El basquetbol neoyorkino ha quedado lejos de las altas expectativas; Knicks y Nets deambulan en los sótanos de la NBA

24/11/2013 - 12:00 am
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Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- Una ciudad como pocas despierta el sentido estadounidense: una isla de grandes rascacielos al noreste del país es un vínculo emocional turístico. Mucha gente la ha nombrado como la primera fila del mundo. Nueva York despierta emociones entre sus calles, su gente y en sus símbolos. Detrás de la estatua de la libertad, el Madison Square Garden atrae las miradas de los curiosos y conocedores por igual. El recinto multifacético es hogar de los Knicks, un equipo de basquetbol convertido en una parte de la ideología neoyorkina.

En los 90, la rivalidad con los Chicago Bulls de Michael Jordan contribuyó para que la NBA llegara a dimensiones inusitadas. Entre Patrick Ewing y John Starks intentaban sacar de quicio a un equipo único, de los mejores de la historia. La Conferencia Este se convirtió en una zona de guerra en cuanto los Playoffs llegaron a escena. En la Gran Manzana, disfrutaban de su equipo a pesar de que Jordan y compañía, siempre salían ganando.

La actualidad está muy lejos de aquellos tiempos. La temporada inició con muchas expectativas hacía un equipo comandado por Carmelo Anthony, uno de los mejores jugadores de la liga. A la par de Melo, Tyson Chandler es otro peso fuerte del roster. Sin embargo, una lesión lo ha dejado al costado de las acciones, y el equipo dirigido por Mike Woodson, se ha perdido en los claroscuros de la mediocridad reflejada en los últimos puestos de la clasificación.  Los Knicks ocupan el ante penúltimo lugar del Este, con un lamento generalizado.

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Al costado de las emociones de un equipo tradicional, en Nueva Jersey el basquetbol vive con una envidia tradicional a sus vecinos mundialmente conocidos. Durante 35 años, los Nets sucumbieron siempre ante equipos mucho más formados en la conferencia año tras año. En Nueva Jersey sufrieron el ser eliminados en primera ronda. Ni Jason Kidd al frente, como pieza vital del equipo, pudo cambiar el rumbo histórico de la franquicia. Sumidos en la indiferencia, todo tomó un nuevo camino el año pasado.

Junto al cantante y productor Jay-Z, un grupo de empresarios rediseño la imagen de la franquicia, moviéndose hacia Brooklyn, lugar de nacimiento del artista millonario tan escuchado como venerado en los Estados Unidos. Los nuevos Nets tuvieron automáticamente el apoyo de una afición nueva. Dejándose de un mercado local, los Brooklyn Nets se transformaron en una institución nacional gracias a los nuevos inversionistas. Vestidos de negro, en una duela reluciente, se construyó un equipo protagonista.

En su primera temporada llegaron a los Playoffs para toparse con los Chicago Bulls, tan enjundiosos como efectivos. Fieles a su vieja tradición en Nueva Jersey, fueron eliminados dejando desolada a la ilusión renovada. Para 2013, la organización se hizo de los servicios de piezas clave de los Boston Celtics. En su afán de triunfo, Kevin Garnett, Paul Pierce y Jason Terry llegaron al Barclays Center con la intención de ser campeones. Al igual que los Knicks, el inicio ha sido desastroso, estando por debajo de sus vecinos, en el penúltimo lugar del este.

Nueva York sufre de melancolía. Sus dos equipos no han estado a la altura de las expectativas, ni a la altura de los nombres que tienen en el roster. El basquetbol de los 90, tan competitivo como emocionante, ha quedado desplazado por el lamento general de dos aficiones que no esperaban estar tan lejos de los primeros lugares. Con apenas la primera decena de partidos superada, lo que queda de liga puede ser suficiente para revertir el camino o para que un fracaso rotundo se consolide.

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