Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).- A los 42 años se convirtió en la primer persona en completar el Grand Slam de alpinismo. Subir las siete principales montañas en el mundo, ayudaban a completar la reputación de un hombre que ha construido su vida alrededor de la velocidad que le imponga la adrenalina de sus decisiones. David Hempleman-Adams (Swindon, 1956) es un empresario británico amante de la aventura. Teniendo como enemigo a la rutina, un hombre de sonrisa fácil, amante de los lentes de la cámara que le toman fotos, ha construido un legado sobre lo que para muchos es una mera utopía.
David adquirió fama tras alcanzar los puntos magnéticos de los polos norte y sur, se ha pasado la vida rompiendo motes de imposible mientras impone récord tras récord. Cuando tenía nueve años sufrió el divorcio de sus padres, algo que lo marcaría para siempre eligiendo vivir con su madre. Cuando ella se volvió a casar, adoptó el apellido Adams para unirlos años después. La inclusión de las dos versiones paternas le otorgaron una diversidad mental que le abrió el panorama. Un chico que entendió que el mundo era más que la isla británica donde había nacido, nunca abandonó las costumbres del pueblo que lo vio nacer.
A los 16 años ya había escalado las principales montañas galesas. El Duke of Edinburgh Award, premio otorgado a menores de edad con actividades sobresalientes, le fue entregado iniciando una vida sin rumbo fijo. Un día como hoy durante 2003, un globo aerostático aterrizó cerca de Blackpool al noroeste de Inglaterra, proveniente de Canadá. En su interior, un exhausto David sonreía sin parar. Con 46 años cumplidos, se convertía en el primer ser humano que cruzaba el Océano Atlántico en ese artefacto. En sólo 74 horas, un hombre imponía una meta difícil de igualar debido a su espíritu aventurero incapaz de moldearse a la vida rutinaria.
El Legado Heredado
En 2011, tras 17 días intensos bajo el frío extremo, Amelia Hempleman-Adams. Con 16 años cumplidos se convertía en la persona más joven en realizar esta proeza. La hija de un aventurero consagrado, tomaba la estafeta de lo que siempre vio en su niñez. La inglesa describió su aventura como una «experiencia enriquecedora». Desde ese día se convirtió en un emblema de las juventudes británicas. En tiempos donde la tecnología marca el ritmo de vida, Amelia se transformó en un símbolo que el periodismo inglés dio a conocer con orgullo.
Con los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en puerta, la hija de David tuvo una actuación en el organigrama que definió la ruta de la antorcha olímpica. A un costado del Támesis, se encargó de subir la llama hasta lo alto del representativo London Eye. «Me siento muy orgulloso del trabajo que ha hecho Amelia», declaró David después de la hazaña polar. Entre la obligación de cumplir con la escuela, una chica conquistó a su país bajo el legado que le mostró su padre desde que tuvo memoria. En su página web, hay un mensaje donde describe lo que es el Polo Sur, ese espacio terrenal que supo conquistar.
Una familia que se olvida de lo tradicional, recorre el mundo desde sus puntos más exóticos para ganar la admiración de millones que leen y comparten las emociones que viven durante los trayectos. A la par de las hazañas, el señor Hempleman-Adams ha estado siempre activo en el ramo altruista y económico. Un hombre que ha sabido mezclar la responsabilidad laboral con lo que en verdad le alimenta. Desde un pequeño poblado inglés, una de las historias familiares más asombrosas que contar.