Ciudad de México, 2 de marzo (SinEmbargo).– Jonh Gibler no usa corbata y saco para una sesión maratónica de entrevistas sobre su último libro Tzompaxtle: La fuga de un guerrillero. En realidad, el joven escritor luce más como un periodista que acaba de bajar de la Montaña de Guerrero, después de una jornada de trabajo exhaustiva: despreocupado y sin mucho afán en su apariencia.
El reportero habla durante horas con otros colegas sobre Andrés Tzompaxtle Tecpile, un ex guerrillero del Ejército Popular Revolucionario (EPR), también conocido como el “Comandante Rafael” que fue víctima de desaparición forzada en el estado de Guerrero entre 1996 y 1997, torturado hasta el límite de ver a la muerte como su aliada para librarse “del máximo dolor humano” y que logró fugarse y “vivir para contarla”.
Andrés le contó su historia en 30 horas de grabación, durante varias sesiones en algún lugar donde vive aún escondido y con miedo, a un reportero estadounidense que critica severamente la historia que se cuenta sobre México en su país y que asegura, tiene como deber, narrar en inglés para buscar un cambio en la mentalidad de la población de Estados Unidos.
Gibler reside en México desde 2006, habla el español con soltura, como si fuera su primera lengua y es autor de varios libros, incluyendo el de Tzompaxtle.
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–¿Por qué un libro sobre Andrés?
–Es un libro que busca indagar en un caso que casi siempre se queda en el silencio. En la práctica de la tortura y la desaparición, solamente se nota la ausencia cuando la familia o una organización denuncian la desaparición de un compañero. Este es un caso muy especial por el hecho de que la persona que sufre la tortura, se fuga y puede contar su historia.
También es el caso donde hay algunos rastros de la experiencia desde afuera. La noche que desaparece él iba a llevar a cuatro periodistas a una entrevista clandestina. Esos cuatro periodistas que son personas públicas, vivieron esa experiencia, aunque ninguno lo vio.
–¿Cómo se enmarca una historia como esta, en un presente con más de 27 mil desaparecidos?
–No solamente no ha parado la práctica de la desaparición forzada, se ha multiplicado y no sólo afecta a una guerrilla: es desaparecer a un reportero, a una persona secuestrada para exigir un rescate, que luego es asesinada.
Fueron 30 horas de entrevista, él quería contar su historia. Narraba con increíble fuerza, porque cuando lo torturaron estaba vendado, no veía, casi no hay descripciones visuales, pero cuando cuenta los diferentes momentos, entraba en una onda distinta, empezaba a recrear los diálogos con sus secuestradores.
–¿Cómo ligas esta experiencia de 1997 con el presente? Hay ahora otras formas de expresión, como la Policía Comunitaria y las autodefensas de Michoacán…
–Hay una continuidad de lucha que viene desde tiempos coloniales. Todas las luchas armadas en Guerrero empezaron como luchas civiles brutalmente reprimidas. Hay esfuerzos de movimientos civiles que son reprimidos y van al camino de la lucha armada. La Policía Comunitaria se remonta a 1994, con la influencia de la lucha zapatista y es paralela a la experiencia guerrillera.
En el estado de Michoacán hay participación directa del Estado, del crimen organizado y de ciudadanos, están mezcladas las tres cosas, es algo muy distinto a Guerrero.
–¿Ha cambiado México con el paso de los años a cuando fue secuestrado y torturado Andrés?
–Las policías comunitarias se están enfrentando al mismo peligro que se enfrentó Andrés de ser secuestrados y desaparecidos. Hoy está peor, la violencia, la impunidad. Hay 27 mil casos de desaparecidos, no todos esos son casos de desaparición contra miembros de una organización guerrillera, pero las prácticas de la tortura han explotado, se han esparcido por el país.
–¿Cómo nos ven en Estados Unidos, con estos problemas de violencia?
–Yo me enfocaría a los medios de comunicación comerciales estadounidenses que mantienen un doble discurso: por un lado es el México bárbaro, salvaje, de la violencia sin razón, la violencia que no se puede entender, porque no tiene ninguna lógica, en los más respetados medios los encuentras, pero a la vez es muy interesante porque coincide con la visión de un gobierno que siempre está combatiendo esa barbaridad. La mayoría que reportó a Felipe Calderón, decía que era el Presidente genuino, sincero, que quería acabar con la corrupción del narcotráfico.
Estas visiones inútiles de los medios de comunicación son dañinas y mantienen un estereotipo que deshumaniza, despolitiza problemas donde Estados Unidos tiene el papel fundamental.
El motor principal de una guerra contra el narco es Estados Unidos, es una guerra donde Estados Unidos tiene miles y millones de dólares invertidos. La guerra contra el narco es el negocio, es una industria que busca mantener a su enemigo para jalar presupuestos.
En la portada de la revista Time [dedicada al Presidente Enrique Peña Nieto] con una foto y dos palabras tienes toda la ideología estadounidense sobre el país: “Salvando a México”, que quiere decir que México está en peligro, que los bárbaros, los salvajes están al borde de un levantamiento que va a destrozar al país y que ese hombre, con su corbata y traje que representa no solo al gobierno, sino al Partido Revolucionario Institucional (PRI), esa es la respuesta para la supuesta invasión salvaje. Es sumamente violenta y racista.
–¿Personajes como Andrés Tzonmpaxtle son los salvajes, los bárbaros?
–Totalmente. Personajes como Andrés y las personas que salen a las calles a marchar. El caso de Oaxaca en 2006, los maestros que hicieron plantones son los bárbaros, no los paramilitares que andan en la noche patrullando en camionetas de la Policía Estatal.
–¿Historias como las de Andrés les interesan?
–Difícilmente. Los medios estadounidenses a mi juicio son profundamente clasistas. Si son personas de la clase trabajadora que tiene una iniciativa, no les interesa, pero cuando viene una iniciativa de la clase política, de la élite ahí sí puede ser portada.
En el caso de levantamiento popular en Oaxaca, los reporteros llegaron después de que mataron a un estadounidense, pero no les interesó que mujeres tomaran un canal de televisión armadas con cacerolas y sartenes por varios días y que estuvieron transmitiendo, eso no fue noticia. En el caso de la guerrilla, si es un hecho de violencia perpetrado por la guerrilla se publica este hecho. El caso de Andrés, no fue reportado en los medios estadounidenses.
–¿Traducirás tu libro al inglés?
–Sí, mi plan es hacer la traducción yo mismo y publicar el libro en la misma editorial que he publicado antes, una editorial independiente.
–¿Qué impacto tendría para México que la sociedad estadounidense siguiera este tipo de casos, en inglés, en su idioma, lo que está pasando, no solamente esa portada de Enrique Peña Nieto donde lo muestran como el salvador de México?
–Primero, yo creo que es urgente que la sociedad estadounidense aprenda de la sociedad mexicana, de las organizaciones sociales, del espíritu de lucha que hay en México. Esa es una tarea que yo tengo como estadounidense de escribir en inglés, una tarea para compartir las historias, primero para aprender de la formas de organización y movilización de México y segundo, si en Estados Unidos se podría, sería utópico, pero si podríamos organizarnos para hacer algo para parar la máquina de muerte que es gobierno estadounidense, hacer un cambio profundo en el gobierno estadounidense, eso tendría un impacto, en México y en toda América Latina.
–¿Has visto a Andrés ya que está publicado el libro?
–No. Dada la situación nos tuvimos que despedir antes de que saliera a la luz pública. Él está clandestino. Él leyó el manuscrito, lo platicamos por supuesto y después de ese proceso, nos despedimos.