Ciudad de México, 17 de noviembre (SinEmbargo).- En los últimos años, ha aumentado sustancialmente la cantidad de niñas, niños y adolescentes no acompañados y/o separados en México, provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador, que han dejado sus países por causas asociadas a la violencia, señala el estudio Arrancados de raíz, elaborado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
El documento asienta que tanto la violencia relacionada con las pandillas y el crimen organizado como aquélla asociada al ámbito doméstico se han convertido en factores de peso para la migración de menores no acompañados de la región del Triángulo Norte de América Central (TNAC) -formada por Guatemala, El Salvador y Honduras-, por encima de la reunificación familiar.
De hecho, para el ACNUR, la reunificación es más bien un recurso de protección que adoptan los niños y adolescentes no acompañados y/o separados (NNAS) y sus familias para evitar ser víctimas de la violencia ejercida por grupos criminales, pandillas o por sus propios parientes. Es decir, que más que una causa de salida, la reunificación familiar es una consecuencia asociada también a la violencia como motivación para abandonar el país.
La investigación del ACNUR, publicada el pasado 11 de noviembre, refiere que entre 2008 y 2013 hubo casi 22 mil eventos de retorno asistido de menores de edad, la mayoría de los cuales provenían del TNAC, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM). Destaca que de esos retornos asistidos, una cuarta parte ocurrió tan sólo en 2013, cuando el INM regresó a sus países de origen a 5 mil 653 menores que habían llegado a México sin compañía.
Simultáneamente, el país ha registrado un aumento en la cantidad de solicitudes refugio de menores de edad no acompañados y/o separados entre 2008 y 2013.
De 191 solicitudes presentadas en ese lapso por niñas, niños y adolescentes que migraron sin la compañía de un familiar o tutor, 150 correspondían a niños y adolescentes de los países del TNAC. La tercera parte de esas solicitudes se hizo solamente durante 2013.
De los 191 menores no acompañados solicitantes, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), una instancia gubernamental encargada de atender a quienes soliciten refugio en México, reconoció como refugiados a 50, de los cuales 44 provenían del TNAC: 19 de El Salvador, 16 de Honduras y nueve de Guatemala.
“Lo anterior evidencia que las necesidades de protección internacional para NNAS en México se concentran en aquellos nacionales de El Salvador, Honduras y en tercer lugar Guatemala”, indica el documento.
Hay otros datos que constatan este aumento, también referidos en el estudio del ACNUR. Por ejemplo, el incremento en la cantidad de personas del TNAC que buscan protección internacional, pues para finales de 2013 sumaban más de 18 mil 500.
Además, en los países colindantes con la región del TNAC -entre ellos México- la cantidad de solicitudes de protección internacional ha aumentado 432 por ciento, una tendencia que se acentuó principalmente a partir del periodo 2009-2010.
Asimismo, en un estudio previo realizado en abril de 2014 en el sur de Estados Unidos, el ACNUR detectó que más de la mitad de los migrantes menores de edad no acompañados tenían una potencial necesidad de protección internacional, especialmente porque pudieron ser víctimas de la violencia generada por pandillas, grupos del crimen organizado o dentro de sus hogares.
En otro estudio, titulado La protección Internacional de las Niñas y niños no acompañados y/o separados en la frontera sur de México y realizado entre 2006 y 2008, encontró que para entonces sólo 13 por ciento de los migrantes menores de edad necesitaban protección internacional. En un lapso relativamente breve, apuna el ACNUR, este porcentaje ha crecido más del triple.
CAUSAS DEL DESPLAZAMIENTO
A fin de conocer la dimensión, características y tendencias del desplazamiento forzado de los menores no acompañados de los países de la región del Triángulo Norte de América Central, el ACNUR realizó su investigación a partir de entrevistas individuales y colectivas con niños y adolescentes que se encontraban en las estaciones migratorias de Iztapalapa, en la Ciudad de México, y Tapachula, Chiapas, durante el último trimestre de 2013.
La conclusión del estudio es que el aumento en México de menores de edad que migraron no acompañados de la región del TNAC se vincula a la violencia y a la desprotección en sus países de origen.
Tal desprotección se da tanto en el ámbito comunitario como en el familiar. El primer caso se explica por la ausencia del Estado para atender problemáticas como la desigualdad social, la pobreza, la criminalidad o la fragmentación de la comunidad; mientras que la falta de protección familiar es consecuencia de que muchos menores crecieron sin conocer a sus padres, éstos se divorciaron, migraron o murieron.
En consecuencia, apunta el ACNUR, se trata de niños y adolescentes que no cuentan con una estructura familiar que se responsabilice de ellos adecuadamente.
La ausencia de uno o ambos padres aumenta la desprotección de los menores y con ello su vulnerabilidad tanto en el país de origen, en el de tránsito y en el receptor, de acuerdo con el ACNUR. Al respecto, refiere que en la encuesta hecha a menores de edad no acompañados, 4 de cada 10 dijeron que al menos uno de sus padres no estaba vivo y 19 por ciento nunca había vivido con al menos uno de sus padres, ya fuera porque estaban divorciados o separados, porque vivían en Estados Unidos, porque habían fallecido o porque habían sufrido maltrato de parte de ellos.
