Ciudad de México, 5 de agosto (SinEmbargo).– «Salimos bastante tarde, cuando el sol se estaba poniendo. Encontramos el cadáver de un elefante que decidimos utilizar como cebo para la cacería […] Lo primero que vimos acercase fue una leona y luego, detrás de ella, a un gran león. Un magnífico animal». Theo Bronkhorst, fue el cazador profesional que guió al dentista estadounidense Walter James Palmer hasta el afamado león Cecil para matarlo. En su su versión de los hechos para el diario The Telegraph también cuenta:
«Alrededor de las 10:00 de la noche, Palmer disparó con su arco y flecha contra el macho […] no pude corroborar si el animal estaba herido». Cecil huyó y ellos decidieron regresar a la mañana siguiente. «Regresamos a las nueve [horas], y lo encontramos malherido. Entonces le rodeamos y el cliente, con su arco y su flecha, lo mató». De acuerdo con su narración, los cazadores se acercaron a él y se dieron cuenta de que el cadáver del león tenía un collar, sólo hasta entonces fueron conscientes de que habían matado a un león protegido.
Las versiones del gobierno de Zimbabue apuntan a otra dirección: para lograr el asesinato, los cazadores destruyeron previamente el collar de geolocalización y sacaron al león del parque utilizando un animal muerto como cebo, para después abatir al felino en un lugar en el que fuese técnicamente legal hacerlo.
Sólo hay un dato que coincide en las versiones: después de matarlo, a Cecil lo descabezaron y desollaron, para que Palmer, el dentista que le mató, pudiera conservarlo como un trofeo.
La noticia causó un tremendo revuelo. Diversos medios alrededor del mundo posaron los ojos sobre el caso pues Cecil fue señalado como «el león más apreciado/famoso de Zimbabue». El diario The Telegraph lo calificó como una de las «especies estrella» de la reserva Hwange, hogar de más de 100 especies distintas de mamíferos y cerca de 400 especies de aves.
El Parque Nacional de Hwange es el más grande de Zimbabue y uno de los principales destinos turísticos del país. Ahí, está permitida la caza de diversas especies, destinadas para esta actividad, en una serie de cotos privados de caza. Sin embargo, el ahora afamado león africano de 13 años, era uno de los ejemplares más apreciados de la reserva, formaba parte de un proyecto de investigación para la conservación y protección de la especie en el que colaboraba la Universidad de Oxford y era señalado como un importante atractivo turístico. Por supuesto que estaba prohibido cazarlo.
Ahora, tras su asesinato, el dentista estadounidense Walter Palmer, responsable de la acción, se encuentra en la clandestinidad, sin haber dado a conocer una declaración pública diferente a un comunicado en el que admitía haber matado al león pero «con los permisos legales adecuados y el apoyo de guías profesionales»; la sociedad civil se ha manifestado enérgicamente frente a la clínica del dentista y en las redes sociales; el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos ya ha abierto una investigación sobre el caso para indagar «si la muerte del león pudo estar conectada con una red ilegal de tráfico de animales»; el Gobierno de Zimbabue ha pedido la extradición de Palmer para juzgarle; y a Theo Bronkhorst, el guía, se le ha prohibido continuar con su negocio de la caza.
La herencia de la muerte de Cecil es una indignación muy generalizada y difundida, una indignación nada despreciable. Pero el papel de Cecil muerto en esta historia es, pese a que su muerte misma signifique una tragedia a los ojos de la opinión pública, un papel positivo:
Los 193 países miembros de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobaron su primera resolución contra la caza furtiva, una actividad que causa un tremendo daño ecológico a diversas especies en el mundo.
Las autoridades de Zimbabue ya han anunciado la restricción inmediata de la caza mayor en los alrededores del Parque Nacional de Hwange: «la caza de leones, leopardos y elefantes en las zonas fronterizas con el Parque […] queda suspendida de forma inmediata […] Este tipo de caza no podrá tener lugar sin la autorización por escrito del Director General y tendrá lugar en presencia del personal del parque».
Más de 300 mil euros han sido donados a los investigadores de la Universidad de Oxford que estudió a Cecil. Estas donaciones serán utilizadas por la Unidad de Investigación para la Conservación de la Vida Silvestre (Wildcru, por sus siglas en inglés), fundada por David Macdonald, primer profesor de Conservación de Vida Silvestre de Oxford.
Tres de las principales aerolíneas de Estados Unidos: United Airlines, American Airlines y Delta, anunciaron la prohibición del transporte de trofeos de caza mayor en sus aviones: no más transporte de leones, leopardos, elefantes, rinocerontes y búfalos (salvo una minuciosa inspección que determine la legalidad del mismo).
Cecil formó parte de una de las imágenes proyectadas en el Empire State Building, en Nueva York, que mostraban un grupo de especies de fauna silvestre en riesgo como parte de una campaña para conscientizar a cerca de la extinción masiva de especies y previa al lanzamiento del documental Racing Extinction, en Discovery Channel.
Estos logros convierten a Cecil, tal vez, en un mártir. Un mártir [involuntario] principalmente para la causa de la defensa de animales amenazados por la caza furtiva, como sucede principalmente con elefantes y rinocerontes, dos de los más amenazados por la caza ilegal en África.