dirigencia era una “posición política equivocada de la mayoría de la dirección de no buscar la salida de Ángel Aguirre sino esperar, yo no me explico qué se está esperando”.
Una semana después, el 23 de octubre, Ángel Aguirre pidió licencia, para finalmente en medio del escándalo por nepotismo y corrupción renunciar al PRD y a su cargo como Gobernador en abril de este año.
Aguirre se fue a pesar del cobijo que recibió de “Los Chuchos” y los 272 consejeros perredistas que lo apoyaron.
Telésforo Nava Vázquez, investigador y experto en la izquierda mexicana de la Universidad Autónoma Mexicana (UAM), aseguró que “Los Chuchos” hicieron del PRD su franquicia personal, para venderla al mejor postor, sin importarles de ninguna forma ganar la Presidencia de la República.
“Es una burocracia muy consolidada, muy hecha y que se apropió el PRD, ellos van a buscar conservar el registro del partido porque para ellos es suficiente, les sirve para tener sus puestos, sus cargos, sus familiares, es lo que les interesa, no van aceptar nada que atente contra su poder, mucho menos van aceptar dejar ese poder”, dice.
LA SALIDA DE CÁRDENAS Y LÍDERES
Uno de los principales eventos que enfrentó la dirigencia de Navarrete Ruiz, fue la renuncia del fundador y “líder moral” del partido: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
De acuerdo con expertos, permitir esa renuncia y darle la espalda a Cárdenas, fue uno de los principales errores de “Los Chuchos”.
Cárdenas se fue del partido luego de solicitar la renuncia de Navarrete y de todo el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de la fuerza política y de la negativa de los dirigentes de cumplirle su deseo.
Una semana antes de la renuncia, Navarrete Ruiz declaró que la solicitud de Cárdenas era un “sin sentido”
El dirigente indicó que era la tercera vez que Cárdenas pedía la renuncia de la dirección: la primera en 2000; la segunda en 2004 y la tercera, en 2014.
«Él cree que ante toda crisis del PRD deben renunciar todos y no es así», dijo.
Cárdenas escribió una carta dirigida a Navarrete y a los otros dirigentes del CEN del PRD:
“Está a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político electoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante, a partir de encontrarse inmerso en un ya largo proceso de pérdida de autoridad moral como institución y de pérdida de autoridad moral de sus dirigentes; de disminución creciente de su militancia en toda la República”, sostuvo en la misiva.
Para Virgilio Bravo Peralta, director del Centro de Negociación, Mediación, Conciliación y Arbitraje (CENCA) del Instituto Internacional de Estudios de Derecho y Jurisprudencia (IIEDJ), el PRD seguía siendo una opción de izquierda a pesar de Obrador: “Pero a partir de Guerrero y de [José Luis] Abarca, es un partido más en crisis y, ya no es aquel partido que abanderaba las mejores causas sociales. Se vio reducido a una cúpula que lo toma como botín, ha perdido la mitad del capital político que tenía”.
Navarrete declaró que con la renuncia de Cárdenas se cerraba un ciclo de 25 años de construcción de partido y se abría uno nuevo, con sangre nueva de todos sus funcionarios públicos, gobernadores y dirigentes perredistas.
Con la renuncia de Cárdenas renunciaron en cascada varios líderes, entre ellos Alejandro Encinas y Ebrard Casaubón.
En la víspera de la salida de Alejandro Encinas Navarrete le dedicó una carta donde lo despidió y le dijo que mantuvo una “cómoda indefinición”.
“Otro partido te espera en sus filas y ya te ha dado la bienvenida. Muchos esperamos que des el paso y te agrupes con quienes, es evidente, tienes más coincidencias políticas”. “No hacerlo te mantendría otra vez en la cómoda indefinición que has mostrado en más de una ocasión, pues es claro que resulta más atractivo quedarse en el Grupo Parlamentario de los Senadores del PRD con todas las prerrogativas que ello implica, que asumir el reto de ser un Senador de un Partido nuevo en busca de su registro”, le dijo.
GUERRERO Y LA PUGNA POLÍTICA
A principios de enero, el Senador Armando Ríos Piter, quien era hasta ese momento el principal aspirante del PRD a la gubernatura de Guerrero, renunció a sus aspiraciones aludiendo que Jesús Ortega le pidió realizar un acuerdo con Ángel Aguirre a cambio de apoyo a su candidatura.
El Senador dijo que se le propuso un acuerdo obscuro que incluye a Ángel Aguirre y que se trata de tener “omisiones graves” o “incluso acciones que tengan que ver con lo penal”.
“A mi me insinuaron que para procesar el apoyo a mi candidatura, tenía que hacer un acuerdo con varios actores políticos, entre ellos con el ex Gobernador que es parte del problema y no la solución. No estoy dispuesto a participar en un acuerdo de ninguna naturaleza que tenga que ver con el anterior Gobernador”, reveló.
Luego en entrevista en Primero Noticias, el Senador Ríos Piter contó que “[Jesús Ortega] me sugirió y en ese contexto, pues yo le señalé que no me parece pertinente, le dije, a mí no me parece que tener un acuerdo con alguien que desde mi punto de vista todavía es parte del problema y no es la solución”.
Armando Ríos Piter afirmó que Aguirre Rivero juega actualmente un papel importante al interior del PRD. “Tiene una fuertísima injerencia, y es parte de mi decisión”.
