La Calle Talavera es parte de la peatonal Alhóndiga, del Centro Histórico de la Ciudad de México, cuya recuperación corresponde a los trabajos de rehabilitación que emprendió el gobierno capitalino. Ubicada entre República de Uruguay y República del Salvador, la mejor forma de llegar es preguntar en el viejo Barrio de La Merced por la calle del Niño Dios. A la entrada del corredor te recibe una placa con la siguiente leyenda:
SIENDO JEFE DE GOBIERNO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
EL C. LIC. MARCELO EBRARD CAUSABÓN
DEVELA ESTA PLACA, CONMEMORANDO LA INAUGURACIÓN
DEL CORREDOR CULTURAL RELIGIOSO EN TALAVERA,
LA CALLE MÁS FAMOSA DEL «NIÑO DIOS»
FUNDADA POR EL CIUDADANO SAUL URIBE LANZAGORTA
MEXICO, D.F. A 2 DE FEBRERO DEL 2011
DÍA DE LA CANDELARIA
Y es que ese día, el jefe de Gobierno Capitalino, Marcelo Ebrard Causabón develó una de las seis figuras que se encuentran a lo largo del corredor. En su discurso recalcó a la tradición del 2 de febrero como una de las más importantes: «Es una de las tradiciones más relevantes del Centro Histórico, por eso es tan importante que se recupere esta calle, que sea un corredor digno como lo es el día de hoy y que sea parte del futuro de nuestra ciudad».
Saúl Uribe fue el fundador de la calle Talavera. Sin embargo, no fue el único. En el corredor se encuentran seis estatuas: el Papa Juan Pablo II, el Santo Niño de la Salud, San Judas Tadeo, el Santo Niño de Atocha, la Virgen María y el Divino Niño Jesús de Colombia, y cada una de las placas tiene el nombre de alguna familia fundadora del corredor; además en esta temporada al menos 1500 personas se dedican a este comercio.
Miles de creyentes se dan cita año con año en la calle Talavera que ahora luce limpia, con jardineras y bancas, y con seguridad. Se encuentran al menos 10 elementos de seguridad pública de seis de la mañana a 10 de la noche. Los elementos no están destinados exclusivamente a resguardar ese corredor, son parte del despliegue en todo el centro de la ciudad. «Nos van cambiando, dependiendo donde nos toque», dice un agente. «Nos ponen donde haya más afluencia de la gente», continúa y hace ver que la calle Talavera es la más concurrida en estos días.
Aquí, se compran la vestimenta y accesorios para la presentación ante la Iglesia de los niños Dios, la tradición que se remonta a la presentación de Jesús luego de 40 días de nacido en el Templo, según la costumbre judía. En febrero de 2012, esta calle es un corredor donde se ubican más de 10 tiendas que se dedican a la venta de accesorios, vestidos y niños Dios.
Todo inició en 1975 en el pasillo de Venustiano Carranza, donde actualmente se encuentra el pasaje Pedro Slim. Saúl Uribe, junto con su esposa, arrancó un negocio: la venta de ropa para niños Dios. Inicialmente trabajaban con seis modelos: el Niño de las Palomas, Sagrado Corazón, San Judas Tadeo, Santo Niño de Atocha, San José y San Francisco, y dos ropones: uno azul y uno rosa para las presentaciones.
En 1985 se mudaron a la calle de Talavera. 26 años después, la competencia despuntó pero hasta el momento Niños Uribe se ha consolidado como la empresa líder. Para confirmar esto, Saúl Uribe hijo nos cuenta que a pesar del auge que han tenido nuevas religiones y la tradición de vestir a los niños Dios ha ido decayendo, su producción no se ha reducido en los últimos siete años. A la fecha fabrican cientos de cuerpos de niño.
«Gracias a Dios mantenemos nuestra producción, estamos hablando de unos 120 mil vestidos, no se acaba la producción, ni la venta, es un promedio que hemos mantenido de siete a ocho años».
El proyecto que inició como mero negocio se ha transformado. Ahora la fe es su principal base para continuar en el mercado. Uribe hijo, quien ahora está al frente del negocio, lo describe como un mercado de fe, «una forma de lograr que la gente se acerque a algo bueno. Una tradición que se ha ido transformando pero no pierde el sentido”.
«Al principio –continúa Uribe- vimos que se vendía mucho, posteriormente llegó la fe, el hecho de que llega la gente y sale con una cara totalmente transformada por ver a su Niño renovado, con nueva vestimenta, es un cambio en la gente que nos gusta».
