Nombre: Antemio Maya Pindter.
Ocupación: Fundador de la Pro-Perro, AC.
Origen: Distrito Federal.
Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo).– «Algunas personas preguntan que por qué no en lugar de preocuparnos por animales nos preocupamos por niños o ancianos. Lo que no comprenden es que nosotros atacamos el origen de la violencia en la sociedad». Y eso dicen: que si comienzas por maltratar a un animal, terminarás maltratando a otras personas.
Antemio Maya Pindter es un activista con casi cuatro décadas recorriendo un camino de lucha contra injusticias, y no suele distinguir especies para ofrecer su ayuda. «Primero ayudaba de forma desorganizada a quien pudiera, y después comencé a apoyar a animales, hasta que en 2003, mi labor se formalizó».
Premio Nacional al Voluntario 2004, Pindter fundó un 3 de marzo de 2003 a «Pro-Perro», Asociación Civil sin fines de lucro fundada inicialmente para la protección de perros callejeros: «Todo comenzó cuando llegué a Cuautepec, [en la delegación Gustavo A. Madero, del Distrito Federal] y comenzamos a apoyar en brigadas de esterilización, entonces nos dimos cuenta de que muchos perros no tenían hogar».
Han pasado 12 años. Hoy, Pro-Perro cuenta con un espacio para albergar perros que han sufrido maltrato, personas para rescatarlos, un importante proyecto que comprende asesorías para gobiernos con relación a la conversión de antirrábicos en centros de bienestar animal, programas de adopción e incluso un par de veterinarios que ofrecen un servicio económicamente accesible, dirigido a personas de bajos recursos.
«Nos dedicamos a muchas cosas. También solemos recibir a alumnos desde primaria hasta universidad que visitan el albergue y aquí procuramos concientizarlos» sobre el maltrato animal, tenencia responsable, beneficios de la adopción y más. Pindter y sus colegas se preocupan por que las personas logren valorar la importancia de proteger a los animales y comprender que son seres vulnerables.
«Al principio las personas se burlaban –recuerda–. Se burlaban cuando nos veían ayudar a un animal, ellos decían ‘están locos, ¡es sólo un perro!’ Pero poco a poco se han ido dado cuenta de lo negativo que resulta cualquier tipo de maltrato animal […]. He notado que hay mucha gente buena, pero que no siempre sabe cómo ayudar».
Amor. Ese sí que es un ingrediente que sirve para ayudar. No importa lo «cursi» que se oiga: «Nosotros tenemos 43 perros y 33 gatos. Todos son ‘un caramelo’. Los perros, por ejemplo, luego luego que alguien llega al albuergue, ‘le hacen fiesta’, son bien juguetones […] y es que con nosotros han recibido tanto amor, que ahora tienen amor para dar».
No importa cuán maltratados hayan sido. Pindter comenta de casos muy tristes de maltrato, pero habla con alegría de la recuperación de los animales que fueron víctimas: «al principio son agresivos. Huraños. Le temen a la figura humana por todo lo que vivieron antes […] pero la recuperación que nosotros les ofrecemos no sólo es física, sino que también les enseñamos a socializar».
Así, un perro sin miedo al hombre, uno que no crea tener la necesidad de defenderse en toda circunstancia, puede ser adoptado. Y es que «la persona no es la que adopta, ¡el perro es quien los adopta!: la persona llega y los perros en seguida ‘le hacen la barba’, ¡y ahí andan!», como diciendo: ¡adóptame a mí!. «Entonces hay química entre ellos».
«Cuando una persona se decide por adoptar, nosotros le damos al perro esterilizado, vacunado y con un buen nivel de socialización». Con la adopción, alguien consigue un perro y el perro una familia: «yo digo que el perro es el ‘mueganito’ de una familia. [Por ejemplo], cuando una familia juega con un perro, es señal de que es una familia integrada».
El activista comparte que para su organización dar un animal en adopción es «un triunfo», puesto que la cultura de la adopción no es generalizada entre la gente: «La verdad hay muy pocas adopciones. Al mes, cuando mucho, damos en adopción a dos o tres perros».
Esta falta de cultura de la adopción y también de la tenencia responsable ha generado innegables complicaciones para las organizaciones encargadas del rescate animal puesto que los casos de abandono y maltrato no dejan de registrarse. «Hay veces que ya no tenemos si quiera en dónde meter a los animales […] porque las personas no se hacen responsables y les parece fácil deshacerse de ellos, como si fueran cualquier cosa». A esto, señala, se suma la indiferencia de las autoridades: «la ley no se cumple. Para los gobiernos, el tema de los animales es el último en la lista».
Pero no importan los aprietos, asegura. Aún con los sacrificios emocionales, físicos y económicos que su labor le pueda significar, no ve forma de dejar de hacerlo: «es algo que me gusta». Algunas personas dicen que quienes ayudan a animales los rescatan, como lo haría un «héroe»: «pero nosotros no somos los héroes. No somos nosotros cuando velamos por que un perro esté mejor quienes ayudamos: son ellos quienes nos ayudan a ser mejores».
Pro-perro ofrece en adopción a perros y gatos. Se ubica en Av. Venustiano Carranza 79, Col. Cuautepec Barro Bajo, Delegación Gustavo A. Madero, México, D.F. Tel: 5369 9652.