Los expertos coinciden, el bienestar psicológico es tan importante como el físico, una persona enojada, triste y con estrés a cuestas, puede volverse incapaz de disfrutar la vida, afectando su forma de comer y de dormir, creando entonces un círculo vicioso de malestar y enfermedad que afectarán todavía más su estado de ánimo.
Un día normal para las personas que viven en las ciudades podría dejar de medirse en horas y minutos para empezar a contarse en preocupaciones por llegar tarde, discusiones con el jefe, desacuerdos con la pareja e intercambio de gritos entre automovilistas. Eso, sumado a una mala alimentación y pésimos hábitos de sueño y descanso, comprometen la salud de cualquiera que lleve este estilo de vida.
Ciudad de México, 31 de mayo (SinEmbargo).- Emociones como el nerviosismo, la tristeza, la ansiedad, el coraje o hasta la ira, merman la salud de los habitantes de las metrópolis, simplemente en 2013 la empresa aseguradora GNP lanzó un documento en el que informó que México es el país con el mayor estrés laboral, pues según encuestas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 75 por ciento de los empleados del país lo padecen, y de los 75 mil infartos que se registran anualmente, un 25 por ciento se relaciona con éste.
Pero, ¿son las causas psicológicas capaces de enfermar el cuerpo? ¿Pueden el estrés, la tristeza o los simples pensamientos negativos causar desde un resfriado hasta un cáncer? Jorge Revilla Beltri, director médico del laboratorio mexicano Probiomed dijo en entrevista con SinEmbargo que “es una interacción interdependiente, porque si una persona está constantemente de buen humor y está satisfecha, eso hace que tenga mejor apetito, que tenga más interés en hacer ejercicio, en cuidarse, entonces genera un estado de bienestar que hace que la persona busque estar mejor. Y lo contrario si alguien está deprimido, no busca estar mejor, no busca encontrar salidas de tratamiento o de dietas o de ejercicio, entonces sí hay una interacción muy importante de las emociones en que haya una mejor o peor respuesta, pero es muy difícil decir que son la causa de los males”.
El jefe del Laboratorio de Neurociencias de la Universidad Iberoamericana, el doctor Óscar Galicia Castillo, dice también en entrevista: “el estado mental modifica la actividad de algunas estructuras, principalmente el sistema inmune, por ejemplo, los estados relajados, motivacionales, positivos, el bienestar, la sensación de felicidad, incrementan la actividad del sistema inmunológico, en este sentido es como estar preparado para vivir y luchar para vivir”.
“En otros casos donde tenemos altos niveles de estrés, depresión, ansiedad importante, etc, ocurre lo contrario, tenemos una disminución de la actividad del sistema inmune, los sujetos pueden llegar a estados de inmunosupresión, que incluso puede llevarlos a padecer infecciones, como la neumonía”, menciona.
Estudios realizados en diversos países han demostrado también esta relación, como el hecho en marzo de este año en la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, el cual llamó a la conjunción de síntomas de depresión y estrés, una “tormenta perfecta” para desencadenar infartos y muertes prematuras.
El médico explica que el poco control de las emociones es el que podría generar los síntomas.
Existen algunas creencias que relacionan directamente enfermedades crónicas como las cardiovasculares o el cáncer con “emociones atoradas” o con la persistencia de cierto tipo de sentimientos y pensamientos negativos, y pese a que el especialista acepta que se ha encontrado una correlación, “no puede uno ser tan categórico en decir que fue la causa, en realidad acompañó a la causa y ésta no se observó, por ejemplo, si una persona está tomando sustancias tóxicas como las que van en los edulcorantes o con el cigarro, esto es el origen del cáncer y se acompaña con una sensación de angustia y enojo constantemente, pero no fue la sensación de angustia y enojo la que ocasionó el cáncer si no que fue otro sustrato”.
“Es muy difícil ser tan categóricos y decir que si se está constantemente molesto o enojado o deprimido pueda generar cáncer, eso no se ha comprobado y es muy difícil de establecer”, dice el investigador.
Galicia Castillo lo secunda, “no existe una evidencia al respecto, por lo menos algún estudio experimental que pudiera afirmar esa suposición”, aunque dice que la hipertensión, igual que la mencionada colitis, gastritis e inflamación del colon, sí está asociada a estados emocionales y estilos de vida.
De emociones extremistas
Revilla Beltri separa las emociones en dos grandes grupos: la euforia y la depresión, en donde la primera es una alegría más allá de lo normal, y en el segundo caso, lo mismo pero con una sensación de tristeza. En el medio está todo el cúmulo de sentimientos que se pueden experimentar a diario de manera, digamos, controlada.
