Ciudad de México, 6 de diciembre 2013 (SinEmbargo).– Para la Eurocopa de 2008, Luis Aragones armó un equipo que jugaba mejor que nadie en el mundo. El problema pasaba por un letargo mental instalado en sus cabezas. La Selección Española de Futbol tenía una reputación buena establecida por medio de sus jugadores de buen pie. Técnicos y con mucha visión de campo, los ibéricos siempre llegaban a las justas internacionales con el mote de favoritos, pero la realidad los superaba junto a los rivales en turno. Un hombre de 70 años cambiaría para siempre eso, gracias a su forma de ser.
Nació en Hortaleza, un poblado madrileño en 1938, y de inmediato se le impregnó el olor de la yerba corta del campo de futbol. Un hombre de gran sapiencia fue creciendo junto al futbol español, siendo parte importante de esos cimientos que hoy sostienen a una de las ligas más espectaculares del planeta. Debutó en los 60 usando short y camiseta hasta que se retiró para usar trajes, convirtiéndose en uno de los entrenadores más emblemáticos de Europa. Como futbolista jugó en el mediocampo, destacando en el Atlético de Madrid, un equipo con una historia marcada por altibajos inesperados, capaces de perder partidos que tenían casi en la bolsa.
Anotó 160 goles en su carrera de 360 partidos. Después incursionó en lo que mejor sabía hacer. Se acercó a los futbolistas de una manera distinta y hasta provocativa. Vio como el éxito se le negaba a un país que no hacía otra cosa que pensar en la pelota. La Roja sucumbía ante otras selecciones con mucho más tino y suerte. En el Mundial de Alemania 2006, enfrentaron a Francia en fase decisiva. Un espléndido Zidane, en el atardecer de su carrera, los dejó fuera otra vez con un lamento nacional que se hizo más evidente que nunca.
Entonces las miradas se fijaron en Luis Arágones, el Sabio de Hortaleza. La Eurocopa de Austria-Suiza 2008 era el objetivo, y un hombre que estaba cansado de tanto sufrimiento, tomó el barco para dirigirlo al único puerto válido que conocía. “Yo ya tengo ganas, como entrenador, de ganar una copa de Europa y un Mundial. Ustedes tienen categoría y calidad para conseguirlo, solo hagan lo que les digo”, les dijo a los elegidos en una charla íntima que se hizo pública. Los futbolistas se entregaron al mensaje, sin saber lo que provocarían.
España superaría a Italia en penales, instalándose en la final frente a una siempre favorita Alemania. En aquella noche de Viena, el futbol protagonizaría un parte-aguas. Un cambio de estafeta con el mundo maravillado. La Roja dejó la furia tradicional y empezó a tocar la pelota con jugadores bajitos. Un equipo comandado por un abuelo de cabeza blanca revolucionó el deporte más popular del mundo basados en una filosofía de Aragonés muy simple de descifrar: “ Ganar, ganar, y ganar, y ganar y volver a ganar”.
Elocuente y pensante, recibió junto a su selección, el Premio de Asturias de 2010 tras regresar campeona del mundo de Sudáfrica. Vicente del Bosque lo llevó junto al plantel, emocionando a todo un país. Aragonés pasará a la historia como ese personaje que quiso cambiar el futbol español y terminó cambiando lo que el planeta entendía como jugar a la pelota. A sus 75 años, anunció su retiro “por la edad”, dejando un aire melancólico. Su legado prevalecerá para siempre, con un montón de intentos queriendo imitarlo.