Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).– En el palco principal del estadio estaba Carlos Slim Helú con una chamarra verde, en medio de Arturo Elías Ayub, director de Alianzas Estratégicas de Telmex, y de Jesús Martínez, presidente del Grupo Pachuca. La imagen de la multipropiedad veía con atención la final del futbol mexicano con los dos mejores equipos del país. En el rectángulo verde estaban León y América frente a frente bajo la lupa de millones de mexicano mediante un sinfín de plataformas como nunca se había visto en la historia de los torneos cortos.
Cerrada la señal abierta debido a los derechos televisivos que tiene Fox Sports, la ida del partido determinante del balompié nacional se pudo ver por la Internet, respondiendo así a las críticas de Televisa que, desde su perspectiva, planteó que no era justo dejar sin final a la mayoría de los mexicanos. Los días previos al cotejo se habló más de la postura de la televisora de Emilio Azcárraga, contraria a lo que han profesado durante años al monopolizar gran cantidad de eventos deportivos que sólo pueden verse en exclusiva por Sky. Mientras, el futbol observaba a lo lejos para hacer su aparición.
Con un estadio pletórico, la ciudad guanajuatense se entregó a la primera final que su equipo disputaba desde 1997. Sumidos en la indiferencia del ascenso por casi una década, regresaron en el Apertura 2012 con el apoyo económico de una de las carteras más extensas del mundo. Los escarlatas resurgieron con grandes bríos, dirigidos por Gustavo Matosas, un uruguayo apasionado que supo transmitir su forma de ser a los 11 que ponía en cancha para beneplácito de una fiel afición ávida de Primera División.
Bajo una nube de emoción que llegaba desde la grada, el partido inició con los locales empujados por el estímulo que representaba su gente. Un estadio repleto enmarcaba una final esperada. El equipo de Matosas inició fiel a su costumbre de presionar arriba con la intensidad de alguien que no tiene nada que perder. Controlar los nervios era vital para dos instituciones aspirantes al título. Supo León representar ese ahínco cuando Carlos Peña continuó con su buena racha haciéndose presente en el marcador. A los 10 minutos, el compromiso había cumplido con las primeras expectativas de un juego abierto.
Las Águilas entendieron el entorno teniendo como bandera la consolidación de un proyecto reconocido por todo el futbol mexicano. Dolidos, se dedicaron a jugar llegando a dominar la pelota como de costumbre. Fue la pelota parada lo más peligroso del conjunto americanista, fiel a la escuela Lavolpista tan bien aprendida por el “Piojo” Herrera. La zona de prioridad era ese medio campo, lugar donde se gestionan los triunfos para ese par de entrenadores que tienen tatuada la portería rival en la mente. Homenajeada la pelota, se dejó entregar caprichosa a los dos combatientes que se disputaban su preferencia.
Con la presión americanista, el sacrificado fue Burbano, un futbolista veloz de gran llegada que se dedicó a contener los constantes embates de Miguel Layún y Paul Aguilar. Fue por las bandas donde los de Coapa comenzaron a dominar algo que en la previa se veía muy parejo. Agarrados de las bases que lo encumbraron con su estrella 11, los dirigidos por el «Piojo» inclinaron la cancha a su favor, ante la incredulidad de la gente que era víctima de nervios crecientes cada minuto.
Las Águilas le quitaron la pelota al León en el segundo tiempo, algo inusual durante todo el torneo. Incapaces de construir el juego colectivo tan vistoso y respetado por toda la liga, la línea de tres en defensa se la pasó persiguiendo al ataque americanista comandado por Rubens Sambueza, quien trota indiferente hasta que toma la pelota para convertirse en un jugador distinto desde la virtuosa pierna izquierda que tiene. León comprendió pronto las circunstancias sin sonrojarse por el dominio del rival, agazapándose para intentar hacer daño desde el contragolpe.
La virtud de Gustavo Matosas es no dejarse llevar por esa emoción implícita en su forma de ser. Capaz de comprender el contexto, no se dejó amilanar por el impulso del rival. Tras dos acciones en las que América no pudo concretar, Mauro Boselli, fino delantero argentino, pinto una sutileza en el área de Moisés Muñoz para claudicar cualquier intento de empate. El ex delantero de Estudiantes se ha convertido en uno de los mejores refuerzos que han llegado en los últimos años al futbol mexicano. Los esmeraldas incrementaron la ventaja ante el júbilo de su gente que sin mesura festejaba.
Los de Coapa salieron heridos de un campo convertido en fortín, a pesar de ser superior por muchos lapsos del partido. León tiene dos goles de ventaja para el próximo domingo en la cancha del Estadio Azteca. En casa, América buscará darle vuelta a un resultado adverso como lo ha hecho en los últimos tiempos. Enfrente tiene a un impulso convertido en equipo con la buena suerte de su lado. Los esmeraldas no fueron superiores, pero sacaron un resultado importante.
La camiseta del León luce cinco campeonatos en su escudo, el último en 1992 cuando Victor Manuel Vucetich comenzó a escribir una historia que le daría el mote de “Rey Midas”. Tras un letargo de 16 años, el equipo verde volvió a la búsqueda del ansiado campeonato frente a quien en los últimos dos años ha sabido ser el mejor del país. La ilusión de volver a la palestra ganadora pasa por superar una disciplina exitosa construida por Miguel Herrera.
LEÓN 2-0 AMÉRICA
León: W. Yarbrough; I. González, R. Márquez (C), J. Magallón; E. Hernández, L. Montes (F. Arizala, min. 74), Vázquez, C. Peña (F. Navarro, min 86), Burbano (E. Loboa, min. 57); M. Britos y M. Boselli.
América: M. Muñoz; F. Rodriguez, A. Mosquera (C), J. Valenzuela (C. Bermudez, min. 85); M. Layún, R. Sambueza, J. Medina, O. Martinez (L. Mendoza, min. 75), P. Aguilar; R. Jiménez y L. Rey (N. Mina, min. 79).
Goles: 1-0, min. 10, C. Peña. 2-0 , min. M. Boselli.
Árbitro: César Arturo Ramos. Amonestó a J. Medina al 40’, F. Rodríguez al 78’
Estadio León