Ciudad de México, 12 de noviembre (SinEmbargo).– En el primer set le pidió al público que dejara de tomar fotos. El flash le lastimaba los ojos impidiendo conectar bien la pelota. Del otro lado de la red estaba el mejor del mundo y cualquier distracción, por más mínima que sea, era determinante en sus aspiraciones. Novak Djokovic juega sin despeinarse y con una intensidad que solo Rafael Nadal puede emular. Tenerlos en la final de cualquier torneo significa estar presente en un espectáculo único.
Nole rompió el saque de su acostumbrado rival en la primera oportunidad. De pronto el marcador indicaba un 3-0 inusitado mientras Rafa descansaba en su silla con un gesto desencajado intentando descifrar lo que estaba haciendo mal. El español despertó del precoz letargo para empatar el cotejo. Después de ese emparejamiento, el partido dejó de ser un duelo tenístico para convertirse en un combate memorable tipo boxeo. Los dos tenían claro que morirían de pie.
Determinar quien es el mejor del mundo depende de una fría estadística que determina el orden del ranking mundial. Ahí gobierna Nadal quien se aseguró seguir en el puesto de privilegio con dos victorias en la Copa de Maestros de Londres. En el mismo torneo, Djokovic miraba de reojo lo que le fue arrebatado de las manos tras un regreso apoteósico después de estar lesionado un semestre entero. Incapaz de claudicar por la pasión que tiene en su entereza, siguió compitiendo con la intensión de coronarse bajo la luz azulada del campeonato británico.
En la tercera oportunidad de campeonato pudo finiquitar un partido que mantuvo de pie a la grada llena de la arena bajo techo. Nole fue hasta la red para estrechar la mano de su rival, en esos actos protocolarios de tanta educación que solo el tenis tiene. Después, un grito salido de muy adentro se mezcló con los aplausos de los sonrientes conocedores aficionados. Sacarse esa espina que le clavó la suma de puntos se descifró en ese aullido de emoción. Novak ganó por tercera ocasión la Copa de Maestros acrecentando más su rica historia.
En una semana distinta al resto, Nole jugó el mejor partido del campeonato a pesar de la adrenalina dejada en el camino hasta esta final. Un combate de dos monstruos modernos deportivos coronó el último gran torneo del año en el plano individual. Repletos de sponsors tecnológicos que les fabrican mejores ropas o raquetas, sigue siendo el pundonor y el compromiso con su profesión, lo mejor del legado de Novak y Rafa. Mientras ellos pelean deportivamente dándose la mano, el mundo goza con actuaciones como la de ayer que van directo a la memoria.
Fue un 6-3, 6-3 a favor del serbio que el próximo fin de semana iniciará la lucha por la Copa Davis con su país frente a la República Checa. Ayer, los dos posaron juntos con sus respectivos trofeos sin pestañear. Lejos del fanatismo de otros deportes, el ganador sabe ganar y el perdedor entiende el comportamiento del derrotado. El tenis tiene a dos atletas dispuestos a seguir compitiendo que hace unos días definieron quien terminaría el año como el mejor del mundo, hace 24 horas, Nole se erigió como Maestro.