Ciudad de México, 2 de febrero (SinEmbargo).– El origen oscuro de las autodefensas, las interrogantes sobre su financiamiento y cómo obtienen sus armas, son motivos para creer que están infiltradas por grupos de la delincuencia organizada, considera el periodista experto en narcotráfico, Ricardo Ravelo. La razón sería tratar de expulsar de Michoacán –un estado clave para el narcotráfico– a Los Caballeros Templarios, organización caracterizada por su beligerancia, dice.
Con el debilitamiento del grupo criminal se le cedería el control a otra organización delincuencial: el Cártel de Sinaloa, con la diferencia de que ésta es más negociadora y menos violenta. En la estrategia participaría el gobierno federal y su brazo armado serían las autodefensas, de ahí el discurso ambiguo hacia estos grupos de civiles armados, expone Ravelo en entrevista con SinEmbargo.
Para reforzar su hipótesis, el autor de Herencia maldita explica que en Michoacán están presentes los grandes grupos criminales: los Zetas, el Cártel de Sinaloa y el de Juárez, pero las autodefensas sólo se han lanzado a pedir que expulsen a Los Caballeros Templarios.
“Lo que me llama la atención es que están manifestándose no en contra del Cártel de Sinaloa, no en contra del Cártel de Juárez o del Golfo sino concretamente del grupo que opera en ese estado: Los Caballeros Templarios, que son enemigos de Sinaloa y del resto de los cárteles. Mi pregunta es la siguiente: ¿acaso no hay interés de otros cárteles que por medio de las autodefensas se les expulse o combata para que otros grupos criminales puedan establecer sus reales en Michoacán? ¿Acaso esto no es algo que interesa también al gobierno? Que finalmente se estabilice Michoacán consolidando a un grupo criminal que no sean Los Caballeros Templarios porque son más dados a la beligerancia que a la negociación”, establece el también autor de Zetas, la franquicia criminal.
Otro punto que refuerza su hipótesis es que las autodefensas tuvieron prácticamente un año para organizarse y armarse, el gobierno federal lo supo y sólo fue hasta enero pasado que intervino.
El papel del doctor José Manuel Mireles, líder de las autodefensas de Tepalcatepec encaja en esta estrategia, considera Ravelo.
“Mireles era el personaje ideal del gobierno para poder organizar esto. Por la capacidad de poder interactuar con distintos grupos de la sociedad, del narcotráfico, del gobierno; al parecer era una bisagra muy bien aceitada para lograr los objetivos, no sé si ahora les funcione, pero ese es Mireles”.
Se trata de una apuesta riesgosa, ya que en los llamados del gobierno al desarme las autodefensas no han obedecido. Además, las experiencias internacionales marcan que los grupos civiles armados son un riesgo.
“La consolidación del crimen organizado a partir de una estrategia del Estado con un brazo social puede ser una garantía temporal, no la solución. Pactar con el crimen organizado para lograr bajar la violencia es una medida altamente peligrosa que puede ser el pan de hoy y el hambre de mañana”, advierte.
Prevé que los próximos meses surjan más grupos de autodefensa en el sur del país, y serían parte de la misma estrategia del gobierno federal para apaciguar a estados violentos, con lo cual el Presidente Enrique Peña Nieto, entonces, ya podrá presumir un país con “paz social”.
RECUERDOS DEL TÍO
Hace nueve años Ricardo Ravelo conoció a un personaje que esta semana se convirtió en noticia: Dionisio “El Tío” Loya, quien fue capturado por autoridades federales.
“Hablé con él, te hablo de 2005, estaba con el corresponsal de Proceso, platicamos con él en un restaurante, llegó con cuatro personas armadas y fue cuando lo entrevisté. ‘Aquí estamos organizando La Empresa’”, le comentó el encargado de sobornar a funcionarios de parte de Los Caballeros Templarios.
Entonces “El Tío” estaba en labor de relaciones públicas en esos momentos para La Familia, grupo que tenía poco de haber dado a conocer su existencia, a través de un comunicado.
Fue el inicio de una etapa de cooptación y amenazas a representantes de medios de comunicación. “La estrategia de estar amedrentando a medios de comunicación, él la hacía. Muchos desaparecieron también”, rememora Ravelo.
En esa época la familia también se hacía llamar “La Empresa” y tenía entre sus lineamientos dar trabajo sólo a los michoacanos y expulsar a grupos rivales de otros estados.
