Ciudad de México, 4 de agosto (SinEmbargo).– En una (aún presunta) falta a legislación en materia ambiental, un manglar, hogar de múltiples especies de flora y fauna catalogadas bajo protección por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) está siendo devastado en Cancún, Quintana Roo. Esto, tras el comienzo de la primera etapa de construcción del megaproyecto inmobiliario «Malecón Tajamar».
Se trata de un desarrollo inmobiliario promovido por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) que contempla alrededor de 30 proyectos de construcción en los que se incluyen torres residenciales, un centro comercial, un proyecto médico, un templo católico y edificios para oficinas.
«Malecón Tajamar» obtuvo permisos federales para cambio de uso de suelo de 58.76 hectáreas en el año 2005, después de haber sido sometido a un Proceso de Evaluación de Impacto Ambiental (PEIA) por parte de la Semarnat, y antes de que, en 2007, se incluyera a la Ley General de Vida Silvestre el artículo 60 TER mediante el que «queda prohibida la remoción, relleno, transplante, poda, o cualquier obra o actividad que afecte la integralidad del flujo hidrológico del manglar; del ecosistema y su zona de influencia».
De acuerdo con medios locales, hasta el momento sólo ocho del total de los 30 proyectos contemplados han presentado sus informes preliminares ante la Secretaría de Desarrollo Urbano del gobierno municipal.
Pero, hasta la semana pasada, ninguno de los proyectos presentados para el desarrollo habían sido comenzados, por lo que Juan Carlos González Hernández, titular de Fonatur, instó hace algunos meses a los dueños de terrenos en el malecón a poner en marcha sus proyectos de forma pronta puesto que el plazo de sus Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) –mediante los cuales la Semarnat evalúa la sustentabilidad y factibilidad de un proyecto– expirarían pronto; y también en razón de que los mismos no podrían ser renovados por el artículo 60 TER.
Ante la urgencia, los trabajos de remoción de superficies de manglar comenzaron la semana pasada a toda prisa sin respetar legislación ambiental que contempla la protección de especies de fauna y flora mediante el rescate y reubicación de la misma. La maquinaria pesada comenzó a remover, entre otras especies de flora, mangle blanco, rojo, palma de chit (dos en peligro de extinción y todas bajo protección especial). Dicha acción obligó a las diversas especies de fauna, entre las que se encuentran reptiles y anfibios como ranas, cocodrilos, iguanas; aves marinas (incluidas especies migratorias); y algunos mamíferos, a huir del lugar.
Un testimonio recabado por el medio local Cancuníssimo indica que «Lo que hicieron fue venir, echar las máquinas, sacar la tierra, echarla sobre los animales vivos, matándolos, dañando las anidaciones y, a los cocodrilos, los enterraron vivos […] Hemos visto a muchas aves que están buscando sus nidos o sus polluelos; también están naciendo cocodrilos, hay fotos y videos de cocodrilos pequeños».
Ante los hechos, un grupo de mujeres comenzó a intentar impedir la actividad de las máquinas el día jueves; desde entonces, se les han sumado sociedad civil y organizaciones para solicitar la revocación de las autorizaciones del megaproyecto pues, independientemente de que sus permisos estén en regla ante la Semarnat, su realización ha implicado un ecocidio.
«Aquí el conflicto principal no es si tiene permiso o no tiene permiso, por que sí lo tienen, pero el permiso está condicionado: el manglar debió haber sido transplantado; la fauna tuvo que ser reubicada, y eso no se hizo. Eso es causal de nulidad de la autorización del proyecto», explica a SinEmbargo Gerardo Solís Barreto, vicepresidente de la Defensoría Internacional de Derechos Humanos A.C. cuya asociación participa en las protestas contra el ecocidio.
Él mismo, indica que el viernes pasado «se presentó una denuncia ante el municipio en la que se solicitó la intervención del Presidente municipal, del Secretario del Ayuntamiento y de la Dirección de Ecología, la de Desarrollo Urbano de Cancún, para frenar el desastre ecológico; pero hasta el momento no se ha recibido respuesta». Solís Barreto también comenta que se han interpuesto denuncias ante la Profepa y la Procuraduría General de Justicia del estado.
«Esto es preocupante, porque es un asunto urgente. No es posible que nosotros estemos haciendo el trabajo que debieron hacer las autoridades», concluye.
Para pronunciarse, este grupo de civiles ha realizado diversas manifestaciones públicas y realizan organizan guardias en la zona. También se ha valido de internet mediante un par de peticiones colgadas a la plataforma change.org (Petición 1, Petición 2) y en las redes sociales con la página Salvemos Manglar Tajamar.
«Sí: Hay peces aún en el agua. Sí: sólo los cubren con tierra y listo ¿Hay más especies muertas bajo la tierra y las máquinas» se puede leer en una de sus publicaciones.
Por su parte, la Profepa indicó mediante un comunicado publicado el día de ayer que, en atención a una denuncia popular, «realizó los días 29 y 30 del pasado mes de julio, una inspección en materia de impacto ambiental y cambio de uso de suelo a obras en el Malecón de Tajamar [de] 4 lotes en dicho proyecto situado en terrenos forestales.
«Durante la inspección […] el responsable del proyecto denominado Malecón Cancún [hoy Malecón Tajamar] no exhibió las autorizaciones correspondientes de ley […] en materia de impacto ambiental y cambio de uso de suelo».
La dependencia también informó que hasta el día de ayer no habían sido «proporcionados documentos tales como el Estudio Técnico Justificativo y los Programas de Rescate de individuos bajo algún estatus de protección de acuerdo a la Norma ecológica 059, así como el Programa de Prevención y Mitigación de impactos, entre otros».
Finalmente, señaló que del 4 al 7 de agosto se continuará con trabajos de campo para inspeccionar el resto de lotes afectados por el cambio de uso de suelo y que, derivado de éstas acciones, «se impondrán, de ser el caso, medidas correctivas de urgente aplicación tendientes a la restauración de los ecosistemas».
¿Por qué importa tanto un manglar?
Los manglares son sistemas costeros de gran importancia biológica y ecológica puesto que brindan una gran variedad de servicios ambientales.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) «son zonas de alimentación, refugio y crecimiento de juveniles de crustáceos y alevines, por lo que sostienen gran parte de la producción pesquera, son utilizados como combustible (leña), poseen un alto valor estético y recreativo, actúan como sistemas naturales de control de inundaciones y como barreras contra huracanes e intrusión salina, controlan la erosión y protegen las costas, mejoran la calidad del agua al funcionar como filtro biológico, contribuyen en el mantenimiento de procesos naturales tales como respuestas a cambios en el nivel del mar, mantienen procesos de sedimentación y sirven de refugio de flora y fauna silvestre, etcétera».
México es el quinto país con mayor extención de manglares en el mundo. De acuerdo con un informe de Greenpeace titulado «La destrucción de México, La realidad ambiental del país y el cambio climático», para el año 2009 México ya había perdido un 65 por ciento de sus manglares y éstos están desapareciendo a una tasa promedio de 2.5 por ciento anual, lo que equivale a poco más de 4.43 hectáreas cada día o a seis campos de futbol diarios.
La Profepa señala que «las actividades humanas constituyen la principal amenaza para los manglares [y que entre estas encontramos] la destrucción del hábitat, la contaminación, la sobreexplotación de los recursos, la falta de planificación del desarrollo urbano, industrial y turístico, así como del desarrollo agrícola, ganadero y acuícola, que han desplazado y reducido extensiones considerables de manglares».