Ciudad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).– Juan Manuel Márquez no se retiró en la cima de su carrera. El año pasado, un knockout monumental en el rostro de Manny Pacquiao, encumbró su nombre para siempre en la historia del boxeo. Lo que provocó esa victoria en el país, generó el nacimiento de un ídolo popular. Un boxeador volvía a aportar su granito de arena para refrescar al aficionado atrapado en la burocracia política en ebullición gracias a una elecciones presidenciales que le dieron la vuelta al mundo. El pugilista mexicano, vencía a uno de los mejores boxeadores en la historia.
Después de la sonada victoria, el periodismo especuló con la partida de un atleta único en el país. Con 40 años encima, a pesar de la extraordinaria condición física, era más factible colgar los guantes que seguir subiéndose al ring. Márquez acabó con todos los rumores cuando declaró ante la prensa que continuaba con su carrera. De inmediato las especulaciones cambiaron de objetivo. Ahora se referían al posible rival de quien en su currículum tenía ya cuatro campeonatos mundiales. Juan Manuel aparecía en cualquier lado, anunciando un sinfín de cosas mientras el posible adversario se buscaba.
Timothy Bradley cumplió 30 años el pasado agosto. El californiano tiene 30 peleas, 12 KO y ninguna derrota. Ha peleado la mitad de combates de los que ha peleado Juan Manuel Márquez. El espigado estadounidense es actual campeón del mundo en peso Welter. Bradley reúne todas las características para ser un serio contendiente ante la figura del pugilista mexicano. Esta noche, en Las Vegas, los dos se enfrentarán sin la propaganda a la altura de la expectativa del combate. En el análisis, los dos boxeadores generan ilusiones. Una derrota, podría dejar muy mal parado a cualquiera.
Con la grandeza en la mente, además de seguir acumulando grandes ganancias, Márquez subirá al ring apostando todo lo conseguido con la victoria ante Pacquiao. La consolidación de un boxeador como referente histórico, podría tener un duro revés. De ganarlo, el mexicano se convertiría en el único boxeador azteca en ganar cinco campeonatos mundiales. La apuesta «todo o nada», invita a ver un espectáculo bien cimentado en los guantes que hace un año hicieron vibrar a gran parte del país con un golpe seco ante el júbilo de una arena incrédula al ver a Manny inmóvil.
Bradley se siente menospreciado. La victoria ante el mismo Manny a principios del 2012, provocó mucha polémica por una decisión dividida que dejó conforme a muy pocos. Hoy se enfrenta a un campeón comprobado en el atardecer de su carrera deportiva en busca del reconocimiento que cree merecer. Su poderío y sus diez años menos, son su carta principal. Su apuesta es un campeonato del mundo deseado por muchísimos pugilistas. De ganar, Timothy consolidaría una carrera invicta y envidiable. Una derrota rompería una perfección pugilística y lo dejaría sin los halagos que tanto desea.
Sin la expectación del combate frente a Pacquiao, Márquez vuelve a escena con la incertidumbre de su rendimiento. Su edad destaca en la numeraria de sus estadísticas. A los 40 años, en plena edad de la madurez, un hombre no se ha querido ir encumbrado en la gloria única que da el deporte. Esta noche, los mismos guantes que paralizaron el país durante 2012, le plantarán un reto a un boxeador con un récord de miedo. Un invicto frente a la gloria conseguida, un combate que tiene en disputa mucho más que un cinturón.