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Chris, el transexual mexicano que documenta su transición en Youtube

10/08/2015 - 12:00 am
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Christopher El Joven Transexual Que Documentó Su Vida Foto Vice

Por Memo Bautista

Ciudad de México, 31 de julio (SinEmbargo/Vice).– «Hola, soy Christopher y soy transexual. Hago este video para compartirles acerca de mi vida, de mi transición y de los cambios en mi cuerpo que van a pasar dentro de muy poco».

La pantalla de Youtube muestra a un chico que vive en Xalapa, la capital de Veracruz, al oriente de México, que a primera vista parece menor de edad, aunque tiene 23 años. Usa una chamarra roja con las mangas blancas, muy parecida a las que visten los equipos deportivos de las preparatorias en Estados Unidos. El cabello está muy corto de los costados con un gran tupe al centro. Su mirada es juguetona. Va de un lado a otro, trata de recordar algo y cuando lo hace clava lo ojos en la cámara para exponer su punto. Cuando avienta una pregunta levanta la ceja derecha —las dos están muy bien delineadas—. Su voz es delgada aunque, eso sí, firme.

Éste fue el primero de una serie de videos que Christopher ha subido a su canal de Youtube desde hace más de un año para documentar su tratamiento, el camino que ha recorrido para vivir en el cuerpo correcto: el de un hombre.

Cuando supe que era trans me puse a investigar y me di cuenta que no había videos en español, y los que había no se hablaban del principio para que entendiera todo el mundo. Y yo no entendía nada, porque cuando tú empiezas, no sabes nada y te hablan como si ya supieras. Y después de eso me puse a investigar y vi los cambios de los chicos. ¡Son unos mega cambios! Me pregunté por qué no lo documentaban, porqué sólo se tomaban una foto casi cada año. Además, desde que era niño me ha encantado grabar todo. Tenía y tengo mucho que decir. Al principio fue algo egoísta, como para ver mis cambios porque cambias muy impresionantemente. Y dije: ‘quiero grabar los cambios de mi tono de voz, de mis facciones mediante video, no mediante fotos porque luego te cambia la voz y ni recuerdas cómo era antes porque no lo documentaste’. También lo hice para informar a la gente de mi alrededor. Ya después se volvió algo diferente, el objetivo cambió porque más gente me empezó a ver y más chavos se me empezaron a acercar. Ahora son más informativos, no tan serios.

Si puedo ayudar en algo con mi experiencia, ¿qué mejor?

Chris siempre fue diferente, desde el vientre de su mamá. Doña Rosalinda estaba segura que de su tercer embarazo nacería un niño. Entre más crecía su barriga, más redonda se hacía. No había duda, la experiencia así se lo dictaba. En sus embarazos anteriores la panza le creció en pico y nacieron dos mujeres. El día del parto su sorpresa fue mayúscula: había nacido otra niña a la que bautizó con su nombre.

Me di cuenta que era un niño a los tres años y me acuerdo que yo seguía mucho a mi papá, me ponía sus corbatas y decía soy un niño, pero me regañaban por usar corbatas y no jugar con muñecas. Fue una pelea horrible que duró muchos años. A los cuatro años, que fue cuando entré al kinder, me encantaba una niña de vestido azul, no era muy bonita, pero sí la más linda de la escuela. Yo no sabía qué pedo. Tenía un mundo secreto en el que yo era niño: me gustaban las cosas de niño, me gustaban las niñas pero no lo podía decir porque estaba mal, porque me regañaban. Me decían: ‘no hagas eso, tu debes hacer tal cosa’. Durante los años de primaria a mí me gustaban las niñas. Yo era un pinche mocosillo, me confundían con niño aunque tuviera el pelo largo. Sí, lo viví toda la vida, simplemente que no sabía el nombre de lo que me pasaba.

