[vimeo 97613709]
Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).- En el 2013, el pueblo de Villa Talea de Castro, Oaxaca, sorprendió al lograr derrotar el monopolio telefónico del multimillonario mexicano Carlos Slim Helú, poniendo su propia red inalámbrica telefónica. Algo que, dijeron entonces los pobladores de Villa Tale de Castro a SinEmbargo, nunca imaginaron.
Ahora no es sólo una población la que logra comunicar a sus habitantes sin necesidad de intermediarios millonarios: en total son dieciséis comunidades las que han seguido su ejemplo, dice en su última edición la revista británica The Economist, que aporta nuevos datos.
The Economist es una publicación que va dirigida a la élite política y económica del mundo. La historia de Talea de Castro, con sus 2,500 habitantes que hablan en su mayoría zapoteco, le ha dado la vuelta al mundo desde 2013.
“En los bosques cercanos a las nubes en la Sierra de Juárez en el sur de México, un nuevo tipo de árbol va surgiendo: las antenas de telefonía móvil. A diferencia de la mayoría de las antenas de telefonía en el mundo que estén instaladas, estas son propiedad y están operadas por pequeñas comunidades, en su mayoría indígenas”, indica el medio británico.
Agrega que proporcionar un servicio móvil en estos pueblos no era lo suficientemente rentable para las grandes empresas de telecomunicaciones, pues anteriormente costaba 50 mil dólares instalar una antena. Pero las mejoras en el software y la caída del precio del hardware, han hecho posible la construcción de una estación base de telefonía móvil local, que cuesta sólo 7 mil 500 dólares, y que los operadores sin ánimo de lucro y las pequeñas comunidades sí pueden reunir.
Los servicios móviles locales cuestan mucho menos que el de operador dominante, América Móvil, o su más cercano rival, Movistar. La red central propiedad de la comunidad de Villa Talea de Castro –que fue la primera comunidad en lanzar su propia red celular– cobra por habitante una cuota mensual de 40 pesos que cubre las llamadas locales, y 82 centavos por minuto a teléfonos móviles, cuando las grandes redes cobran alrededor de 3 pesos el mismo tiempo.
Las llamadas a móviles de otras redes se pueden marcar utilizando el crédito de prepago, pero llamar a los Estados Unidos en realidad podría ser más barato, dice The Economist. Esto es gracias a una serie de antenas repetidoras esparcidas por las montañas y que proporcionan una conexión a la capital estatal: Oaxaca. Otra de las innovaciones del esquema de telecomunicaciones comunitario, es que la la tarifa de 40 pesos mensuales incluye llamadas de voz por internet.
Sin embargo, dice el diario británico, las comunidades están encontrando algunas de las mismas dificultades que enfrentan los operadores de mayor envergadura, como cuando los clientes de la red comunitaria desean utilizar sus móviles en otra área. El mayor problema es que las redes locales no utilizan las tarjetas SIM para identificar a los usuarios que deben tener registrados sus teléfonos con el administrador de la red local.
Cuando un usuario está registrado con una SIM y visita otra comunidad, pueden también utilizar automáticamente la red local. Por ello, las estaciones de telefonía comunitaria están pensando introducir tarifas de itinerancia, que en la actualidad los usuarios no pagan.
En diciembre, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (COFETEL) emitió un plan para reservar parte del espectro radioeléctrico para uso indígena y comunitaria bajo licencias sin fines de lucro hasta por 15 años. Esto, dice The Economist, podría animar a más comunidades a establecer sus propios servicios móviles. Sin embargo, el requisito sin fines de lucro podría disuadir a los inversores externos de poner dinero en tales esquemas, por lo que es difícil que puedan aumentar de escala.
La solución, indica el medio británico, podría ser cómo lo hacen algunos países con redes comunitarias que forman asociaciones con empresas de telecomunicaciones ya establecidas para prestar servicios con beneficio social. Endaga, por ejemplo, es una empresa estadounidense que surgió de la Universidad de California, y estableció una red de este tipo en Indonesia en el año 2013.
En México una asociación similar requeriría probablemente un cambio en las reglas, y dice The Economist: «como suele ser el caso, la tecnología se mueve siempre más rápido que los reguladores».
NUNCA IMAGINARON QUE SUCEDERÍA
“Es como un paso muy grande que una comunidad indígena, que está enclavada en la Sierra de Juárez, pueda tener comunicación vía celular. Pues es como una maravilla. No, como algo que nunca nos imaginamos que iba a poder suceder”, dijo una de las orgullosas usuarias de su propio servicio celular, en un video difundido por la organización civil Rhizomatica, clave para que este pueblo pudiera romper el monopolio.