“Era un personaje. Un tipo muy sospechoso, misterioso, inexpresivo pero claro en lo que estaba haciendo; duró mucho hasta que lo detuvieron”, dice el periodista.
Duró como ha durado la situación de penetración del crimen organizado en Michoacán, por lo menos tres décadas, afirma el experto. Desde los años ochenta la entidad resultaba estratégica y el crimen organizado se comenzó a ligar con la política, lo que incluyó a los gobiernos de izquierda de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy.
“Cuando la izquierda llegó a gobernar el estado ya había un componente muy fuerte de vínculos que ellos quizá no vieron o no quisieron combatir o confrontar. No solamente en el caso de los Cárdenas sino todos los gobiernos que han desfilado por Michoacán en los últimos 40 años: se han hecho de la vista gorda ante el problema, lo han cobijado, han preferido evadirlo, en otros casos llevar la fiesta en paz y dejar hacer, estas omisiones han traído como consecuencia este elevado nivel de crisis política, criminal y de seguridad en Michoacán.
En cuanto a la génesis de Los Caballeros Templarios, sus orígenes se remontan a Los Zetas, que estuvieron al inicio de este siglo en Michoacán, liderados por un tal “Carlitos”. La unidad de Los Zetas se rompió a los cinco años y de la escisión surgió La Familia Michoacana, organización que se nutrió de elementos que habían trabajado para los reyes de las anfetaminas, los hermanos Valencia.
“A partir de que en 2006 muere Nazario Moreno González [conocido como «El Chayo» y de quien se duda haya muerto], comienza a haber una crisis interna en La Familia y ahí se desprendió otro grupo que ahora se conoce como Los Caballeros Templarios con todo lo que sabemos y que Nazario era el que impulsaba este componente religioso junto con “El Tío”, que al inicio formaba parte de La Familia Michoacana y era el responsable de la relación con los medios de comunicación”.
ASPIRINAS
Hace poco más de siete años, el entonces Presidente, Felipe Calderón Hinojosa, inició su guerra contra el narcotráfico. Eligió la entidad que lo vio nacer, Michoacán. Pero siete años después el estado es un polvorín. Calderón falló en su estrategia, no sólo ahí, sino en todo el país, afirma Ravelo.
“Durante el gobierno de Calderón no se combatió nada, se generó una suerte de ‘guerra sucia’. El Estado se dedicó a exterminar a grupos, los resultados de esta guerra fallida fueron que el crimen organizado se fortaleció, se extendió hacia el continente, se permitieron alianzas en medio de la guerra, si es que a esto se le puede llamar así, dejó mucho que desear. Históricamente sabemos que un combate al crimen organizado en principio tiene que ser una estrategia bastante integral, la cual nunca vimos, solamente vimos presencia militar, policiaca, uso de fuerza. No hubo inteligencia, trabajo con la base social; no se activó el empleo, ni se organizó a la gente más vulnerable para poder rescatarla de la miseria que es lo que impulsó a muchos a ligarse al narco; no se combatió el lavado de dinero y así no se puede ganar una guerra. La otra es que fue iluso declararle la guerra a la mafia, ningún gobierno le ha ganado una batalla a la mafia en ninguna época, los gobiernos a lo mucho que han aspirado es a contener o controlar el crimen organizado. Un combate no se ha visto”, explicó.
En las elecciones para Gobernador de 2011 y en las cuales salió triunfador el priista Fausto Vallejo Figueroa, la influencia del crimen organizado fue visible, considera Ravelo.
“Aunque no se indagó o investigó yo tuve contacto con algunos personajes priistas que fueron delegados u operadores y decían que hubo muchos municipios donde soltaron a sus candidatos porque el narcotráfico dijo ‘aquí va a ganar este personaje’ y ya no había nada que hacer más que soltar el tema porque el riesgo era mucho. Creo yo que el narcotráfico sí operó la elección en Michoacán. No sé con conocimiento o no de Vallejo pero de que en la elección influyó el narcotráfico no hay duda, pero no se investigó. Hubo amenazas contra la gente de que si votaban por otro partido iban a incendiar sus casas, fue una operación de corrupción, violencia o amenaza”, agregó.
El fracaso es de tal dimensión que los grupos criminales se fortalecieron y hoy 14 organizaciones dominan el mapa mexicano del crimen organizado. “Dos de las más poderosas son Sinaloa y Los Zetas”, expresa.