Jesús Ortega negó en ese momento las acusaciones de Ríos Piter. La candidata a la gubernatura fue Beatriz Mojica Morga, quien perdió ante el Partido Revolucionario Institucional (PRI) el 7 de junio.
Pero Guerrero siguió dando de qué hablar. Durante el proceso electoral hubo aspirantes a alcaldías secuestrados, asesinados, vehículos incendiados.
En medio de las demandas de los padres de los 43 normalistas desaparecidos de que se calcularan las elecciones en la entidad, las campañas electorales siguieron su curso.
A finales de abril el candidato a la gubernatura por Movimiento Ciudadano (MC) Luis Walton y su equipo de campaña fueron encañonados por un comando en el municipio de Chilapa.
Carlos Navarrete Ruiz aseguró que se trataba de un grupo de radicales que buscaban «dar la impresión» de que la entidad estaba como en noviembre del año pasado.
«Una parte del movimiento social cada vez más achicada, más pequeña y más radicalizada lanza una ofensiva de acciones directas, con activistas cada vez más agresivos para generar la sensación de que Guerrero regresa a un clima de noviembre pasado y que está en llamas. No es cierto Guerrero está en llamas», dijo al preguntársele sobre el clima hacia los candidatos.
Navarrete insistió que en Guerrero reinaba un «clima de estabilidad política y social” y que las seis camionetas de empresas repartidoras que fueron incendiadas tras la explanada del Congreso del Estado en Chilpancingo, se debían a grupos «radicalizados».
La respuesta del dirigente del PRD a las movilizaciones de Guerrero y la situación de la entidad, era una copia del discurso del PRI y del Partido Acción Nacional (PAN), dijo Héctor Quintanar Pérez, profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en abril.
«Su respuesta es idéntica a la de Roberto Madrazo en 2006, cuando ocurrió lo de San Salvador Ateneo y que dijo que eran saboteadores, radicales y los llamó los machetes amarillos. Es muy interesante que Navarrete, que milita en un partido que muchos años fue acusado de ser cuna de radicales por el PRI y el PAN, ahora adopte sus frases, su discurso», explicó.
El politólogo detalló que era sintomático esa adopción del lenguaje del PRI y del Presidente Enrique Peña Nieto, quien a finales de 2014 llamó «desestabilizadores» a los grupos sociales que empezaron a movilizarse a raíz de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en Iguala.
Es un síntoma, dijo, de un partido que «simula ser oposición» y que termina como una «comparsa del poder».
«Pareciera que los dirigentes del PRD están desconectados de la realidad. El PRD en Guerrero es el ejemplo de hasta dónde pueden llegar», indicó.
ELECCIONES DEL 7 DE JUNIO Y DF
El viernes 7 de agosto, dos meses después de los comicios en donde el PRD perdió ocho de las 14 delegaciones que gobernaban en el Distrito Federal y la mayoría de las curules en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), Jesús Ortega Martínez, líder de “Los Chuchos” envió un comunicado de prensa a las redacciones de los medios de comunicación.
“El PRD está en la ruta correcta para su transformación y dejar atrás ataduras que lo enclaustraron a pensamientos añejos y anacrónicos, como el que se vivió con Andrés Manuel López Obrador, y cuya salida del partido lejos de fracturar, allanó el proceso de transformación que hoy avanza”, declaró.
Se trataba de su discurso en el inicio de los trabajos del Consejo Nacional que se celebró el fin de semana, en donde también aseguró que la salida de López Obrador del PRD fue positiva, pues su pensamiento es “añejo, anacrónico, populista y dogmático”.
Pero en los hechos, Navarrete reconoció que el mayor tropiezo electoral en los comicios de este año, fue en el Distrito Federal.
Luego de un proceso electoral plagado de descalificaciones y acusaciones entre Morena y el PRD, los votos en la ciudad se dividieron y López Obrador avanzó de forma contundente.
“Sin embargo, todo el mudo auguraba que perderíamos Iztapalapa, la joya de la corona. No ocurrió, vamos a gobernar cinco millones de habitantes. No es lo mismo perder Iztapalapa que Milpa Alta”, dijo en entrevista Navarrete.
El 7 de junio por la tarde, Navarrete aún daba conferencias e insistía en que el Sol Azteca ganaría la mayoría de las delegaciones.
Después de los resultados, el dirigente reconoció que la competencia estaba prevista, pues se lanzó a la arena electoral, una izquierda dividida.
“Era obvio que no íbamos a tener los resultados óptimos, los cuatro [partido de izquierda] íbamos separados. Es lógico el resultado, lo sorprendente es que el PRD haya resistido el embate de la competencia”, declaró.
Luego de los resultados electorales, Morena ha insistido y exigido al gobierno del Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera Espinosa que se transparente el proceso electoral, pues asegura, en la capital del país hubo fraude.
Mancera, emanado de una coalición liderada por el PRD, anunció cambios en su gabinete tras los comicios.
Cambios que de acuerdo con los analistas, no responden a las necesidades de la ciudad, sino a las aspiraciones del Jefe de Gobierno de ser candidato a la Presidencia de la República en 2018.
Aspiración que por cierto “destapó” Carlos Navarrete en abril, quien aseguró que el PRD estará gustoso de darle su apoyo.
Con el relevo de Navarrete y del CEN, ese apoyo quedará en la cancha de la nueva dirigencia que será nombrada en septiembre en el Congreso Nacional que se celebrará en el Distrito Federal.