Ciudad de México, 9 de diciembre (SinEmbargo).- Dos nombres pesados serán incluidos en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional. El deporte que mueve pasiones y grandes bolsas de dinero, tiene un lugar donde se encumbra el legado de pugilistas. El voto de cronistas reconocidos determina quien entra a ese lugar místico. Al final de una carrera, existe ese establecimiento físico donde se premian emociones, recuerdos y campeonatos del mundo. La clase 2014 tendrá dos apellidos de origen latino. Entre tanto protocolo y exaltaciones, un magnate del boxeo con fantasmas personales y un boricua al que por fin se le hace justicia.
Oscar De La Hoya fue el nombre más repetido a mediados de los noventa en suelo mexicano. Sus golpes tumbaron la ilusión nacional cuando venció a Julio César Chávez. El ídolo azteca sucumbía ante un hombre que peleaba con un calzoncillo que tenía mezcladas las bandera tricolor y la estadounidense. El enemigo número uno de aquellos que amaban al gran Chávez, se coronaría como uno de los mejores atletas de la historia con guantes rojos bien puestos en sus manos. Su alcance fue tanto, que terminó cantando e hizo un disco mucho menos popular que sus golpes. Oscar era visto en innumerables fiestas, incrementando su popularidad.
El estadounidense ganaría diez cinturones en seis categorías distintas, además de una medalla olímpica en Barcelona 92. Peleó 45 combates, conectando 30 nocauts con apenas seis derrotas. Después de su etapa como profesional, hizo de su apodo una promotora. Así nació Golden Boy Promotions. El pasado septiembre, Saúl «Canelo» Álvarez se paró frente a Floyd Mayweather Jr. El mexicano, que pertenece al organismo del ex campeón, perdió el combate que De La Hoya no pudo ver. Un día antes del evento anunció al mundo su re ingreso a una clínica para rehabilitarse sobre su adicción a las drogas. El honor de un Salón de la Fama, podría ayudarlo a retomar el camino.
«Que bueno que los cronistas deportivos le hicieron justicia a su carrera», declaró Félix Trinidad Sr. al diario El Nuevo Día de Puerto Rico. El padre del boricua se dijo feliz por darle un homenaje a un campeón del mundo en tres categorías distintas luego de 46 combates profesionales. Cinco veces encumbrado como el mejor del planeta, es considerado como uno de los mejores boxeadores en la historia de la isla. Poseedor de una derecha espectacular que dejó ver durante 18 años de carrera exitosa con dos retiros provisionales hasta que dijo adiós definitivo en 2008.
La grandeza del puertorriqueño recae en que se retiró invicto, una rareza en cualquier época. Un determinante estilo se implantó en el boxeo internacional. «Tito» nunca supo lo que era tener mesura arriba de un ring. Detrás de su poderío había una mente incapaz de tener miedo. Fue eso lo que más se recuerda de alguien que era venerado como un loco, algo que nunca le importó. Su padre espera estar junto a su hijo a mediados del próximo año en Nueva York. La Asociación de Escritores de Boxeo recompensa a dos grandes con los que una generación se enamoró de un deporte.