INICIATIVAS CONTRA EL HARTAZGO
Según el periodista, en la administración de Enrique Peña Nieto el crimen se está reorganizando y quien lleva la mano es el Cártel de Sinaloa, encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán. Con su forma negociadora se ha apropiado de algunas regiones y al hacerlo disminuye la violencia.
Así ocurrió en Ciudad Juárez, Chihuahua, que en 2009 fue considerada la ciudad más violenta del mundo. Pero cuando el Cártel de Sinaloa se consolidó y logró el estratégico control de la frontera chihuahuense, la violencia se redujo considerablemente. No es la única región que ha visto esto, comenta Ravelo.
“Me llama la atención que aún con ciertas sacudidas en Tamaulipas la violencia descendió considerablemente cuando Sinaloa estableció una alianza con el Cártel del Golfo, que se veía difícil porque eran dos grupos antagónicos. La violencia que hoy se genera en Tamaulipas es entre Los Zetas que tienen dos bastiones contra el Cártel del Golfo y Sinaloa, pero prácticamente eso ha ido disminuyendo no a partir de que la política criminal haya resultado exitosa, sino a partir de que un grupo criminal se consolida en un territorio.
“Vemos por ejemplo el caso de Nuevo León, también con una larga etapa de violencia que sacudió al poder estatal, el fenómeno vino a la baja a partir de que grupos empresariales se organizaron para crear grupos de choque y también para que el narcotráfico se organizara en Nuevo León consolidando a Sinaloa y al Cártel el Golfo como los únicos grupos que tienen bajo control el estado.
Sin llamarlas autodefensas, comentró que los grupos de choque se formaron por iniciativa empresarial, al constatar que los policías municipales estaban infiltrados por el crimen organizado. Con financiamiento de empresarios los grupos de choque mataron a narcotraficantes, bajo un actuar ilegal, asegura.
“Bueno, sí ilegal pero ante el rebase de la autoridad local la clase empresarial se organizó. El otro es el caso de La Laguna en la zona de Torreón; Durango también vivió una época de alta violencia, ahí Sinaloa se consolidó y automáticamente bajó. La misma estrategia se está siguiendo en Michoacán”, afirma.
–¿Esto no pasa sin el consentimiento del gobierno?, se le cuestiona
–Esto no es con el consentimiento, sino con el apoyo y anuencia del Estado -responde.
La reorganización del crimen en Michoacán utiliza una figura no muy socorrida hasta el momento, el de la organización social.
“Hay un componente bastante complejo en Michoacán, por un lado está el desgobierno, Fausto Vallejo, por otro lado la presencia y embates del crimen organizado y por otro una sociedad que parece muy lacerada por la violencia, la inestabilidad, que lleva tres décadas con graves problemas de inseguridad, que no se han podido reponer porque no se ha podido establecer una política clara, viable, transparente de combate y porque a lo largo de estos años el gobierno federal ha permitido que se establezcan alianzas entre los distintos gobiernos michoacanos y del crimen organizado. Entonces es un estado cooptado que no ha podido garantizar la gobernabilidad, justamente por estas complicidades que se vienen tejiendo de años atrás, hoy ese es el resultado de esas crisis que no se atendieron en su momento”.
Ese hartazgo justifica la aparición de las autodefensas, pero plantea interrogantes respecto a su origen y cómo se financian y obtienen su poderoso armamento.
“La parte más compleja es que hay un poco de todo en las autodefensas y no descarto que haya intereses legítimos como grupo social que además de poner en evidencia las fallas del Estado para garantizar la seguridad, ellos se organicen como una manera de dar estas garantías de estabilidad y de seguridad en el estado”.
Otro punto cuestionable es que si bien el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció mayores medidas de seguridad con mayor presencia policiaca y el anuncio de que las autodefensas pueden formar parte de la figura de policías rurales, en contraste los grupos civiles armados han desoído a las autoridades e incluso un día después volvió a parecer otro grupo armado.
