Los Spurs de San Antonio dominan el oeste con un paso récord, siguen los pasos de los Bulls y Jordan

27/11/2013 - 1:00 am
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Ciudad de México, 27 de noviembre (SinEmbargo).– Cuando se acabó el séptimo partido de las últimas finales de la NBA, un equipo tejano se fue cabizbajo mientras la prensa comenzaba a analizar el futuro del mismo. Longevos y experimentados, los San Antonio Spurs tenían ante sí el compromiso de mantenerse vigente a pesar de que muy pocos les daban mucho tiempo para seguir manteniéndose en la vanguardia de la mejor liga del mundo. A pesar de que contaban con Tim Duncan, Manu Ginobili y Tony Parker, al final no pudieron frente a las aspiraciones de Lebron James. El Miami Heat conseguía su segundo anillo consecutivo, en vías de una dinastía.

A San Antonio le diagnosticaron vejez deportiva con la palabra renovación como única solución en mente. Pero en suelo texano no perdieron la cabeza como normalmente se hace en momentos de crisis. Un proyecto a largo plazo domina los sentimientos pasionales que puede haber dentro del roster. Los Spurs piensan siempre en colectivo. Una franquicia ejemplar era debatida en programas de televisión con exjugadores y expertos preocupados por el futuro oscuro que vislumbraban. Sin embargo, las vacaciones significaron un alejamiento de la prensa para reinventar sus métodos, siempre con la sed de ganar intacta.

Desde la llegada de Tim Duncan a finales de los 90, los Spurs comenzaron a ser serios aspirantes al anillo tan anhelado por todos. El nacido en Islas a Vírgenes supo acompañar a David Robinson para después tomar la batuta de líder. La llegada del francés Tony Parker le dio un socio vital en la duela. Después llegó Manu Ginobili también desde Europa, pero siendo orgullosamente argentino. El narigón de Bahía Blanca puso desde el perímetro todo su arsenal en pos de la franquicia tejana. Tres futuros miembros del Salón de la Fama coincidieron en tiempo y espacio, para fortuna de todos.

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Sin dejar nada a la improvisación ni teniendo arrebatos emocionales que impliquen renovaciones exhaustas o contrataciones bombas, un hombre de pelo blanco y de gestos muy marcados, es el responsable del éxito de los Spurs. Gregg Popovich ha sabido mantener con sed de triunfo a su equipo. Con la bandera siempre de ser aspirantes, se han buscado soluciones silenciosas a los nuevos retos que les presenta cualquier eventualidad. Ginobili hoy es suplente, dejando su lugar a Khawi Leonard, cada vez más fino. El argentino entra en la cancha con mucho más descanso pero con la misma fineza para mover la pelota.

El brasileño Splitter juega al lado de Tim Duncan como un alumno que observa callado al maestro mientras imparte clase. El italiano Belinelli llegó procedente de los Bulls para completar el roster con su garantía desde la línea de tres puntos. El uniforme blanquinegro tiene nuevos apellidos pero el sistema sigue funcionando. Tony Parker se coronó campeón del Eurobasket el pasado verano. El base parece jugar con el impulso del triunfo continental. Los mismos analistas que habían dado por terminada una era, ahora escriben acerca del sorprendente paso de los Spurs.

Tras 13 partidos, el 12-1 despierta ilusiones. Los Chicago Bulls, comandados por Michael Jordan, terminaron con 72-10 en la temporada 95-96. La marca imponente tiene una aura especial por tratarse del mejor jugador de la historia. Los Spurs llevan un ritmo suficiente como para intentar empatar o romper lo que para muchos era imposible. Popovich no entiende de limitantes, ni de falsos pronósticos. Con un gran camino por recorrer, San Antonio se entrega a su entrenador, quien sabe mucho del juego, pero mucho más de ellos mismos.

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