Esto fue en 2013, cuando la red celular empezó en una sola comunidad.
[vimeo 63170627]
Villa Talea de Castro puso en marcha su propio sistema de telefonía celular después de que las grandes compañías telefónicas –entre ellas Telcel, del multimillonario mexicano Slim Helú– se negaran a entrar en ese pueblo escondido en las montañas del sur de México. La Red Celular de Talea (RCT) es una alternativa que lograron gracias al trabajo de una organización civil. Es cómoda, es muy económica –incluso por encima de los teléfonos fijos– y ofrece servicio a 2,500 habitantes, mayoritariamente indígenas de origen zapoteco, que no tenían ninguna opción.
“Ahora lo estamos viendo que se vuelve una realidad, que es algo que podemos tener, que cualquier persona puede tener en su casa, cualquier teléfono y a un bajísimo costo. Que es una posibilidad bien grande”, agregó la usuaria en el video.
La telefonía en México ha sido controlada por un monopolio en manos del magnate Carlos Slim Helú, que logró comprar Telmex gracias a las reformas y al proceso de desincorporación emprendido por el Presidente priista Carlos Salinas de Gortari.
Durante décadas, Slim ha mantenido un monopolio que lo convirtió en el primero o segundo hombre más rico del mundo.
La noticia de este pueblo tomó una relevancia nacional porque en esos momentos se discutía una polémica Reforma Energética que abrió el sector petrolero, en manos del Estado, a los inversionistas privados.
La experiencia de este pueblo Oaxaqueño se ha tomó como una victoria de la sociedad civil sobre un monopolio histórico.
LA HISTORIA
En el año 2013, las autoridades de Talea de Castro adquirieron un equipo de telefonía móvil de bajo costo con la ayuda de la organización Rhizomatica, cuyo objetivo es proporcionar acceso a las redes de comunicación a zonas remotas.
Las gestiones para conseguir una red de telefonía celular en Talea, a unos 115 kilómetros de la capital del estado de Oaxaca, empezaron en 2008. Entonces la empresa Telcel, principal proveedora de servicios móviles en México, no aceptó trabajar con comunidades de menos de 5,000 habitantes.
Rhizomatica es una ONG a nivel mundial que promueve “la telefonía celular para todos”. Su misión, según se lee en su página oficial de la Internet, es aumentar el acceso a las telecomunicaciones móviles para los más de 2 millones de personas sin cobertura asequible y los 700 millones con ninguno.
“El proyecto parte de la iniciativa de colectivos, universidades, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación indígena, pertenecientes al Congreso Nacional de Comunicación Indígena, comprometidos con el ejercicio del derecho de los pueblos indígenas a adquirir, administrar y operar sus propios medios de comunicación, como lo marca el texto constitucional”, dijo Rhizomatic en 2013.
“La iniciativa buscó identificar las condiciones técnicas, económicas y jurídicas para que las comunidades indígenas que no cuentan con telefonía celular, pudieran hacerlo, así la comunidad opera una red privada interna conectada al servicio de internet que proporciona un concesionario o comercializadora de servicios y a través de éste, un concesionario de voz sobre protocolo de internet VoIP, da el servicio de telefonía al exterior”, añadió.
“Apoyamos y fomentamos las tecnologías que refuerzan los valores de la comunidad como la cooperación, la confianza y el compromiso. En muchos casos, la tecnología es un vehículo para la introducción de la lógica del mercado y la atomización en el mundo en desarrollo. Somos conscientes del papel que desempeñan las comunicaciones móviles en este proceso, por lo general privilegiando uno a uno la comunicación y así nos esforzamos por poner la tecnología incipiente al servicio de las comunidades rurales e indígenas, de manera que refuercen sus valores y formas de asociación”, planteó.
Gracias a la Radio Comunitaria Dizha Kieru, que se transmite en frecuencia modulada, usa el derecho a la comunicación cuyo espíritu está recogido en Los Acuerdos de San Andrés y tiene el respaldo de diversos instrumentos legales vigentes en México.
La esencia del proyecto es “que una comunidad pueda administrar su propia sistema basado en el modelos de las radios comunitarias”, declara Pedro Flores, coordinador del proyecto. Es básico fomentar la comunicación local e interpersonal a larga distancia e impulsar un servicio para las comunidades, considera el impulsor.
“En México existen 50 mil comunidades indígenas sin servicio telefónico. La respuesta de las grandes empresas a las comunidades que pidieron por más de diez años el servicio fue que no es viable invertir económicamente en la sierra y zonas alejadas”, relató Flores, quien forma parte de Rhizomatica.