Ciudad de México, 30 de noviembre (SinEmbargo).– Haruki Murakami no escribe sin antes haber salido a correr. El escritor japonés aún no gana el Nobel, pero participa en maratones. En “De qué hablo cuando hablo de correr” deja claro la importancia que tiene el sentir el asfalto en sus pies para sentarse frente al teclado. Lo que empezó siendo un hobby tranquilizador, terminó por sumergirlo en competencias internacionales de gran alcance. El amateurismo que abandonó lo tomó otro compatriota común y corriente que vive en una zona montañosa al norte de Tokio. Yuki Kawauchi corre por el placer de hacerlo, inspirando a tantos otros anónimos en el mundo sin estar federados.
Durante más de 10 horas trabaja como conserje en una escuela pública de Saitama, uno de los 47 distritos de Japón. Antes de irse a trabajar forma parte de una dinámica social en la ciudad. Muy de madrugada se calza los tenis, sale a la calle y corre. La rutina se ha afianzado tanto que ha recorrido una maratón en 2h08’37». Kawauchi formó parte del Campeonato de Daegu 2011, donde ganó una medalla por equipos. Sin embargo, su mayor legado ha sido retener el antiguo espíritu olímpico que no aceptaba motes de profesionalismo. A sus 26 años es un ídolo de las redes sociales, y un defensor de la esencia del atletismo tan lleno de reglamentos.
Yuki es considerado como un caso único: Es el ser humano que más maratones corre en un año, sorprendiendo a todos por su entereza física y mental, además de sus buenos registros; pero sobre todo por negarse a renunciar a su condición de amateur. El romanticismo de su pasión es algo que no ha sabido quitarle nadie. El funcionario público no entiende la vida sin correr. Mientras un profesional, federado y reconocido por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) corre máximo tres maratones al año, Kawauchi recorrió 10 pruebas durante 2012. Pero no todo es romántico en su filosofía. Yuki entiende que competir es parte natural del deporte.
El año pasado ganó seis maratones y durante 2013 ha triunfado en cinco, cuando todavía correrá en dos antes de finalizar el año, tras los nueve que ya ha completado. El periodo de recuperación “normal” para un maratonista de élite es de tres semanas. Son 21 días de esfuerzo nulo para que las articulaciones dejen de sentir el duro esfuerzo. Todo eso cambió el día que Kawauchi llegó para romper la norma. Durante 2011 y 2012, lo máximo que esperó entre competencias fueron 15 días e incluso llegó a disputar dos maratones en menos de dos meses, mejorando sus registros. En febrero ganó la maratón de Seul con una marca impresionante de 2 horas 08 minutos 14 segundos.
“El Kamikaze de la maratón”, como se le conoce, llegó a Moscú representando a Japón con sus propios métodos. Sin entrenador, con un estilo de entrenamiento diferente al sistema tradicional japonés, desafía todo lo que el profesionalismo estableció. Decidido a no perder la libertad, entrena solo 150 km semanales, muy por debajo de los demás. “Funciona porque tengo disciplina, me mantiene concentrado”, dice tranquilo asumiendo toda la responsabilidad, mientras el furor entre sus aficionados se incremente cada vez más.
Cerca de la meta, siempre aprieta los dientes y corre desbocado como un caballo suelto. Yuki ha tenido que ir al hospital debido al exceso de trabajo que le da al cuerpo. Sus métodos siguen siendo analizados por parte de varias áreas del Atletismo. Entre la adoración de unos y la preocupación de otros que lo consideran un ejemplo peligroso a seguir, él sigue manteniéndose al margen de todo. Ha rechazado los constantes patrocinadores que le han ofrecido y sigue pagando sus viajes sin importar el destino. El mundo de las maratones ha sufrido un parte-aguas debido a un hombre aferrado a los cimientos esenciales del simple correr. Lo que unos ven como locura, otros lo aplauden con solemne respeto.