Ciudad de México, 28 de junio (SinEmbargo).– La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dio a conocer hace algunos días que cada año, en México, 10 millones 431 toneladas de comida van a dar a la basura. Especialistas en el tema de desperdicio de alimentos aseguran que toda la comida que se tira en el país es consecuencia de la falta de políticas públicas para mejorar las condiciones del mercado, el mal funcionamiento de los procesos de producción y distribución de productos, así como el bajo poder adquisitivo de los consumidores.
Genaro Aguilar Gutiérrez, Coordinador de la Red Latinoamericana para la Disminución de la Pérdida de Alimentos, organismo que colabora en conjunto con la FAO, dijo a SinEmbargo que en México todo este desperdicio es derivado de las oscilaciones que sufren los precios de los alimentos y problemas en oferta y demanda de los mismos.
«Los precios no responden al poder adquisitivo de la sociedad mexicana, lo que conduce a un desperdicio permanente sistémico. El sistema de precios relativos tiene que estar en correspondencia con el salario, si éste último está paralizado y el costo de los productos van en ascenso, [entonces] hay un estancamiento», explicó.
La FAO alertó que el 37 por ciento de la producción de alimentos que termina como desecho representa además una pérdida de 120 mil millones de pesos, mismos que podrían utilizarse para alimentar a 7 millones de personas que se encuentran en inseguridad alimentaria.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en México la carencia por acceso a la alimentación pasó de 28.4 millones de personas a 27.4 millones entre 2010 y 2012. Sin embargo, en diciembre de 2013 el Ranking Nacional de Nutrición Infantil (RANNI) informó que se registraron al menos 1.5 millones de niños con desnutrición.
LOS INTERMEDIARIOS
El organismo de las Naciones Unidas también estimó en mayo pasado que más del 40 por ciento de los cultivos de tubérculos, frutas y verduras, junto con el 35 por ciento del pescado, el 30 por ciento de los cereales y el 20 por ciento de las semillas oleaginosas, carne y productos lácteos se pierden o desperdician a nivel mundial.
En México, más del 40 por ciento de los cultivos de tubérculos, frutas y verduras se pierden o desperdician, junto con el 35 por ciento del pescado, el 30 por ciento de los cereales y el 2o por ciento de las semillas oleaginosas, carne y productos lácteos.
Alejandro Calvillo Unna, director del Poder del Consumidor AC, comentó que el problema del desecho de alimentos está relacionado con las fallas que hay desde su producción hasta el destino final; es decir, cuando llega a manos del consumidor. El activista por los derechos de la salud alimentaria advirtió que el mayor impacto se basa en la intervención de intermediarios «y como no hay una regulación en este proceso se deja a manos de los intereses privados».
El dilema es que los pequeños productores no encuentran mecanismos para comercializar sus alimentos y los intermediarios establecen el monopolio de la compra del producto en ciertas regiones. «Es decir, nadie más les va a comprar, y aquí hay también una pérdida del producto que ni llega a salir de los lugares del cultivo y se echa a perder», agregó Calvillo Unna.
El especialista de la Red Latinoamericana para la Disminución de la Pérdida de Alimentos opinó que se requiere de inversión y acompañamiento de los procesos de producción y distribución para evitar fallas durante todo el trayecto en que los alimentos son cultivados, vendidos, distribuidos y comprados.
En ese sentido, Héctor Robles, doctor en Desarrollo Rural y coordinador de la página Subsidios al Campo, amplió en entrevista que los apoyos gubernamentales al campo son «altamente regresivos» y detalló que el Programa Proagro Productivo de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) otorga sólo ciertos porcentajes a los productores pequeños.
Explicó que en el caso de los recursos financieros, los productores que se conocen como PD3, es decir, los de mayores ingresos (que representan el 3 por ciento), se están llevando más del 80 por ciento de apoyos que otorga dicho programa, pero esto no es suficiente para el campo.
Ambos coincidieron que es importante promover los mercados locales, ya que de esta manera hay menor presencia de intermediarios que quieran abusar de los pequeños productores que conforman el 30 por ciento de la producción de alimentos del país.
UN PROBLEMA TÉCNICO
Según datos del Índice de Desperdicio de Alimentos en México, el alimento que más se desperdicia es la guayaba, con un 57.7 por ciento de pérdida, seguido de la leche de vaca con 57.1 por ciento y el mango con 54.5 por ciento.
De la carne de res, pollo y cerdo se tira casi el 40 por ciento, mientras que en el pescado, pepino, sardinas, aguacate y arroz se alcanzan niveles del 45 por ciento.
Al respecto, el Coordinador de la Red Latinoamericana para la Disminución de la Pérdida de Alimentos mencionó que los productos caducan en las tiendas porque no existe una logística adecuada ya que hay momentos en los que existe escasez o excesos de producto. «Estas fallas derivan de una cadena logística incompleta a lo largo de todo el país, lo que significa que ni los productores tienen información suficiente de cuándo cosechar, ni los consumidores tienen idea de cuando estarán disponibles», agregó.
A nivel internacional, el organismo de la Organización de las Naciones Unidas calculó que un tercio de todos los alimentos que se producen en el mundo se pierde al año o se desperdicia, o sea, mil 300 millones de toneladas de comida no cumplen con su función: alimentar a la población.
En el informe de mayo pasado, la FAO dio a conocer que los mercados mayoristas «manejan importantes volúmenes de alimentos y existen lagunas de información sobre el desperdicio de alimentos en el proceso, comercialización, almacenamiento y transporte».
La FAO recomienda en su apartado de Causas y Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio de Alimentos, una inversión en infraestructura y transporte que los gobiernos deberían mejorar con el desarrollo de caminos. También sugiere que se promuevan las inversiones del sector privado para mejorar las instalaciones de almacenamiento y de cadena de frío.
TRANSPARENTAR
Pese a que las compañías pueden regalar los alimentos antes de que se conviertan en desechos a hogares de niños, adultos o como donativos, no lo hacen. «Es algo que les convendría a las empresas, pero no hay una práctica de poder donar estos alimentos antes de que se echen a perder, y eso pasa desde la merced hasta en la central de abastos», explicó Alejandro Calvillo.
Asimismo, el Coordinador de la Red Latinoamericana para la Disminución de la Pérdida de Alimentos mencionó que tanto en México como en otros países, no existen normas que regulen los desechos y tampoco legislaciones que lo sancionen. Sin embargo opinó que la pérdida de 120 mil millones de pesos podrían utilizarse para subsidiar programas y poder ayudar a los 7 millones de personas que se encuentran en riesgo alimentario según el último informe emitido por la FAO.
El Poder Consumidor AC buscó a empresas mexicanas que hicieran un uso eficiente de la comida que ya no utilizan pero no las encontró. Al respecto, Calvillo comentó que lo que se necesita es visibilizar y llevar un registro que se pueda hacer público y exhibir estas prácticas; que tú, comprador, supieras que el supermercado al que vas tira el 10 por ciento de sus productos perecederos.
«Yo no conozco una regulación que establezca un castigo en nuestro país. Sería algo muy nuevo […] si hubiera una base de datos podríamos entonces pensar en una legislación», concluyó.