ADVERTENCIA IMÁGENES FUERTES
Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– De acuerdo con GreenFacts, más de cien mil monos y simios son utilizados anualmente para fines de investigación biomédica en todo el mundo debido a su similitud genética con los humanos. Ante sus condiciones en estos sitios, diversas organizaciones animalistas han denunciado los malos tratos y calidad de vida de los animales.
La organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés), explica que «los primates que [son utilizados para] experimentos son criados en establecimientos comerciales o del gobierno [en el caso de Estados Unidos], nacen en laboratorios o son capturados en la naturaleza en países como China, Camboya o en la isla Mauricio».
Además de los malos tratos que estos animales puedan sufrir siendo objeto de múltiples experimentos, PETA ha revelado que las condiciones en que estos monos viven antes de llegar a los laboratorios está, de por sí, envuelta en violencia y miedo. Así, el mes pasado la organización defensora acusó a la empresa Primate Products Inc. (PPI) de incurrir en malos tratos a estos animales.
PPI es una compañía que vende diversos productos relacionados con primates como equipos de manejo, dispositivos de entrenamiento e incluso «bioproductos»; pero, entre otras cosas, también vende almacena, distribuye y vende monos destinados a experimentos. En la presentación que adjunta en la su página oficial, PPI indica: «PPI y sus socios han dedicado su vida profesional a la conservación y cuidado de los primates no humanos».
Sin embargo, una investigación de PETA indica todo lo contrario: monos muy alterados, tratados bruscamente, heridos, enfermos, enjaulados y viviendo entre desechos…El siguiente video fue revelado por el grupo animalista a principios del mes pasado.
La consecuencia para estos animales de vivir en estas condiciones –explica la investigación– los lleva a tener altos niveles de estrés. De las acciones observadas en el video como jalar a los monos de la cola, sacudirlos, empujar sus tejidos internos, etcétera, declaraciones de expertos a PETA señalan que provocan a los animales un estrés severo, ansiedad, miedo y sufrimiento innecesario.
«Los trabajadores negaron que monos enfermos crónicos y delgados tuvieran una muerte rápida y sin dolor: En lugar de esto ellos murieron por su propia cuenta en jaulas. Un mono, [por ejemplo] de quien los trabajadores dijeron que parecía un ‘adicto al crack’ sólo fue trasladado a la ‘unidad de cuidados intensivos’ del PPI después de que un testigo lo encontró tendido inmóvil en el suelo de cemento […] Cinco días después, el mono ‘comenzó a jadear’ y murió. Otro mono, que fue considerado ‘muy delgado’ […] se puso en una jaula con un día de marzo de 2015. Y tiempo después fue encontrado muerto dentro de la jaula», narra la asociación.
«Sólo en 2014, PPI importó MIL monos de Asia y África –el 63 por ciento de los cuales eran capturados en la naturaleza–» indica la asociación, que además indica que «después de haber sido secuestrados de sus familias y hogares […] los monos son hacinados en jaulas para soportar un viaje transatlántico muy aterrador en las bodegas de carga de aviones.
«Una vez en el PPI, los trabajadores toman sangre y líquido cefalorraquídeo de los monos y luego algunos de ellos son sacrificados y para retirarles fluidos de los ojos y vender estos a los laboratorios. Los que sobreviven son enviados en camiones eventualmente a las instalaciones del gobierno, a laboratorios de ensayo y universidades.
Ya en los laboratorios «los monos pueden ser infectados intencionalmente a través del recto o la vagina con un virus de VIH que causa síntomas incapacitantes similares al SIDA; ser atados a una silla de plexiglás y expuestos a la radiación de cuerpo completo; tener que tomar sus fluidos vaginales o parte de su mandíbula eliminada; sufrir perforaciones en sus cerebros; ser infectados con el virus del Nilo Occidental; o ser alimentados a la fuerza drogas con drogas».
Después de todo esto, asesinados. Ahora PPI, de acuerdo con PETA, un equipo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) confirmó las condiciones denunciadas por los inspectores de PETA de al menos 25 violaciones de nueve reglamentos de bienestar animal en aquel país; por lo que la autoridad estadounidense ya ha abierto una investigación.