Ciudad de México, 1 de mayo (SinEmbargo).- El bullying, ese acoso generalmente ocurrido en la escuela entre pares, podría dejar en los niños un daño mucho mayor que sufrir un abuso o negligencia por parte de adultos en su hogar.
Investigadores de la Universidad de Warwick, en Reino Unido estudiaron información sobre 4 mil niños maltratados en ese país, de entre ocho semanas y ocho años de edad, a quienes dieron un seguimiento a sus 10 y 13 años, para colectar más datos sobre acoso escolar. Para tener más cifras útiles, usaron reportes de mil 500 niños estadounidenses de entre nueve y 16 años.
Los hallazgos mostraron que los niños víctimas de sus compañeros de clase fueron cinco veces más propensos a padecer de ansiedad, que aquellos que eran maltratados por sus propios padres o algún otro adulto.
Este mismo grupo, tendía también a hacerse daño a sí mismo y a mostrar síntomas de depresión conforme llegaban a la mayoría de edad.
«Hasta ahora, los gobiernos han enfocado sus esfuerzos y recursos en el maltrato familiar en lugar de hacerlo en el acoso escolar», dijo el autor del estudio Dieter Wolke, en un comunicado recuperado por MedLine.
El psicólogo Wolke, denunció además que uno de cada tres niños en el mundo ha reportado ser víctima de acoso escolar. «Está claro que los niños que sufrieron este acoso tienen problemas de salud mental similares o peores en la vida que los que fueron maltratados, se necesita hacer más para atender este desequilibrio. Más aún, es de vital importancia que las escuelas, los servicios de salud y otras agencias trabajen juntos para detener el acoso escolar», dijo.
Los resultados, publicados en la revista The Lancet Psychiatry también tomaron en cuenta factores de riesgo como los problemas familiares y la salud mental de los padres y notaron que aún así, los efectos del bullying fueron duraderos.
México, el primer lugar
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó en junio de 2014 un estudio en el que colocó a México es el primer lugar mundial en casos de bullying en el nivel de educación básica, afectando a 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria y secundaria.
Asimismo, en noviembre de 2012, un estudio de la compañía de seguridad informática McAfee indicó que el 47 por ciento de las jóvenes entre 12 y 16 años en México ha sufrido algún tipo de agresión a través de las redes sociales.
Por las mismas fechas, Luis García López, primer visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), reveló que del año 2000 al 2014 las quejas por bullying se han incrementado en un 900 por ciento, lo que ha derivado en 15 recomendaciones de ese organismo público.
García López precisó que hace 14 años la CNDH recibía menos de cien quejas por violencia escolar, pero alertó que en los últimos años éstas se incrementaron a más de mil.
Los niños y jóvenes afectados por esta práctica, que se caracteriza por el hostigamiento y/o maltrato hacia una persona o un grupo de la misma escuela, sufren constantemente humillaciones y violencia, lo que les provoca baja autoestima y rendimiento escolar, deserción, problemas de sueños y de alimentación, entre otros, explicó.
Tras una serie de casos de abuso escolar ocurridos en la república Mexicana, que encendieron focos internacionales en 2013, como aquel en el que un niño de nueve años le cortó el prepucio a otro de seis en una primaria de Jalisco, Trixia Valle, presidenta de la Fundación en Movimiento que atiende casos de acoso escolar dijo a la agencia EFE que las consecuencias para un niño que sufre acoso escolar pueden ir desde una baja autoestima hasta el intento de suicido.
De cada 100 niños que han sido acosados, “al menos 40 han pensado en quitarse la vida. Es muy grave porque los niños se sienten tan vulnerables que piensan que la única solución es morirse”, explicó.
Las razones que hay detrás del abuso escolar en México son que “los niños están sumamente solos, hay muy malos ejemplos de los medios de comunicación y los maestros no tienen control de grupo […] no es porque el maestro no quiera, sino porque la autoridad escolar no les permite regañar y corregir a los niños”, continuó.