Utiliza esta diferenciación para explicar las enfermedades psicosomáticas, conocidas comúnmente como aquellas en las que el aspecto psicológico llega a afectar el bienestar físico. Dice que en ellas “no se describe un origen claro, como un golpe, una infección, una situación que indique el porqué de esta sintomatología, pero en realidad aún no encontrando el porqué, el cambio de emoción puede afectar el comportamiento del cuerpo humano. Si tan solo está constantemente deprimido su organismo empieza a dejar de producir sustancias y éstas empiezan a generar más depresión y se hace un círculo vicioso. Entonces la enfermedad psicosomática podría acelerar enfermedades reales”.
La Secretaría de Salud mexicana coloca entre un 12 y 20 por ciento la incidencia de depresión en personas adultas, de los 18 a los 65 años, siendo las mujeres las más afectadas casi doblando el porcentaje de los hombres con este padecimiento, con el 14.4 y el 9.9 por ciento, respectivamente.
“Hizo un coraje y se infartó”
“Ves, tarde o temprano ibas a terminar en el hospital por hacer tanto coraje”, es una frase popular que aunque no es certera, tampoco se aleja de la realidad.
Cuando las personas se emocionan, sobre todo de manera negativa, aumenta su ritmo cardiaco, su presión sanguínea, favorece la tensión muscular, se produce adrenalina, y se puede dificultar la respiración, este tipo de reacciones son soportables para una persona sana, con niveles cardiacos y vasculares sanos, pero podría ser fatal para alguien con problemas de este tipo.
“El estrés extremo genera migración de muchas sustancias y eso puede generar desequilibrio en el funcionamiento de varios órganos, del corazón, de los pulmones, del corazón, del propio cerebro. Entonces sí puede generar cambios internos pero ese es un extremo muy agudo e intenso.
El estrés que uno tiene al manejar o llegar tarde al trabajo por las marchas y ese tipo de cosas, no genera tanto cambio interno, pero sí hay un deterioro en el funcionamiento general del organismo si es constante”, dice el médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El académico de la Ibero secunda: “hay una correlación muy importante entre la capacidad que tiene una persona para relajarse, sentirse feliz, etc, y su probabilidad de tener un infarto, entonces normalmente las personas que tienen un infarto son muy enojonas, preocuponas, están muy activas y eso lleva a que el sistema cardiovascular, que es uno de los sistemas que se ve altamente exigido cuando tenemos una respuesta de estrés, aumente la presión arterial, la frecuencia cardiaca, el gasto respiratorio, eso está muy bien… si nos pasara una vez al mes, pero si lo tienes cada 40 minutos ya tienes un problema de una alta demanda de actividad cardiovascular, que llega un momento que el músculo cardiaco se agota o se esfuerza de más, si eso lo combinamos con factores genéticos, estamos ante un alto riesgo de un ataque cardiaco”.
Del estrés biológico al social
Para el neurólogo, la vida es tan estresante como en la época de las cavernas, sólo que en ese entonces, las preocupaciones eran ante peligros que podían costar la vida.
Puso en contexto las preocupaciones que aquejaban a los hombres como Homo Sapiens hace 150 mil años y que el estilo de vida industrializado, con prisas que se vive actualmente tiene no más de 50 años, “nuestra sociedad avanza mucho más rápido que nuestra biología, y actualmente vivimos situaciones como si fueran de vida o muerte. Los seres humanos estamos diseñados para tener este tipo de respuestas”, dice.
Hace 150 mil años no te preocupaba perder el trabajo o que te bajaran el sueldo, lo preocupante era que no te agarrara el Dientes de sable o no poder conseguir alimento., ejemplifica: “transformamos nuestro estrés biológico en estrés social y ahora nos la pasamos estresados todo el día […]Es nuestra forma de responder al entorno, y no nos damos cuenta que eso no nos va a matar, la sociedad ahora para nosotros es tan importante casi como la vida y nuestro cuerpo responde así, estamos sujetos a demasiados estímulos y le damos demasiada importancia a los factores sociales tanto que nos preocupan como si fuera una respuesta de vida o muerte a pesar de que no lo sea, eso nos lleva a vivir un mundo que potencialmente lo consideramos muy amenazante”.
Ambos expertos concluyen que la mente tiene una fuerte influencia en el estado de salud físico, sin embargo, es un conjunto de factores el que interviene en ambos estados.
“Una persona que se siente satisfecha, relajada y feliz tiene una mayor capacidad de salud en general, mientras que una persona que está estresada, deprimida, ansiosa o enojada, normalmente tiene una salud disminuida asociada a un disminución de la actividad de su sistema inmune, son más propensos a tener pequeñas infecciones y enfermedades que se pueden ir complicando hasta estados crónicos de gastritis, o colitis”, finaliza Galicia.
Por su parte, el doctor Jorge Revilla dice: “Al final podemos decir que las emociones tienen una interacción con la salud de los seres humanos y pueden ser modificadas por la salud, una persona enferma está más triste que una persona sana”.