Además, en muchas historias de vida de los menores de edad entrevistados la violación a sus derechos fundamentales estaba presente, lo que provoca una naturalización de la violencia, señala el estudio.
Por ejemplo, la totalidad de los menores hondureños entrevistados había sido víctima o testigo de un delito que podría clasificarse como grave, pero los chicos no siempre expresaban temor o preocupación por su bienestar frente a estos hechos.
El ACNUR apunta que “la violencia en el ámbito estatal, comunitario y familiar se ha convertido en una causa fundamental que les está impulsando a salir de sus países”, y agrega que si bien cada país de la región tiene circunstancias distintas, en su conjunto la región “padece los efectos de la grave violencia y criminalidad que rompe con todos los esquemas de seguridad comunitaria”.
Por ello, sostiene, para algunos menores que padecen los efectos de un entorno en el que prevalecen las amenazas, la coerción, el maltrato, la violencia sexual y el abuso doméstico la migración es un hecho inminente.
La investigación del ACNUR distingue tres causas principales de la migración de niños y adolescentes no acompañados: por el contexto de violencia, criminalidad e inseguridad prevaleciente en la zona (48.6 por ciento), por razones económicas, derivadas de la desigualdad social y precariedad económica (29.2 por ciento), y para buscar la reunificación familiar (22.2 por ciento).
Asimismo diferencia estas causas, que son estructurales, de los motivos o circunstancias específicas que por las que los menores de edad deciden migrar sin la compañía de un padre o tutor.
Aunque por ser cuestiones individuales y subjetivas, los motivos de los menores para salir de sus países son amplios y variados, el estudio del ACNUR los vincula a situaciones relacionadas con la expectativa de continuar con los estudios o encontrar un trabajo para ayudar a sus familias; con las intimidaciones, persecución, amenazas o reclutamiento por parte de pandillas; con el deseo de conocer o reencontrarse con su madre, padre o algún otro familiar; con una situación intolerable de agresiones, acoso o violencia sexual; o por alguna necesidad médica.
A partir de las entrevistas, el organismo internacional de atención a los refugiados refiere que los niños y adolescentes varones son víctimas de violencia en la comunidad, mientras que las niñas y adolescentes mujeres padecen la violencia en el entorno doméstico. De hecho, los maltratos asociados a abusos en el hogar son el primer motivo de salida de niñas y adolescentes.
Además, mientras que los varones de 13 a 17 años son más susceptibles de ser reclutados por las bandas delincuenciales locales, niñas y niños menores de 12 años pueden sufrir violencia al interior de sus casas.
Sin embargo, estas categorizaciones no excluyen la posibilidad de que también las niñas y adolescentes mujeres sean víctimas de grupos criminales, ni que los niños y adolescentes varones no sufran también violencia doméstica y sexual.
FALLAS EN LA PROTECCIÓN
El estudio del ACNUR señala que la protección de los menores, niños y adolescentes es una prioridad local, regional y global; además la legislación mexicana reconoce el derecho de las personas extranjeras a solicitar refugio en el país.
Sin embargo, en el caso de los migrantes menores de edad no acompañados que ingresan y transitan por México de forma irregular es que utilizan rutas y medios poco visibles y peligrosos, loo que complica su identificación para una eventual protección.
“De ahí que su presencia y desplazamiento queda ‘invisibilizado’ dificultando cualquier especie de protección. Al ser un fenómeno clandestino, no es posible medir la magnitud real del número de NNAS que no han sido detectadas por la autoridad migratoria pero que pudieran requerir protección, incluyendo la protección internacional, del Estado mexicano”, refiere el documento.
Pero los bajos niveles de identificación también están relacionados con la falta de recursos materiales y humanos suficientes, capacitados y sensibles, así como con la falta de protocolos efectivos dentro de las instituciones públicas y albergues privados dedicados a la protección de la niñez extranjera en México, de acuerdo con el ACNUR.
Otro de los problemas es que cuando los menores salen de sus países de origen cuentan con poca información tanto de la ruta que seguirán como de sus derechos, entre ellos el de solicitar la condición de refugiado en México.
Al respecto, la investigación del ACNUR registra que sólo 27 por ciento dijo haber tenido información de las autoridades migratorias sobre su derecho a solicitar la condición de refugiado en el país.
Aunado a ello, entre quienes sí recibieron información había algunos que refirieron que los mismos funcionarios de migración que les hablaban sobre la posibilidad de solicitar refugio en México los desmotivaban sobre esa opción, al enfatizar que tendrían que permanecer en la estación migratoria alrededor de dos meses, que es el tiempo que dura el procedimiento, y no había garantía de que lo obtuvieran.
Además, el estrés, la angustia o la frustración de los menores al estar detenidos en las estaciones migratorias también son condicionantes de la efectiva recepción de información sobre sus derechos y sobre la posibilidad de solicitar refugio, a decir del ACNUR.
“La falta de información adecuada, oportuna y objetiva por parte de las autoridades migratorias incrementa la tensión e incertidumbre para los NNAS, quienes en muchas ocasiones ya se encuentran en un estado de ansiedad por salir de la estación migratoria para emprender nuevamente el viaje”, agrega.
Frente a ello, el ACNUR plantea que las autoridades migratorias deben tratar a los menores en las estaciones migratorias a partir de la sensibilidad, confianza y empatía con ellos.