A pesar de que este mercado es temporal, no se deja de trabajar todo el año. La temporada alta se inicia en diciembre. Es ahí cuando abren las cuatro tiendas Uribe, y se cierran después del 2 de febrero para dar inicio con la producción. En su proceso completo, Niños Uribe brinda 45 empleos formales.
Entre 12 y 15 personas son las que se encargan de la revisión de los distintos modelos, la selección de ellos y enseguida, la confección y bordado de los trajes.
Una de esas señoras es Ana María Rodríguez. Ha trabajado ahí durante tres años. Su labor es coser los trajes. Puede tardar desde media hora hasta una hora en elaborar uno, lo que depende del tamaño. No puede decidir cuál es su favorito, pues a todos los considera bonitos. Su horario de trabajo en esta temporada es de 9 de la mañana a 6:30 de la tarde. “El trabajo nunca termina”, dice.
La industria de los Niños Dios para la familia Uribe se ha expandido hasta llegar a la exportación. Hoy en día envían ropa a Estados Unidos, específicamente a la comunidad hispana de Chicago y Los Ángeles. En la República Mexicana también son populares. Mandan a todo el país. Guerrero es el estado del que tienen más encargos.
Incluso personas de la farándula como lo es la conductora de radio, Maxine Woodside es cliente. Año con año acude a las instalaciones de Niños Uribe para encargar la vestimenta para su niño Dios.
Los 106 modelos que se hacen varían en tamaños. Sus precios van desde los 28 pesos hasta los 170. En México, hay un niño Dios por cada necesidad. Por ejemplo, están futbolerito, tamalerito, doctorcito y el niño migrante. En 2007, una sociedad de católicos alemanes realizó una investigación de esta veneración en el mundo. El documento -que puede ser consultado en la Parroquia de Plateros, Zacatecas-, reconoce la importancia de la adoración de un niño Dios en Belén, uno más en Roma y otro en Praga. En México, la investigación encontró que la reproducción de Jesús Niño era inagotable porque “permea la posibilidad de que, cada vez, surja otro y otro más, según la necesidad momentánea”.
La tradición marca que la primera vez que se presenta a un niño Dios se debe llevar acostado, en un cunero. El siguiente año va en una silla, para que al tercer año vaya parado. Todos los accesorios que se necesitan para ello los fabrican ahí mismo.
Incluso los aditamentos que llevan los 106 trajes se confeccionan en los talleres: sombreros, coronas, bastones y cruces.
Hoy, 2 de febrero, es día de la Candelaria. Es una festividad cristiana que celebra lo que ahora se conoce como la presentación del Señor, cuando el niño Jesús fue llevado al Templo por sus padres, de acuerdo a la costumbre Judía.
El Día de la Candelaria ocurre 40 días después de la Navidad. En un principio la tradición honraba la purificación de María después del nacimiento de Jesús, pues de acuerdo a la ley de Moisés, cuando una madre daba a luz a un niño, era considerada impura por siete días, además debía permanecer durante treinta y tres días en purificación de sangre, ya que se consideraba que la madre había eliminado cualquier rastro de sangre producto del parto, acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola.
Sin embargo, con el paso del tiempo el énfasis de la celebración ha sido para los niños Dios.
El nombre de Candelaria tuvo su origen en la Isla de Tenerife, en las Canarias. En el XIV, unos pastores divisaron una imagen de madera con la forma de una mujer, quien llevaba recostado a un niño sobre su brazo derecho, y en su mano izquierda una candela o vela.
Como era costumbre en ese entonces, a una mujer sola no se le podía hablar, así que le aventaron pequeñas piedras, y por consecuencia, a uno de ellos se le paralizó la mano y a otro se le rompieron los dedos.
Comentaron esto a su gobernante, y éste les pidió que fueran por ella, y al momento de tocarla ambos quedaron curados. A partir de ese momento empezó su veneración en la cueva donde apreció bajo el título de » La extranjera”.
Pocos años después, cuando España comenzó su conquista de las Canarias, un niño de este lugar llamado Antón fue hecho prisionero, lo bautizaron e instruyeron en el cristianismo.
Después, al retornar a Tenerife y ver de nuevo a » La extranjera», comentó a los nativos que esa imagen a la que adoraban era ni más ni menos que la madre de Dios.
Se le llamó la Virgen de la Candelaria por la candela.
En la época prehispánica, para los pueblos mesoamericanos representaba la última parte de los 20 días de su calendario. Se realizaban sacrificio a los tlaloques, es decir los ayudantes (las nubes) del dios Tláloc, para pedir lluvia para las próximas cosechas.
Para ello se les ofrendaban niños, los vestían de gala, y durante su ascenso al Monte Tláloc, les hacían llorar como augurio de que habría agua en abundancia el resto del año.