A pesar de ello, Chris tuvo una infancia feliz, sólo que su disforia de género a veces lo metía en apuros. Como esa vez en la primaria, el primer día de clases en esa escuela en la que sólo estudiaban mujeres. Tenían que ir vestidas de blanco y así lo hicieron todas, sólo que Christopher —entonces Rosalinda— fue la única que llevó pantalón. Otra niña le dijo que se fuera, que ella no pertenecía a ese lugar, que ahí sólo iban mujeres y ella no lo era. Entonces le jaló el largo cabello negro, para desenmascarar a la supuesta impostora. «Traes peluca», le gritaba, y ella sólo atinó a decir que cualquier niña que trajera el cabello corto iba a parecer niño. La quejosa le creyó. Pero de alguna forma aquella provocadora tenía algo de razón: Chris no pertenecía ahí: era un varón atrapado en el cuerpo de una mujer. Se sentía malo, creía que era el anticristo.

La secundaria y el primer año de la preparatoria fue un periodo oscuro, pero no porque fuera molestado. De hecho pasaba desapercibido. Cayó en depresión porque aparecieron los cambios de toda adolescente: le crecieron los pechos, las caderas se hicieron anchas y llegó la menstruación. Tenía miedo que la gente se burlara de él. No lo llamarían el flaco ni el gordo o el chaparro. Lo mas seguro es que lo llamaran con esa palabra que no le gusta: marimacha. Chris lloraba en silencio, pensaba mucho en el suicidio, en la automutilación porque no estaba a gusto con su cuerpo. Tenía 13 años cuando sus papás le preguntaron si le gustaban las mujeres. Él les dijo que no porque tenía miedo a lo que le fueran a decir.

Foto Especialvice
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Fue la época en que llegó uno de los primeros actos de discriminación. En la prepa a la que iba el reglamento indicaba que las mujeres podían usar falda o pantalón, lo que quisieran. Entonces Chris le pidió a su mamá que le comprara unos pantalones. Fueron a la tienda, se midió un modelo de mujer, que parecía de hombre. Era una prenda perfecta. Completó su «outfit» con unos zapatos que sí eran varoniles. Al otro día llegó a la escuela, se sentía muy cómodo, muy bien con su atuendo. Estaba con un grupo de amigas comiendo en la cafetería cuando se le acercó el prefecto, se inclino hasta su oído y le susurró:

—Que sea la última vez que traes pantalón.

—¿Por qué? Se supone que puedo traerlo— dijo la chica un tanto intimidada.

—Pues sí, pero la directora dice que tú no puedes usar pantalón en esta escuela. Las demás chicas sí pueden, pero tú no porque pareces hombre y a ella no le gusta.

Chris quedó mudo, no sabía que decir, no sabía cómo defenderse. Cómo hacerlo si ni él mismo comprendía lo que sucedía en su interior.

Lo que más sufrí en mi vida no fue el paso para ser transexual, de hecho eso fue como una liberación. Mis años más infelices fueron la secundaria y parte de la prepa. Te estoy hablando de cuatro años, los peores cuatro años de mi vida. Estaba oculto. Y yo siempre he sido muy extrovertido, siempre me ha gustado llamar la atención, hablar y opinar. En ese tiempo no hablaba, no opinaba, me escondía y fingía algo que no era para que no me molestaran. Todo lo que sufrí se lo atribuyo al miedo conmigo mismo, como que me reprimía demasiado. Eso es lo que me inspira tanto a ya no estar triste.

Una tarde en el salón de clase vio a una chica trigueña, de cabellos claros y una sonrisa amplia: Laura. Chris quedó impactado, aquella muchacha le gustaba y mucho. Debía ser su mejor amiga —en ese momento creía que no podía aspirar a más en una relación con otra mujer—. Para llamar su atención le aventaba bolitas de papel y por las noches se metía a una página de internet para aprenderse algunos chistes y contárselos. Pero al otro día, a la mera hora, se ponía nervioso, las palabras se atoraban, se cruzaban las sílabas y el chiste no salía como debía.

Yo me la hubiera pasado todo reprimido y me hubiera casado con un hombre gay y no estaríamos hablando en este momento. Pero lo que siempre digo que detonó todo esto, el primer paso, fue que me besara mi novia. A mí me gustaban las niñas pero para mí, lo máximo era que una se convirtiera en mi mejor amiga. Y cuando ella me besó dije: ‘¡a huevo, sí se puede!’ Entonces me catalogué por algo que no era, algo así como una mujer gay, y empecé a comprarme más ropa de hombre y me volví una mujer masculina. Y fue un error. Caí en la comodidad que tienen algunas mujeres; muchas no saben que pueden ser trans, no saben que existe, como a mí me pasaba. Entonces ella me dio mucha seguridad y empezamos una relación. Y a partir de eso fue que yo empecé a defender lo que yo era, y empecé a hablar y empecé a presentarme como yo quería. Pero no era tan libre como cuando me di cuenta que era trans.

