Andy Murray intenta refrendar su título en el US Open, con la presión mediática sobre él

31/08/2013 - 12:00 am
Foto Twitter
Foto: Twitter

Ciudad de México, 31 de agosto (SinEmbargo).- Aquel día, 13 millones de personas estaban viendo lo mismo por televisión, según los datos que deja el rating, juez de lo que resulta fracaso o éxito en los medios de comunicación. Dos hombres se disputaban un trofeo de un campeonato histórico con el nacionalismo bien puesto en uno de ellos. Andy Murray, nacido en Escocia, tenía paralizada a la Gran Bretaña pendiente de una proeza. Vestido de blanco, el resultado final determinaría ser llamado “maldito escocés” u “orgullo británico”.

Enfrente estaba Novak Djokovic, el dos del mundo con toda su habilidad provocadora de alarido en cada cancha que pisa. El serbio representaba el enemigo a vencer con una pizca de cariño. Tan talentoso como carismático, la victoria patriótica tendría que llegar haciendo sufrir a un querido de las pistas. En tres sets, para sorpresa de la multitud entregada al partido, Murray se convirtió en un héroe de carne y hueso. En su raqueta acabaron 77 años de espera para ver a un británico coronarse en el césped sagrado a las afueras de Londres.

Andy pasó a ser lo más requerido por los medios de comunicación. Sus palabras e imagen valían oro. A sus 26 años había entrado a la historia tenística, algo que vale mucho para nuevos patrocinadores. Los compromisos sociales aumentaron tras el triunfo retumbante. Wimbledon colmó sus deseos infantiles y generó nuevos tiempos en su rutina. Horas que antes eran dedicadas a sí mismo, tenían ahora la obligación de cumplir con los pactos extra cancha. El escocés vio bajar su rendimiento en la pista.

Foto Twitter
Foto: Twitter

Junto a él viaja siempre un séquito que incluye a su madre y a su novia. Entre fisioterapeuta, preparador físico y agente, se desenvuelve sintiéndose protegido por su cúpula. Ningún otro jugador viaja acompañado de tanta gente. En su entorno aseguran que conseguir Wimbledon le ha dejado exhausto mentalmente. Él, que gozaba salir a la calle, previo al día del partido, requiere quedarse en su habitación de hotel para descansar de las largas jornadas de compromisos comerciales o mediáticos.

Andy sufre el tener que reponerse del golpe emotivo que significó ganar Wimbledon. Levantarse después de vaciar un sinfín de emociones, en medio de la aglomeración del periodismo y anunciantes, es una tarea que han sabido sortear gente como Sampras, Agassi, Federer e incluso el mismo Djokovic. Murray, acostumbrado la élite, nunca se sintió tan buscado. Romper un maleficio genera una fama distinta. Ahí donde sembró su propia semilla de éxito, quedó varada su tranquilidad y el poco anonimato que una gorra bien puesta le daba.

Recién llegado a Queens para el abierto de los Estados Unidos, además de intentar superar las peticiones multitudinarias, tendrá que saber refrendar su título. Andy es el actual campeón del certamen, por primera vez refrendará su campeonato neoyorquino. La presión es un privilegio, dicen los más grandes atletas de la historia. Con toda su altura, el debut en cancha dura alimentó las expectativas generadas en torno al escocés que perdió el segundo puesto del ranking ante Nadal. En tres sets derrotó al francés Michael Llodra, intentando descansar después del cotejo con todas las miradas sobre él.

Foto Twitter
Foto: Twitter

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

más leídas

más leídas