Modificación genética: placer de humanos, martirio de animales

26/07/2015 - 12:05 am

 

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Ciudad de México, 25 de julio (SinEmbargo).– Se ve lindo en la imagen, pero un Bull Dog Inglés es una animal que moriría en la naturaleza: No pueden respirar bien, están ‘roncando’ todo el tiempo, la forma de su paladar no les permite hacerlo. No pueden reproducirse, tienen un pecho tan amplio que los machos ni siquiera pueden montar a la hembra. No pueden parir, las hembras tienen una cadera tan pequeña con relación a la cabeza de sus cachorros que estos no pueden nacer naturalmente, deben nacer por cesárea.

Los perros han acompañado a los hombres desde hace miles de años cuando, en sus procesos de domesticación formaron parte diversas actividades humanas. «Hace 15 mil años los humanos comenzaron a domesticar a los animales y formaron parte, primero de actividades de caza y cuidados. Tiempo después se comenzó a utilizar a los perros para actividades específicas de acuerdo a sus cualidades: como perros para trineo en regiones árticas, o perros que te ayuden a cazar en zonas acuáticas, etcétera. Así, a partir de su domesticación cada raza desarrolló sus líneas genéticas», explica Claudia Edwards, de Humane Society International.

Hasta ahí, todo bien. Claro que no suena mal que un animal, además de compañero, sea un apoyo para alguna actividad humana. Sin embargo, con el paso de los años los servicios que estos animales podían brindar pasaron a segundo término y se convirtieron, en su mayoría, en animales de compañía. Con esto adoptaron una forma de valor ornamental: para muchos, en la medida en que un perro es «bonito», es un buen perro.

Esta concepción ha llevado a los humanos a explotar los aspectos que, supuestamente, hacen más puro o bello a un animal de una determinada raza, hecho que ha significado para ellos sufrimiento físico y una mala calidad de vida:»La eugenesia sólo está prohibida en los seres humanos. Con los animales en general,  la modificación genética se hace y no se ve mal. En el caso de los perros y gatos, la manipulación genética se da con las cruzas, so pretexto de ‘mejorar las razas'», explica Edwards, que es veterinaria especializada en animales de compañía.

«En teoría –continúa– no es malo reproducir a un perro con la idea de mejora genética cuando se trata de animales con funcionalidades determinadas, como cuando hablamos de perros de terapia para personas ciegas. Entonces buscas líneas genéticas de animales saludables tanto física como mentalmente que puedan hacer su trabajo bien en apoyo al ser humano. Ese es el aspecto positivo, pero, lo que sucede en la realidad es diferente: las personas suelen reproducir a los perros porque quieren mejorar la raza».

Pero en lugar de eso, encontramos criadores en todo el mundo que practican la modificación genética nada más que con fines comerciales. Y como «perro bonito» es perro vendible, y los que los compran por mero gusto y capricho, abundan, encontramos casos como el de la raza Ridgeback:

«Esta raza tiene una línea que correa al revés en el pelo, característica de la que deriva su nombre. Así la gente quiere que esta famosa línea se note… Lo que desconocen es que la constante acentuación de esta característica hace que estos perros tengan persé un defecto: debido a esa línea ellos suelen tener un poro abierto que los hace altamente propensos a infecciones; mismas que suelen causarles la muerte […]. Pero cuando tú le indicas a un criador que no reproduzca a los perros con la línea marcada, sino a los otros, ellos no acceden», explica Edwards.

¿Y cómo van a acceder? Si accedieran no se venderían, porque no serían «dignos de concurso». Así sucede con diversas razas. Sólo para dar algunos ejemplos los Bull Terrier han sufrido una deformación facial muy notoria (haciendo su hocico excesivamente curvo), suele tener defectos en el corazón o hiperdondia (dientes supernumerarios); los Basset Hound suelen tener problemas en las vértebras, piel y orejas; los Boxer tienen una de las tasas más altas de cáncer; los Pastores alemanes suelen tener falta de coordinación en las extremidades, problemas en la pelvis y patas traseras, entre otros padecimientos.

Prácticamente todos los perros sufren actualmente enfermedades «propias» de su raza, pero éstas son resultado de la interminable «perfección» que los humanos quieren alcanzar. Por supuesto que hay niveles diferentes en la «seriedad» de las enfermedades que pueden ir desde constantes infecciones en las orejas en los perros que las tienen largas, hasta casos de razas como el Cavalier King Charles Spaniel y algunas otras razas, que llegan a quejarse de un dolor insoportable y perder el control de su movilidad debido a la Synringomyelia, una malformación en la que el cráneo es demasiado pequeño para el cerebro, de modo que inclusive causa convulsiones al animal.

En estas cuestiones, los gatos no están exentos, después de todo, también son animales de compañía «dignos de lucirse»:

Existen una raza llamada Ashira –explica la veterinaria– en que se cruzan un gato domestico con un serval (animal significativamente grande en comparación con los gatos domésticos). La cuestión aquí, es que la monta sólo se puede hacer de forma natural por diversas complicaciones biológicas. Y que el cerval, en su ambiente natural, tiene que morder a la hembra en el cuello durante la cruza. Esto ha hecho que, en promedio, por cada Ashira que se logra, 60 gatas domésticas mueran al ser montadas por un cerval».

«Así que para tener un Ashira –continúa– falta carecer de conciencia y corazón… ¡ah! y alrededor de 22 mil dólares».

Y como siempre, falta conciencia: «Lamentablemente las personas tienen una visión muy distorsionada del lazo humano-animal y de para qué los quieren, porque suelen verlos como una cuestión de estatus social, por su costo o aspecto. ¡Pero la realidad es que  tener un Schnauzer y cortarle la cola ‘para que parezca un Schnauzer’ es una cosa ridícula! Un perrito criollo te puede dar tanto amor como uno ‘puro’ (y además son más resistentes a las enfermedades)»

«Las personas debemos repensar para qué queremos a un animal en nuestra vida, fomentar la adopción de perros de calle y detener la venta para que este ciclo de inflingir a los animales no se repita!», concluye Edwards.

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