Después de un tiempo la relación terminó. Se enojaban por cualquier cosa. Chris no se sentía bien consigo mismo y todo lo veía mal. En parte eso fue una de las razones del rompimiento, el no saber quién era. Pero su situación, además de una curiosidad innata, lo llevaron a investigar qué pasaba con él, con ella, en ese entonces. Escuchó la palabra transexual de voz de su hermana mayor cuando ésta se dio cuenta que se vendaba el pecho para ocultarlo. Así que leyó artículos en internet, vio videos y hojeó algunos libros. Supo entonces que no era una chica lesbiana. Lo que pasaba es que vivía en el cuerpo equivocado. Está búsqueda le mostró que sobre la transexualidad hay muy poca información en español y mucha de la que se encuentra está equivocada.

La noche en que por fin supo quién era, Chris durmió muy poco. De las 11 de la noche hasta las 5 de la madrugada se mantuvo despierto. Checaba páginas de internet, buscaba información sobre todo eso que sentía desde niño. Su hermana le sugirió hablar con sus papás y decirles lo que había descubierto sobre sí mismo. Esa tarde, como todos los días, Chris se sentó a comer con su familia y entre un plato y otro les dio la noticia:

Papá, mamá, tengo que hablar con ustedes. Les tengo que decir algo: soy transexual, me voy a operar, voy a empezar a cambiar, me voy a empezar a hormonar pero no lo quiero hacer por mi cuenta. Me voy a cambiar el nombre y necesito que me ayuden a elegirlo.

Después de un pequeño drama de doña Rosalinda, su mamá, y la casi inmediata aceptación de don Américo, su papá, Chris les explicó todo lo que pasaba con él.

Les expliqué todo lo que hay de diversidad en el mundo porque tenían que entender. Por ejemplo, yo soy un chico transexual heterosexual, pero también hay chicos transexuales gay, lo cual se les hace mucho más complicado de entender. La gente debe tener muy en claro que la identidad de género y la orientación sexual es algo completamente diferente. Yo soy un chico transexual al que le gustan las mujeres, por lo tanto soy heterosexual. Es que la gente dice, como antes, que a los gay, por ejemplo, les gusta ser mujer o quisieran ser mujer. Y en realidad no, es algo completamente diferente. Así como hay hombres heterosexuales afeminados, hay hombres gay masculinos y así de diversidad hay en el mundo trans.

Luego vino la inquietud de hacer videos para explicar su proceso y documentar todo el tratamiento. Pero necesitaba resolver primero un detalle. Sí, sabía que era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer, por lo tanto necesitaba llamarse como un varón. Rosalinda es un nombre que le gusta, lo considera precioso pero en su mamá, no en él. Durante le tiempo que lo usó, la única forma que encontró para comprimirlo y no sonara tan femenino fue Ros. Hizo una lista de nombres que le gustaban y la compartió con sus papás. Para él, ningún nombre iba a cumplir las expectativas tan altas que tenía, así que se decidió por uno que le agradara. En su listado aparecía Christopher, como lo quería nombrar su mamá cuando creyó que nacería un hombre.

Desde que me di cuenta y llevé todo el proceso del nombre, de ver cómo me sentía, empezar a llamarme a mí mismo con pronombres masculinos, pasó un año y ya de ahí empecé a grabar los videos. Obviamente ese año fue sin hormonas y sin nada más que mi mente y yo hablando conmigo. Tenía como 21 años.

