Rafael Nadal recupera vuelve a número 1 del mundo en superficie rápida tras un regreso memorable de una lesión

06/10/2013 - 12:00 am
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Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).- Rafael Nadal tiene 60 torneos ganados en un palmarés que emociona a una afición española acostumbrada a celebrar a sus atletas en los últimos tiempos. Desde Manacor, tierra caliente de las Islas Baleares, un niño comenzó a soñar con su talento como principal credencial. Apasionado como pocos en el mundo deportivo, coincidió con una generación de tenistas con una fortaleza física impecable. El balear, vuelve a reinar el ranking de la ATP con una muestra de pundonor a la altura de su carrera.

Lesionado desde julio del año pasado, el retorno al circuito el pasado febrero, lo dejaba con muy pocas oportunidades de siquiera vislumbrar la cima del tenis mundial. Nadal no solo revolucionó las casas de apuestas sino que se estableció como una de las historias del año. El español tiene 21 partidos consecutivos sin perder, jugando 13 finales de 14 torneos en los que ha participado. Le bastaron nueve meses para regresar a su lugar predilecto. Como una gestación, el 1 del mundo es mucho más que simple ego para Rafa, es el premio merecido.

La final del recién terminado US Open, puso frente a frente a los dos tenistas más dominantes del último curso. Novak Djokovic, con su estilo propio que cautiva a propios y extraños, se plantaba para refrendar el por qué había que nombrarlo como el mejor del mundo. Rafael Nadal tenía ya absortos a millones de aficionados con su travesía a contracorriente, pero el partido no solo le entregaba el trofeo neoyorquino tan deseado. La posibilidad de dar un golpe letal a Nole en su lucha por el número 1, era lo más tentador.

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Nadal besó su raqueta después de desplomarse en la cancha dura del Arthur Ashe, mientras la grada no paraba de aplaudir. Su Grand Slam 13 llegaba en la glomourosa Gran Manzana, en el recinto más grande de todo el circuito. El español festejó con un llanto sincero, con los recuerdos de un 2012 complicado ahogado en un furtivo nuevo año con los bríos altos. Después, toda la numerología acaparaba la atención. Rafael Nadal podría volver a ser el mejor del planeta antes de finales de año, si mantenía el ritmo dominador que empezó en febrero.

Desde 2009, Nadal no jugaba el abierto de Pekín. Aportaría una medalla de oro para la delegación española en aquellos Juegos Olímpicos chinos. De pronto, un torneo de rango menor, tomaba la importancia de cualquier Grand Slam. El suelo milenario podría ser testigo de un cambio de estafeta en la élite. A Nadal le alcanzaba con llegar a la final. Ayer por la noche, se midió a Tomas Berdych, un checo con mas enjundia que juego contundente. El isleño no tuvo piedad. Con un solo objetivo en la cabeza, impuso su ritmo. Cuando el primer set iba 4-2 a favor del balear, su rival se retiró por lesión provocando una ola mediática global.

Encumbrado en polvo de ladrillo, ha sido la cancha dura la de sus mayores alegrías durante este año. En esa superficie ganó el US Open, y bajo el cielo chino se ha establecido otra vez como el rival a vencer. Este domingo, como un homenaje al cambio de nombre, jugará la final frente a Novak Djokovic que venció al francés Richard Gasquet. El lunes, la ATP actualizará la lista. Rafael Nadal sigue con su esencia. Trabajador como el que más, en lugar de festejar su nuevo ranking, se dispuso a entrenar. Los 40 minutos que había durado su partido frente a Berdych, no habían sido suficientes.

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