Ciudad de México, 31 de octubre (SinEmbargo).– Hace unos días Thomas Bach, el flamante nuevo presidente del Comité Olímpico Internacional, recibió una invitación para reunirse con los miembros de la Federación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT). El motivo que se buscaba, era suspender los Juegos Olímpicos invernales del próximo año en Sochi. La ciudad rusa, albergará la justa en medio de constantes reclamos por una comunidad que se siente perseguida por una ley que prohíbe cualquier manifestación de su parte.
El panorama, a cien días del inicio, luce nublado tras el rechazo de Bach a la invitación. Por su parte, Vladimir Putin, Presidente de Rusia, ha dejado claro que no dará su brazo a torcer, catalogando los Juegos como prioridad nacional. En junio del año pasado, el gobierno ruso le puso legitimidad a los constantes abusos físicos y mentales a varias personas homosexuales, que fueron apareciendo por youtube. A la par de esta problemática, el racismo sigue imperando en las canchas. La semana pasada, el marfileño Yaya Touré, fue víctima de gritos raciales en el partido entre el CSKA de Moscú y el Manchester City.
«Los militantes de LGBT en Rusia interpretan esta decisión como una nueva señal de que los Juegos están lejos de ser una plataforma de respeto y promoción de los valores olímpicos», anunció la organización en un comunicado. Por su parte, Putin le aseguró al presidente del COI, que los participantes y visitantes durante la justa, tendrán todo el respeto y se sentirán “cómodos sin importar su orientación sexual”. El asunto se ha tornado meramente político, entre un grupo que ha recibido mucho apoyo desde cualquier parte del mundo y un gobierno en la lupa.
El mandatario quiere hacer de Sochi, una propaganda de gran alcance para mejorar la imagen de Rusia ante el mundo. En total, se han invertido poco más de 50,000 millones de dólares para la organización de los Juegos. Lejos de la expectativa mundial de una edición veraniega, el certamen invernal de carácter olímpico, pasará a la historia como los que más dinero ha costado en la historia. La prensa de aquel país, se ha volcado en la elaboración publicaciones especiales. Es la fiesta olímpica más significativa desde los juegos de Moscú en 1980, aún bajo el régimen soviético.
Mientras ayer se iniciaron eventos con motivo a los 100 días que separan el inicio de las competencias, el gobierno de Putin sigue siendo catalogado como un “régimen discriminatorio”, por parte de la LGBT. A esa voz, se ha unido Human Rights en voz de uno de sus directores Jane Buchanan. “A 100 días, el tiempo corre para que el COI y su presidente Bach, apremien a Rusia a acabar con sus leyes y prácticas”, declaró. Miles de voluntarios caminaron con el uniforme representativo de los Juegos, bajo la atenta mirada de Putin y el mandatario del olimpismo.
«No puede haber grandes celebraciones por la proximidad de los Juegos cuando Rusia ha pisoteado los principios olímpicos de la dignidad humana y de no discriminación», añadió Buchanan. El banco ruso ha impreso 20 millones de billetes de 100 rublos, con insignias conmemorativas a la justa. Mientras Sochi se prepara para ser una fiesta nacional, en gran parte del mundo se sigue condenando la postura rusa optada el pasado verano. Con poco más de tres semanas para el inicio, el comité organizador se ha declarado listo, sin embargo la constante amenaza de una intervención pacífica, sigue de pie.