Comentó la idea con su amigo Francisco Antonio Tea Carreto, FATECA un chico dedicado a la producción audiovisual, quien se convirtió en su productor. Entre los dos idearon el canal Christopher Juárez Reyes, donde Chris comparte los momentos más importantes de su nueva vida. Uno abre alguno de los 76 videos —y contando porque cada semana suben uno nuevo— y puede mirar a Chris aplicándose su primera inyección de testosterona y narrando los efectos que ha sufrido con la hormona; o mentando madres porque aún no le sale vello en el pecho ni barba y se muere de ganas de rasurarse; o diciendo que le caga que le digan señorita; otras veces se deja el torso desnudo para mostrar los cambios en su cuerpo; en ocasiones, Laura, su novia —con la que volvió después de varios meses separados— lo acompaña y hablan del inicio de la relación, cuando Chris aún tenia cuerpo de mujer. En fin, el tipo siempre toma todo con humor, se ríe del prejuicio hacia los transexuales, se ríe de la reacción de su maestra cuando se levantó la playera para mostrarle que aunque en el papel aparece el nombre de una chica, él es un varón. Se ríe siempre de sí mismo.

Todos los youtubers que hablan del tema agarran todo como tabú, muy serio, muy dramático. Y no debería ser así. Siempre tienes que ver que la vida tiene su lado bueno y te puedes reír de todo. Además, mi personalidad es así. Todo lo que me pasa así lo tomo. Siento que es lo que faltaba. Nosotros sacamos un video semanal. Si yo lo hubiera hecho solo, hubiera hecho un video con una cámara de celular y lo hubiera sacado cada que me acordara. Entonces iba a ser uno más. Pero como platiqué con mi productor, que es mi amigo desde la secundaria, él me dijo: «vamos a hacer esto bien». De hecho el primer video duraba como media hora. Se perdió. Y me dijo mejor vamos a hacerlo por temas. Si no lo hubiéramos hecho así se nos hubiera acabado todo lo que hablamos a los 15 videos.

Poco a poco uno puede ver que los mil pesos que gasta al mes en su tratamiento hormonal van dando resultados: sus facciones se vuelven más varoniles, incluso la voz va perdiendo la suavidad y se torna cada vez más gruesa, así hasta pasar por el día en que viaja a Guadalajara para que el doctor Rafael Pinto le extirpe las glándulas mamarias y le haga una masculinización del tórax: la mastectomía, en un costo que él y su familia pudieron solventar.

Depende del doctor, de cuánto tenga el chico transexual y de su tipo de cuerpo, porque si es más gordito y tiene que hacerle otros ajustes también, por atrás y otras cosas, entonces le cobra más. Todo es muy relativo.Te puedes encontrar a un pinche doctor que se cree la pinche verga del mundo y que es el más chingón, como el que yo me encontré aquí en mi ciudad, en Xalapa. Mis papás me dijeron: «antes de que vayamos tan lejos, a Guadalajara o el Distrito Federal, por qué no investigamos aquí». Órale. Investigamos cirujanos plásticos y demás. Hicimos una cita con el más reconocido de aquí, nos cobró la cita y me quería hacer lo que él deseaba. Yo buscaba estar plano y que mis pezones fueran pequeños, como los tengo ahora, pero él quería hacerme una tipo liposucción y esas operaciones no me gustan porque los pezones quedan muy grandes,además tienes que hacer ejercicio y yo soy un huevón. Si me crece la panza, está bien, pero que no tenga pechos. Además prepotente, quería carta del psicólogo, carta del endocrinólogo y nos sé cuántas madres. Me dijo: «75 mil más los gastos de hospital». Es un precio muy elevado y mucha gente se aprovecha de que no sabes. Hay gente que sí lo puede pagar y que lo ha pagado, pero yo no. Con quién yo me hice la mastectomía me cobró 23 mil pesos con todo y gastos de hospital, una clínica privada muy padre, buen trato y el doctor súper buena onda, muy chido. Muchos usan la liposucción que te digo; el que yo tengo es una cirugía bilateral, que es con dos cicatrices abajo; otro, que no me gusta, que es quitar los pezones y que te los tatúen. Yo no hubiera querido nunca eso. Sí quiero un tatuaje, pero no así.