“No cedieron al llamado las autodefensas. Desde mi punto de vista esto va a encaminado a que Sinaloa se consolide en Michoacán, que es un estado clave para el tráfico de drogas y para el tráfico de precursores químicos. Está considerado como la puerta de entrada a la Ruta del Pacífico y obviamente Michoacán no ha tenido estabilidad porque siempre ha sido una entidad en disputa. Parece que el interés del gobierno hoy es pacificar el estado de Michoacán, darle viabilidad pero para eso y para que haya gobernabilidad primero deben consolidar al grupo criminal que realmente ponga las bases de un nuevo rol del crimen organizado en el estado”, explica.
EL SUPERCAPO
La estrategia de usar a grupos civiles armados es nueva, pero favorecer a un cartel no lo es. Es previsible que la violencia baje, pero a cambio se entrega un territorio a un cártel confiable para el Estado, observa Ravelo.
Con este paradigma, Sinaloa controlaría entonces tres puntos clave para el ingreso de sustancias ilegales, pronostica.
“El ingreso de droga es por la ruta del Caribe, es muy socorrida. Una segunda es la ruta del sur, sureste de Chiapas y otra importante es Michoacán que ya es la ruta del Pacífico. Entonces estas tres rutas son claves, Sinaloa tiene el control de los dos primeros y va por el tercero. Obviamente para lograr la consolidación tiene que armar una revolución como la que se está armando en Michoacán, que se organiza la sociedad, ‘ya no puedo más, gobierno no me garantizas ni me das nada y yo tengo que luchar por mi seguridad’. Pero al mismo tiempo hay desdoblamiento, un planteamiento público de lucha por seguridad que es muy legítimo y que pone en evidencia al Estado, pero por el otro está también este otro componente que es expulsar al grupo antagónico a Sinaloa en Michoacán, que son Los Caballeros Templarios. Expulsar a quienes estorban, a quienes supuestamente están generando la violencia, la inestabilidad, los secuestros, las extorsiones para que llegue un grupo como Sinaloa que establezca un nuevo rol del crimen organizado sin lastimar el tejido social”, analiza.
Se pregunta de dónde sacan sus armas las autodefensas y ofrece tres hipótesis. Se las proporciona el propio cártel de Sinaloa y sus grupos aliados, como es el Cártel de Jalisco Nueva Generación; se las da el gobierno o es la clase empresarial la que los financia y trae a colación el caso colombiano.
“Es todo un componente, las autodefensas que derivaron en paramilitarismo fueron prohijados por el Estado, otros por empresarios y unos más por el crimen organizado. Pueden financiar a los grupos de este tipo para legitimar ciertas acciones, se necesita el apoyo social”.
El riesgo es acabar como Colombia, donde las autodefensas se crearon para hacer frente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se volvieron instrumentos de grupos de la delincuencia organizada y cometieron masacres.
“Yo creo que tuvieron el tiempo suficiente para impedirlo. Sin embargo, lo dejaron crecer porque había un objetivo claro desde el Estado. Ahora no es el único caso, según se ha podido entender hoy también se está gestando el surgimiento de las autodefensas en el sur del país. Se habla de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tabasco. En los próximos meses van a empezar a crecer, con qué fin, a lo mejor con el mismo. En el fondo más allá de si es legítimo o no, si es el narco o el Estado el que les da las armas, el objetivo de fondo es el interés del Estado de reorganizar al narcotráfico y a todo el crimen organizado y que con la negociación se establezcan nuevas reglas del juego criminal en las entidades conflictivas y venga la disminución de la violencia que genera el narcotráfico, que es lo que al Presidente no le ha permitido hoy hablar de paz social”.
Una paz social que a cambio crearía un súper cártel, el de Sinaloa, consolidado en 50 países pero que aspira a tener el control absoluto del narcotráfico en México.
“Una de las funciones del Estado es garantizar la seguridad de cualquier manera y si el Estado abre esa posibilidad de negociar con el crimen organizado a través de un brazo social pues es una manera de resolver el problema, no creo que sea lo más viable”.
Ravelo aclara: la estrategia puede reducir los niveles de violencia presentes en Michoacán y cuando eso pase entonces habrá un reconocimiento de la población al gobierno por su combate al crimen, pero será un espejismo.
“El narcotráfico en Michoacán se va a consolidar con un nuevo grupo que desde mi punto de vista es Sinaloa y se están sentando las bases para reorganizar absolutamente todo, desde la cultura de poder hasta el crimen organizado”.
La estrategia de usar brazos armados de grupos civiles para legitimar a un grupo criminal está puesta en marcha y por eso habrá más surgimiento de autodefensas, concluye.