A principio de 2015 a Chris le llegó una noticia: gracias a las reformas aplicadas al artículo 135 Bis del Código Civil para el Distrito Federal, los transexuales que viven en la capital del país ya pueden tramitar una nueva acta de nacimiento en la que se reconoce su identidad de género con sólo un procedimiento administrativo, además que el costo para realizar el trámite pasó de 100 mil pesos, poco más de seis mil dólares, a mil 400, o sea, 86 dólares. Alguien le avisó a Chris que ProDiana —la asociación civil que dirige la también transexual Diana Sánchez Barrios, hija de Alejandra Barrios, líder de los comerciantes ambulantes en el Centro Histórico de la Ciudad de México— tenía 200 lugares para chicos de otros estados que quisieran cambiar sus nombres para que coincidieran con su identidad actual —sólo nombres, no apellidos—. El chico envío sus papeles —acta de nacimiento y copia de su credencial de elector—. ProDiana le proporcionó un comprobante de domicilio con dirección en el Distrito Federal.

Chris viajo a finales de marzo de 2015 a la capital mexicana para realizar el trámite. ProDiana le gestionó la cita a él y al resto de los 200 transexuales en la oficina central del registro civil en Arcos de Belén. Chris se aprendió de memoria la dirección que venía en el comprobante de domicilio —calle Argentina número 92, en la colonia Centro— y se inventó una historia sobre un negocio con un amigo en la Ciudad de México. Alguien le había avisado que le preguntarían el domicilio y a qué se dedicaba en el DF.

En realidad no me preguntaron nada. Una señora salió a donde estábamos y dijo: «los chicos tales, vamos». Ya nosotros la seguimos, pasamos un pasillito, subimos unas escaleras y a la vuelta estaban los jueces en una mesa y ya pasabas y te decían: «mira, vas a llenarme esta solicitud y acomodas tus papeles». Entonces los veían y órale, ya. Llenabas la solicitud, ponías tu nombre anterior, el nombre de tus padres. Como mi credencial de elector no es del Distrito Federal, me hicieron escribir en un papel que todo lo que digo es verdad. Lo entregas, esperas un poco sentado y luego te llaman, te preguntan si tus datos son correctos. Ya que están bien esperas otro poco y después pasas al siguiente cuarto en donde te dan unas hojas, dos azules y una blanca, te ponen tinta en el dedo, ya pones las tres hojas y te dicen: «Ya está, en 10 días sale tu acta». Y eso es todo. En menos de una hora.

Después de unos días a Chris le entregaron una carta de exhorto en la que aparece su nombre de forma legal. Ya no tenía que modificar sus credenciales para sobreponer la palabra «Christopher» donde decía «Rosalinda». Con ella fue primero al registro civil de Xalapa para dar de baja el nombre anterior y no tener doble identidad. También fue a las oficinas de la Secretaría de Educación Pública para tramitar los certificados de cada nivel académico cursado —primaria, secundaria y bachillerato— y, por supuesto, a tramitar su primera credencial de elector ya como hombre. Pero no todo quedó ahí. En Mayo de 2014 la Universidad Veracruzana, donde estudia biología, le otorgó, junto con Amaranta Gómez Regalado, otra estudiante transexual, el reconocimiento formal tanto de su identidad genérico sexual como su personalidad jurídica. Es decir, el nombre de Christopher como tal ya aparece en su matrícula escolar, en su credencial y así se plasmará en su título de licenciatura.

Y todo ello está respaldado en video en su canal de Youtube donde tiene siete mil 678 suscriptores, 36 mil 963 visualizaciones para el más reproducido y mil 876 para que el que menos se ha visto.

Lo veo ahora (el canal) y digo: ¡no manches, ni en sueños pensé que íbamos a llegar a tanto! O sea, con 50 visualizaciones nosotros nos estábamos cagando de felicidad. El canal es de las primeras cosas en que he sido constante en mi vida. Ya duré mucho porque normalmente hacía algo y lo dejaba. Pero esto de verdad me gusta y es algo que no me cuesta. El tema de la semana siempre sale por algo, o ya tengo pendientes y fluye. Entonces a mí me encantaría que sí seguimos creciendo. Yo tengo muchas ideas y proyectos y lo único que me detienes es el dinero. Pero si nos volvemos súper famosos y tenemos miles de reproducciones y nos da el presupuesto, pues obviamente si se puede hacer más grande sería lo mejor, porque mi objetivo en esta vida es que la palabra transexual no sea un tabú ni sea desconocida; que la gente ya lo sepa tanto, como cuando te repiten las cosas, que ya sea algo natural y no sufran los jóvenes como yo sufrí o como han sufrido otros porque no sabían nada del tema.

 

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